Con 14 años, Martín Fernández levantó su segundo título del fútbol escolar con Saint John’s, y ahora aspira a dar el salto al profesionalismo.
Dice que el fútbol corre por sus venas, pese a que su padre brilló más bien bajo el aro. El gran culpable, su abuelo Eduardo, que desde pequeño lo llevaba a El Morro para ver a su querido Naval. Ahí, en la sencillez del torneo de ascenso, supo lo que era vibrar con este deporte, vio los primeros regates de su vida y conoció algo que se le quedaría para siempre grabado en la mente: lo que significaba marcar un gol.
Hoy Martín Fernández López ha crecido, tiene 14 años y ya no cuenta con su abuelo al lado. Pero casi como un homenaje a él, está comenzando a escribir su propia historia con la pelota pegada al pie. Y no cualquiera.
Porque este sampedrino parece llamado a llegar lejos. Así lo está demostrando con los colores del Saint John´s, colegio con el que ya levantó dos veces la copa del campeonato de fútbol de Adicpa y con el que espera despedirse en la cúspide del certamen escolar, ahora que cursa octavo año.
Capitán de su equipo, dotado de una exquisita técnica, un despliegue físico superior, así como un temible cabezazo (gracias a su metro ochenta y tres centímetros de estatura), parece tenerlo todo. Incluso el apetito de triunfar, ese que tienen los grandes.
El camino de un campeón
Las primeras andanzas de Martín con el balón fueron en Llacolén, a eso de los tres años. Por el club jugó largo tiempo y luego tuvo un breve paso por Huachipato, donde conoció al profesor, Álvaro Burgos, quien marcó su carrera. A la par, hacía de las suyas en Adicpa, donde junto a sus compañeros del Saint John´s, logró su primera corona cuando cursaba sexto básico. Su estampa ya estaba marcada: su larga figura moviendo los hilos en mediocampo y un carácter que lo hacía pelear cada pelota como si en ello se le fuera la vida.
“Me gusta jugar al medio, ya sea de ocho o de diez, pues tengo capacidad tanto de recuperar como de habilitar a mis compañeros. Y corro toda la cancha, esa es otra de mis características”, dice.
Aunque su mayor virtud es esa que hace saltar de sus asientos a los hinchas: el gol. “Tengo harto gol, me las arreglo para marcar de cualquier forma. De tiro libre, jugada personal o cabezazo, aprovechando que soy alto”.
Tras coronarse en Adicpa, su equipo tocó el cielo titulándose monarca nacional del Campeonato Scotiabank, que le dio los pasajes para una gira a Italia, donde enfrentó a la Juventus. “Entrenamos en su complejo, estuvimos en el estadio, fue espectacular, además que estaba junto a todos mis amigos”, rememora.
Con el tiempo, la oncena siguió madurando hasta convertirse en uno de los mejores de la provincia. Los rivales comenzaron a respetarlos y él sacó chapa de figura como motor y líder de su grupo. Ese mismo nivel quedó ratificado hace algunas semanas, cuando el equipo del Saint John´s logró una vez más el título del torneo escolar, derrotando en la final al Colegio Salesiano por 5-1, con tres goles de Martín.
“Íbamos perdiendo hasta comenzado el segundo tiempo, pero lo dimos vuelta. Me tocó hacer el empate con un gol de fuera del área, después el 3-1 y el 5-1. Clasificamos al provincial, donde caímos por penales con el Liceo de Santa Juana, un partido que jugamos muy cansados porque veníamos con muchos encuentros comparados con ellos. Empatamos a cero, pero en condiciones normales les ganábamos en tiempo reglamentario”, asegura.
Para ser el mejor
A diferencia de la mayoría de los niños de su edad, para Martín el fútbol no es sólo un hobbie. Por eso durante el verano, fue a Santiago para probarse en la Universidad Católica, club del que es hincha. Quería saber cuál era su nivel real y si era verdad, tal como decían sus entrenadores, que tenía pasta para futbolista. Y no falló.
“Éramos 100 jugadores a prueba de los que quedamos sólo cinco. Debuté frente a La Calera y me costó porque no conocía a nadie del equipo. Pero ya en el segundo duelo contra Unión Española, tomé confianza y fui de los mejores. Pensé que ellos estarían a otro nivel, pero no tenía nada que envidiarles. El ‘profe’ (Benjamín Sanhueza) me felicitó y Alfonso Garcés, el veedor de Católica, me dijo que estaba en los planes del club y me tenían como jugador promesa”, precisa.
Debió regresar en marzo por el factor académico, aunque según dice, en enero volverá, ahora con la intención de quedarse . “Me gustaría ser futbolista, es sacrificado, pero vale la pena. Me encanta el fútbol, así que no pierdo nada con intentarlo, además que me va bien en el colegio (promedio 6.4). Está conversado con mis papás y el acuerdo es estudiar paralelamente. Ellos me apoyan mucho, mi papá fue deportista así es que entiende (Marcelo Fernández fue seleccionado chileno de básquetbol y figura de Petrox), y ya tenemos visto un buen colegio en Santiago, porque la idea es no bajar la calidad”, señala.
Eso sí, Martín tiene claro que si es futbolista, es para dejar huella. “Primero que todo, quiero llegar a ser seleccionado chileno y jugar en un equipo grande, si me juego por este camino quiero ser de los mejores, no del montón. Soy de una generación ganadora, me carga perder, por eso me encanta como juega Arturo Vidal, su calidad, su garra, su entrega. Y también el liderazgo de Claudio Bravo, me identifica, mis compañeros me reconocen un líder y yo se los retribuyo, ellos saben que en la cancha cuentan conmigo siempre. Me gusta llevar la batuta, ser el distinto que marque la diferencia”, reconoce.
Es así como si todo sale bien, este año se despediría del Saint John’s, aunque quiere hacerlo a la altura. “Si me voy, cierro un proceso hermoso en un colegio que me dio todo, grandes profesores y amigos del alma, como Cristóbal Porter, mi partner también en el equipo y un tremendo jugador. Por eso la meta para el segundo semestre es ganar otra vez el torneo Adicpa y la Liga de Colegios Británicos. Sería la manera ideal de irme, el pago por todo lo que recibí”.