A sus 13 años, Katalina Olave, es una de las nuevas figuras de la gimnasia rítmica local bajo el alero del club UdeC. Un ejemplo de pasión.
“La describo como una gran deportista, comprometida y con un carisma único que la diferencia del resto. Ella, a través de sus esquemas, demuestra mucha fuerza e intensidad, así como también delicadeza y finura; es un talento, y aún tiene mucho que entregar a través de sus entrenamientos y competencias”.
La descripción de la distinguida especialista de gimnasia rítmica del Club Deportivo Universidad de Concepción, Ketty Hamersley, habla por sí mismo. El objeto de tal dedicatoria es una joven estudiante del Colegio San Cristóbal de Talcahuano, que en el tiempo que lleva vistiendo los colores de la institución , ha sabido ganarse el aprecio de todos.
Su nombre es Katalina Olave Lagos (13), uno de los nuevos rostros de la disciplina en la provincia. A tal punto que a fines del año pasado recibió el Premio Adicpa al mejor deportista de su colegio, que por primera vez fue entregado a un estudiante de enseñanza básica y además mujer.
Este 2017 apuesta todo por ser una de las representantes del Bío Bío en el Campeonato Nacional. Un logro que seguramente se le dará, porque como ella misma reconoce, “nació para este deporte”, el mismo que dice vivir con pasión.
Largo camino
“Kata” dice que llegó a la gimnasia casi por azar, porque lo que siempre le gustó fue el ballet. “De chiquita que me encantaba ver a las niñas bailar ballet, era maravilloso, muy femenino y elegante. Pero en mi colegio no había y como lo más cercano era la gimnasia rítmica, mis papás me inscribieron en el taller de la profesora Viviana Villa. Estaba en primero básico”, señala.
Tanto las coreografías como los pasos de danza que comprende la especialidad terminaron por enamorarla tanto, que no dejó más el deporte. “Me di cuenta que se me hacía fácil aprenderme las coreografías, que tenía ‘dedos para el piano’ como se dice, así es que quise seguir aprendiendo”, sostiene.
Fue en esa búsqueda que llegó al taller perteneciente al Colodyr de Talcahuano, a cargo de la profesora Candy Trureo, donde asegura que terminó por convencerse que quería permanecer en la disciplina. “En el colegio yo aprendí lo básico, y así llegué al taller, donde logré crecer mucho. Ahí pude sumar más técnica y también pulir mis pasos”, rememora.
Lo mejor, según asevera, fue que aquello fue la preparación perfecta para dar el gran salto que siempre soñó, y que cambiaría su vida para siempre: integrarse a las filas de la Universidad de Concepción, club con la mayor cantidad de pergaminos de la Región y una larga tradición en la materia.
Otro mundo
A juicio de Katalina, entrar a la UdeC fue llegar a “otro” mundo, un espacio donde se respira el deporte y en el que consiguen sacar lo mejor de cada exponente. Algo que ni siquiera se imaginaba cuando, en el año 2015, vio un afiche de las Escuelas de Verano de la universidad, donde se impartía la especialidad.
“Apenas lo vi, le dije a mi mamá que quería ir. Me gustó desde un comienzo así que no tuve problemas para quedarme hasta el final y terminar el curso”. Paradójicamente, tuvo la oportunidad de hacer el taller de ballet, su aspiración de niña, pero se quedó con la gimnasia. “No me gustó, porque significaba un aprendizaje más lento. Eso fue una nueva señal para mí de que estaba en el camino correcto”, dice.
Así se gestó su arribo definitivo a la rama de gimnasia rítmica del Campanil. Un paso que en un comienzo no fue fácil, por el alto nivel que se encontró. “Me sentía chiquitita con respecto a mis compañeras. Habían niñas que practicaban de toda una vida ahí y eran muy buenas. Algunas eran bien pequeñas y estaban en un nivel superior.
Entonces desde un inicio supe que si quería estar a la altura, debería entregar todo de mí”, precisa.
Pero para ello, contaba con algo a su favor: una perseverancia a toda prueba. Se adecuó al fuerte ritmo de trabajo que consiste en entrenamientos cuatro días a la semana, de 16:00 a 19:00 horas. “Fui aprendiendo una disciplina y orden nuevos, además de una fuerza mental que me hizo diferente, preparándome para los momentos de tensión de las competencias”, manifiesta.
Tan importante como eso, pudo mejorar toda su técnica gracias al trabajo de sus profesoras, como ella misma detalla. “Me enseñaron a estilizar y exhibir mayor energía en mis esquemas. En eso han sido muy importantes mis profesoras Ketty, Eugenia, Alejandra y Claudia, que tienen una paciencia súper grande para repasar cada paso; son muy amorosas y buenas en lo que hacen”, resalta.
Primeros frutos
Con modestia, “Kata” asevera que aún le falta para alcanzar a las mejores, pero que entrena duro para ello. “Mi nivel todavía es Formativo B y estoy haciendo todo lo posible para superarme. El paso siguiente es el Formativo A y después viene el Elite, que ya son palabras mayores. Por eso voy paso a paso, trato de aprender cada día, llego antes a los entrenamientos para practicar más; es la única manera”, cuenta.
Tanto esfuerzo ya está rindiendo sus primeros frutos. En 2016 disputó el primer control nacional y pese a no clasificar, mostró que podía llegar lejos. Lo demostró en el Campeonato Promesas del Futuro, en Puerto Montt, donde se ubicó tercera por equipo, y en la Copa UdeC, donde se tituló campeona con el club auricielo. “Entré como reemplazo y me aprendí la rutina en cuatro días. Aún así cumplí y sentí que pude aportar a mis compañeras. Eso es lo que valoro más porque para mí la gimnasia es una pasión, algo que siento muy fuerte”, cierra.