Quiero pensar que más allá de la cuña correcta que habla de calma y que el objetivo era no bajar, ninguno de ese plantel durmió tranquilo el jueves en la noche. Que se imaginaban cómo sería estar un rato arriba de todos en la tabla.
Quiero pensar que más allá de la cuña correcta que habla de calma y que el objetivo era no bajar, ninguno de ese plantel durmió tranquilo el jueves en la noche. Que se imaginaban cómo sería estar un rato arriba de todos en la tabla.
Siempre he pensado que la mesura es solo del camarín hacia afuera. Que adentro, todos conversan “viejo, le ganamos a Unión mañana y quedamos punteros” y sacan cuentas, aunque no lo digan, de cómo quedarían si cae Colo Colo o la “U”.
Yo creo que, internamente, los jugadores de la UdeC sabían hasta qué rivales le queda a cada candidato al título, cuáles son sus partidos más difíciles, dónde pueden tropezar. Quiero pensar que más allá de la cuña correcta que habla de calma y que el objetivo era no bajar, ninguno de ese plantel durmió tranquilo el jueves en la noche. Que se imaginaban cómo sería estar un rato arriba de todos en la tabla.
Porque yo sé que al comenzar este torneo estaban nerviosos con el descenso. Porque era un temor real y nadie olvida cómo fue la última vez, con el “Arcángel” Vargas llorando en los pasillos del Ester Roa.
Pero el objetivo, más allá de las matemáticas, se cumplió hace rato y lo mismo pasa con Huachipato. Considerando que Cobresal ha perdido diez de trece partidos en este campeonato, estaba claro hace mucho quien bajaba. El temor pasó hace al menos cuatro fechas y, de pronto, una ilusión cayó del cielo. Una que tomas o dejas.
No podemos desconocer que esta campaña auricielo ha sido más que buena. De último en la tabla a instalarse bien arriba, de una de las vallas menos batidas del torneo a la tercera mejor. Fue Bozán, fue la salida de Fuentes, fue el nuevo camarín, el alza de algunos, el aporte de un par de refuerzos… Una serie de cosas. Pero leo en redes sociales al hincha de la UdeC y, en estos últimos días, es inevitable quedarse con lo otro. “Siempre que podemos pelear algo, nos quedamos ahí. Nos falta ambición”. Y no sé si esa es la palabra. Insisto en que, internamente, todo jugador debe querer el título cuando lo ve cerca. Es hasta ilógico pensar otra cosa. Pero está claro que algo falta. Convicción, jerarquía, hambre. Vea usted qué palabra lo define mejor.
Lo cierto es que, en un campeonato tan irregular como este -donde “irregular” es un lindo adjetivo para no decir que ha sido de bajísimo nivel- a la UdeC le bastaba haber ganado ese maldito duelo con Everton –con un hombre más- o no caer con Antofagasta para estar puntero. Imagínese. Por eso da lata escuchar que “el objetivo era otro”, que “se cumplió con no bajar”. El mismo discurso que sale desde Huachipato siendo que Valenzuela, Soteldo, Sagal y González son jugadores que cualquier candidato al título quisiera en su equipo. Pero juntos, acá en Talcahuano, no está dentro de sus metas.
Barticciotto tampoco tenía ese objetivo cuando llegó a la UdeC , ni Pellicer cuando asumió en Huachipato, pero en el camino se creyeron el cuento. Uno estuvo cerca, el otro lo logró. De los que duermen sin pensar cómo sería estar primero, pocos se acuerdan.