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La costumbre lotina de dañar al ancla aunque no sea con 10

La "Lamparita" jugó casi una hora con un hombre menos y, aun así, le quitó puntos a un Naval, que otra vez salvó la igualdad remando desde atrás. Un clásico bravísimo, donde ninguno regaló nada al vecino.

Por: Diario Concepción 24 de Abril 2017
Fotografía: imagen_Principal-559.jpg

La "Lamparita" jugó casi una hora con un hombre menos y, aun así, le quitó puntos a un Naval, que otra vez salvó la igualdad remando desde atrás. Un clásico bravísimo, donde ninguno regaló nada al vecino.

 

Paulo Inostroza P.
paulo.inostroza@diarioconcepcion.cl

No se quieren mucho. Entre Lota y Naval hay una historia de muchos capítulos que incluye dos descensos -uno en cancha y otro por "secretaría"- propiciados por el que ayer estaba enfrente. Se dan duro, levantan los codos, alegan cada tarjeta y, si no puedes ganarlo, no quiere que lo haga el vecino. Así se juega este clásico que, a veces, no es el más pulcro, pero siempre resulta entretenido. Ayer no fue la excepción y el local recibió con mejor cara el 1-1 final. 

Los choreros llegaban como grandes favoritos, precedidos de un par de triunfos, y Lota con la posibilidad de perder y quedar colista. Había mucho en juego, además del honor.

En un partido que era parejo y de pocas llegadas, aunque con mayor control de la visita, clave fue la expulsión de Alfredo Calderón, al recibir la segunda tarjeta amarilla por falta sobre José Tiznado. Pacheco reordenó bien el equipo, sin su referente de ataque, y permitió que Díaz jugara más suelto para intentar juntarse con Durán. De todas formas, la pelota detenida siempre aparecía como el arma más peligrosa del diezmado Lota.

Claramente, "Pato" Almendra no estaba conforme con lo que veía y probó con una par de cambios en el entretiempo. Sabemos que, en todo caso, ambas bancas están repletas de juveniles. Es por eso que el dueño de casa prefirió no realizar cambios y exprimir al máximo los diez en cancha, los diez más experimentados. El pitazo final evidenciaría que varios quedaron muertos físicamente con el esfuerzo.

Recién volviendo de camarines, el juez Garay cobró una falta cerca del área -la segunda desde esa posición- y frente al balón se pararon Alex Díaz y Matt Lagos. Este último metió un zurdazo violento al ángulo superior izquierdo de Gustavo Merino y abrió sorpresivamente la cuenta. Golazo.

Salvando algo

Naval no iba a dejar que Lota celebrara una jornada heroica. Acá a nadie le gusta ver reír al otro y se notó en cada pelota dividida. Los jugadores mineros pedían que las faltas se midieran con la misma vara, querían tarjeta para Salgado por un golpe a Jeria, pedían más en una falta sobre Díaz. A ratos, el juego se calentaba y algún pechazo se vio cuando los dos equipos se confundían en un alegato.

Todo dentro de los límites. Naval siguió arrimándose, con Suazo como buen agente ofensivo, hasta que Mario Salgado le bajó una pelota a Mauricio Martínez- el último cambio de Almendra- quien impactó el balón de volea para conseguir la paridad. 

El ancla iba por más, pero Lota le puso freno cuando Díaz intentó de distancia y su remate dio en el palo. Ahí ambos se dieron cuenta que era mejor no perderlo, tan cerca del final. Naval otra vez se quedó con gusto a poco, un clásico.

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