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Lágrimas de carbón, la mina vuelve a cerrar

Tribunal de disciplina castigó a Lota Schwager con el descenso en una medida que involucró a varios inocentes, aunque la lápida se veía venir. La llegada de los Valdés nunca dio frutos positivos y condenaron al club a regresar al amateurismo.

Por: Diario Concepción 13 de Marzo 2017
Fotografía: imagenPrincipal-5763.jpg

Tribunal de disciplina castigó a Lota Schwager con el descenso en una medida que involucró a varios inocentes, aunque la lápida se veía venir. La llegada de los Valdés nunca dio frutos positivos y condenaron al club a regresar al amateurismo.

Recuerdo un gordito que llegaba casi todas las mañanas a las prácticas de Lo- ta. “Es mi casa”, me decía. Un día le pregunté si estudiaba y me respondió que sí, pero me tinca que fue un sí medio entre comillas.

Tenía cara de porro y se lo pasaba en el Federico Schwager… ¡En qué momento iba a tomar un cuaderno! Estaba en Sub 15 o alguna serie y soñaba con ser futbolista. Le gustaba Huentelaf. Me contó de un arquero buenísimo que trabajaba en una ferretería cerca del estadio. Felizmente, lo fueron a buscar de la Sub 19. Me aseguró que era seco, pero le faltaba porte, aunque acá el profe le iba a dar una oportunidad.

Probablemente, ninguno de los dos llegó a ser futbolista  profesional, aunque hubo varios más que sí llegaron, otros partieron a préstamo a Linares o algún club de Segunda y unos cuantos fueron vendidos a Santiago y nadie sabe qué diablos pasó con la plata de sus pases. Así se manejaban las cosas.

Como sea, Lota es más que un equipo de fútbol, es un club con claro rol social. Es la oportunidad que tienen varios chicos para soñar con un futuro mejor y, en algunos casos, concretarlo. De ahí salieron Igor Sáez, el “Flaco” Sepúlveda, “Lucho” Monroy y tantos cabros del barrio que pueden contar sus historias de fútbol. Del cabezazo que le ganaron a ese delantero argentino de renombre y el ascenso 2006 cuando Limenza tapó los penales y quedó celebrando en calzoncillos. Muchachos de la zona, como los estandartes ochenteros que después nutrieron al Cobreloa que paseó por América. Niños que hoy quedarán en al aire.

Porque el gordito que quería ser Huentelaf no tiene para pagar pasajes hasta Las Higueras ni tiempo para llegar a Nonguén. Ahora, no le queda otra que tomar los cuadernos y ojearlos en serio sin entender cómo una ecuación tan larga termina en un número solitario al lado de la equis. El mismo niño que le pregunta al papá si es verdad que hace diez años este mismo club estaba en Primera División y le sacó un empate al Colo Colo del “Bichi” Borghi. Lo leyó en internet, pero eso no significa que sea verdad.

En Lota hubo gente que llegó solo pensando en el negocio. Que asumió con el equipo en Primera y ni siquiera fue capaz de sostenerlo en el profesionalismo. Que gastó poco, ratoneó siempre, y se mantuvo a raya sólo con las platas de la televisión. Sin ella, fueron cero gestión.

Ninguna empresa de la Región les quiso pasar un peso, porque nadie sabía dónde iba a  parar cada luca. No quisieron vender y se hundieron con la mochila puesta. Hoy, lo sufren los hinchas, lo sufren los niños. El tronco sin talento siempre patea para afuera y acá la pelota salió muy lejos.

 

Tribunal de la Anfp confirmó que Lota baja a Tercera División

Lota Schwager creía que cambiando de administración y demostrando que las deudas estaban pagadas, podía salvarse de la guillotina, pero nada de eso. El tribunal de disciplina de la Anfp confirmó este jueves por la tarde, que la “Lamparita” jugará el próximo campeonato en la Tercera División.  Es decir, ratificó el fallo inicial, al que los mineros apelaron tras la llegada de Jairo Castro.

Esto significa que el cuadro, ahora dirigido por Jaime Pacheco, jugará todo lo que queda del torneo sólo por cumplir. Un golpe terrible para un club que no jugaba en Tercera División desde 2001, cuando Bernardo Ulloa resucitó el club y lograron inmediatamente el ascenso a Segunda Divsión (equivalente a lo que hoy es Primera B). Como siempre, jugadores e hinchas terminan pagando por la mala administración de sus dirigentes. 

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