En su segundo torneo del año, obtuvo tres oros en el Internacional de Arica. Su hija trajo bronce.

 

Samuel Esparza Muñoz
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Un año difícil fue este 2016 para Lya Wimmer. La multicampeona chilena de natación master debió enfrentar la indiferencia casi absoluta del aparato público y privado, que se tradujo en un nulo apoyo. Pero ni siquiera las carencias se imponen cuando las ganas son más fuertes. Así lo mostró la deportista que, en el primer semestre y tarjeta de crédito de multitienda en mano, se las arregló para competir en un Nacional de Santiago, donde se trajo todos los premios.

Y lo repitió ahora, cuando pagado el viaje anterior, se la jugó otra vez para seguir haciendo historia en la disciplina. Esta vez, junto a su hija Marisol fue hasta Arica, donde compitió en el VI Campeonato Internacional Master Mantarrayas "Natación sin Fronteras".

Ahí demostró estar más vigente que nunca, despuntando en las pruebas donde compitió y dejando en claro que con un poco de ayuda, podría dejar un legado único para el deporte regional.

Con insolación incluida 

Lya Wimmer reconoce que dada su larga inactividad, no iba con ilusiones al evento, que su objetivo pasaba principalmente por disfrutar y, en sus palabras, "desintoxicarse" un poco de su casa, donde ha debido lidiar también con los inconvenientes de salud de su esposo.

Sin embargo, hay cosas que no cambian. Y una de ellas es que cada vez que se mete al agua, es como si reviviera. No cuenta la falta de entrenamiento y competencia, ella arrasa con todos.

Sucedió en el evento nortino, hasta donde llegaron 280 nadadores de Chile, Perú y Bolivia, y donde fue la reina, sumando tres medallas de oro a su vitrina. La nadadora se adjudicó los 50 metros libres con 51 segundos y 35 centésimas. También los 200 metros libres, donde cronometró 4 minutos 18’’.40, así como los 400 metros libres, que cubrió en 9’ 23’’48.

"Me sentí bien, pese a que a nuestra llegada a Arica sufrimos insolación. Estoy alegre porque no me pasó la cuenta la inactividad, y cuando estoy compitiendo, no me siento de 78 años, sino que más joven", expresó la deportista del Club Master San Pedro de la Paz.

Su hija, Marisol Hernández, tampoco quiso ser menos y se colgó el bronce en los 100 metros espalda (50-54 años), con 2´35’’30. "No me los esperaba, quedé feliz por mí, por mi madre y porque pudimos volver a representar a nuestra Región", cerró.