¿Qué tienen que ver las elecciones municipales con el fútbol? Probablemente, nada. Pero siempre es bueno recordar lo importante que es poder elegir por uno mismo.
¿Qué tienen que ver las elecciones municipales con el fútbol? Probablemente, nada. Pero siempre es bueno recordar lo importante que es poder elegir por uno mismo.
Cuando el profe Merello dirigía Naval, siempre le querían enchufar un par de argentinos mediocres para dejarlos en su plantel, el "Chueco" los dejaba a prueba un par de semanas para cumplir a los dirigentes y hacía como que los veía, pero después de esos catorce días los mandaba para sus casas. Después le traían otros dos y repetía la operación. Eran malos malos. Ensartes, de frentón.
Al final, le mandaban el último par y la pregunta era amenazante: ¿ellos o nada? Y nada significaba quedarse con un plantel más corto, tener menos opciones cuando arrecien las lesiones y tarjetas rojas. El técnico nunca los pidió. A veces los contrataban igual y Merello no los usaba. No eran de su gusto y punto, así que prefería darle la oportunidad a un chico de casa.
En Lota Schwager, hubo un tiempo donde mandaba un dirigente muy hincha, pero arrebatado a más no poder. Patrón de fundo, que le llaman. Llegaba al entrenamiento en su auto, veía los once que estaban en cancha y paraba la práctica. Ordenaba poner a tal jugador al medio y a ese otro de "9" porque al equipo le faltaba gol. Si el técnico no hacía caso, traía otro. Es más, buscaba siempre un DT con la sumisión como requisito.
Hay clubes donde la plata escasea y a principios de temporada se realizan esas larguísimas pruebas de jugadores, donde llegan 150 cabros y solo quedan dos. Muchas veces, el ‘profe’ se quedó con un par que igual pueden servir, aunque cracks no son. Le gustaría haber tenido al goleador de Arica o al central ese de Palestino, pero lucas no hay. Bueno, siempre es mejor elegir entre lo poco bueno que hay, a no poder elegir.
Y de eso se tratan las elecciones. Porque, seguramente, no tenemos a mano las mejores piezas para armar un equipo que salga campeón. No tenemos a disposición los tipos que quisiéramos, pero igual podemos descartar al par de delanteros chantas que nos quieren ensartar. Podemos armar el equipo sin que alguien nos diga quién va a jugar de "9" porque al jefe se le antojó. Sin imposiciones. Podemos decidir algo que quizás es mínimo, pero qué lata sería seguir bajando de división y uno quedarse en la galería gritando que corran más o que echen al entrenador. Una vez más. Porque llegará otro y el hoyo ya está hecho.
Y ahora elegimos otro mediocampista. El que había antes era flojo, cobraba mucho y parece que vino a pasear. El de ahora promete doce goles por torneo, esfuerzo, sacrificio y en sus papeles dice que tiene experiencia por aquí y por allá. Tal vez erremos de nuevo o, en una de esas, nos salve en un par de partidos. Anda a saber. Pero a este tronco lo elegimos nosotros.