Capitán de la Roma, campeón del mundo y leyenda de la capital italiana. Esa sería la definición más simple. Prefiero pensar que no es necesario mirar tan lejos, que todavia queda gente como Francesco acá cerca. En el fútbol, en la vida.
Capitán de la Roma, campeón del mundo y leyenda de la capital italiana. Esa sería la definición más simple. Prefiero pensar que no es necesario mirar tan lejos, que todavia queda gente como Francesco acá cerca. En el fútbol, en la vida.
Paulo Inostroza P.
Tal vez esto quedaría mejor en un diario de vida o en esa conversación de cada mañana mientras tomamos desayuno. Y es que justo ahí tocamos el tema. Me pregunto qué pasaría si me ofrecen pega en Santiago por cuatro palos mensuales, donde tendría que trasladarme, pero ellos quedarse acá. Verlos solo un par de días por semana. Me dice que tal vez serían unos cuantos años de sacrificio, pero fijo que le aseguro el futuro a nuestra "bebi". Que más que pensar en uno, sería pensando en la pequeña. En que nunca le falte nada.
Porque llevo hartos años haciendo lo mismo, aunque en esta pega no hay un día igual a otro. Escribiendo siempre sobre otros en páginas que mañana pueden envolver los plátanos del almacén o comenzar otra vez el fuego de la parrilla. Me gusta lo que hago, aunque también me gustaría ser jefe. A quién no. Sería lindo no trabajar los fines de semana, aunque probablemente estaría igual en el estadio, me paguen o no. Con los cabros chicos, comiendo sopaipillas peligrosas. Con mi viejo que no entiende la vida sin gritar desde la galería.
Y leo a Totti escribiendo a la Roma. Al club de su vida. De su infancia, de sus viejos, de sus vecinos. Y explica que no podía jugar en otro equipo porque estaba viviendo un sueño y su sueño siempre fue vistiendo de rojo. Ganar más títulos o dinero con otro color para él no tenía sentido. Francesco quería hacer feliz a la gente que lo vio cuando era un niño y se pelaba las rodillas en el maicillo. Al viejo del negocio que le fiaba el pan y la bolsita de repollo. A su papá que un día lloró, porque la Roma no ganaba nada y él prometió quitarle las lágrimas. Porque con la jineta no se juega y no la usa el más bueno para la pelota. Se la amarra el que ama lo que está defendiendo.
Rechazó tres veces la oferta del Real Madrid. Totti habría sido el jugador mejor pagado del mundo y les dijo no. Podría tener una piscina con billetes y haber asegurado el futuro de su bebi, pero dijo no. Y yo también hice una promesa cuando la Paulita me tomó la mano, con tres días de vida, y le susurré que siempre iba a estar a su lado. Le dije que no le faltaría nada, no que lo compraría todo. Me miró y sus ojos no conocían nada más en el mundo que yo. En ese segundo fui todo lo que tenía en el mundo y se veía tan segura. Me hizo llorar.
Terminó el desayuno, mi señora me dio un beso y en el camino recibí un mensaje suyo y abrí una foto de mi bebé riendo. Chiquitita. Escribí "ni por ocho palos me perdería esa sonrisa todos los días de mi vida". Me respondió que estoy loco y que "por eso te amo". Recuerdo que habló de convicción. Amor, no es que quiera hacer siempre lo mismo, pero la plata no vale tanto. Solo juntos levantaremos Roma.