¿De dónde salieron estos jovencitos que manejan el Club Social de Deportes Concepción? ¿Qué buscan estos hinchas que de un día para otro les tocó ser dirigentes?
Es curioso que Deportes Concepción siga saliendo en las páginas de los periódicos, ahora que no juega. Es curioso que ahora, aparezcan por noticias positivas siendo que hace 4 meses llenaban los diarios con historias de estafas, préstamos raros, funcionarios impagos y hasta los espectáculos de Coco Legrand y Paloma San Basilio tenían una historia turbia detrás.
Es curioso que estos cabros nuevos vayan a Impuestos Internos a preguntar cuánto debe el Club Social para poner las cosas en orden, siendo que lo normal es correrse y que ojalá pase piola harto tiempo y quizás ni nos cobren. Son harto raros. Son tan raros que juntan entre todos una buena cantidad de plata y la transparentan en comunicados a la prensa y redes sociales para que la gente sepa cuánto es y en qué se va a gastar. Tallarico debe pensar que son tontos.
Son tan raros que, cuando estos muchachitos ya fueron elegidos en sus cargos, ellos mismos propusieron a los estatutos que en periodos cortos de tiempo haya que votar de nuevo si se quedan para no apernarse. Que el resto decida si lo han hecho bien o mal. Es como proponer una asamblea constituyente, pero de verdad. Los políticos deben pensar que son tontos.
Son tan raros que gastan gran parte de su tiempo sin percibir un peso, quitando un espacio –un pedazo grande de espacio- a sus verdaderas pegas por algo que no les reportará nada a los bolsillos. Y se lo pasan viajando. Dicen que el presidente ha perdido como 15 kilos. Son tan raros que en vez de quebrarse por su gestión y sacar pica a sus rivales de la zona, se juntan en la misma mesa para compartir lo que saben y alentar a que otros hinchas puedan rescatar sus clubes.
Son tan, pero tan raros que aseguran que la institución más manchada del fútbol chileno puede ser autosustentable manejando bien su patrimonio y quieren demostrarlo desde ya abriendo los campos deportivos. No les interesa vender un Kevin Martínez ni vinieron a agarrar una tajada de Juan Leiva. ¿Y entonces a qué cresta vinieron?, preguntarían Jaque o Sabando, descolocados.
Estamos tan jodidos. Tan enlodados que nos cuesta creer que las cosas se hagan sin segunda intención de bandido. Porque conozco a varios de estos cabros y sé que para ellos su club es realmente su vida. Sí, así de extraño. Que esos colores son lo que más aman después de su familia, pero ni siquiera eso… El Conce es su familia. Ahí están sus historias, sus viejos, sus abuelos, los viajes por Chile, sus lágrimas de descenso, esas alegrías pequeñas que otros no entienden. Su voz gastada, esas banderas antiguas, la camiseta de Carreño.
Y lo hacen solo por salvar eso. Por no perder ese pedazo gigante de sus vidas. ¿Les parece ilógico? ¿Usted se quedaría sentado? Tal vez –piénselo- los raros somos nosotros.