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Y ahora a esperar otros cuatro años

Isidora dice que llegará mejor, aunque yo creo que su peak era ahora, con 23. Sí le llevo mucha fe al cabrito Ricardo Soto, que en la disciplina del tiro no necesita tanta plenitud física.

Por: Diario Concepción 22 de Agosto 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3583.jpg

Lo más probable es que en Tokio no tengamos Tomás González, porque a él le gusta competir en serio y no ir a pasear. Su medalla era ahora… O en Londres. Por la cresta que faltó poco. Tampoco estará la Érika, que hizo cinco Juegos Olímpicos. De más a menos, porque con 40 años imposible estar entre las treinta mejores del mundo como sucedió alguna vez. La echaremos de menos.

Isidora dice que llegará mejor, aunque yo creo que su peak era ahora, con 23. Sí le llevo mucha fe al cabrito Ricardo Soto, que en la disciplina del tiro no necesita tanta plenitud física. Competía con tipos bien rankeados que superan los 35 años. ¿Cuántos Juegos pueden quedarle a este ariqueño? ¿Es carta de medalla algún día? Yo espero que sí. Porque no nos queda mucho más en que creer.

También siento que Bárbara Riveros llegó en su plenitud. Qué grande es Barbarita. Ella sí fue de menos a manos, progresando cada 4 años, hasta meterse entre las 5 mejores del planeta. Cuando corría al lado de las británicas- que no se caían nunca- me recorrió un escalofrío, porque sentí que en un momento iba a pasarlas y agarrar el bronce. Ella sabe que estos eran sus Juegos. No contaba con la suiza. Es tan sencilla, trabajadora y ganadora. 

El resto anduvo lejos de sus marcas. Me quedo con la Duco y su "trabajo seis horas diarias para esperar cuatro años y tal vez tener solo tres tiros. ¡Esperar tanto por tres tiros!". Y siento que a veces somos injustos. Porque pensamos que un deportista nos ilusionó, pero después fue una decepción. Como si ellos realmente decepcionaran a un país, a sus seguidores.

Y eso es falso. Nadie decepciona a quien nunca estuvo a tu lado. Ellos son solos. Tienen a su familia y recién cuando destacan reciben apoyo, unos más que otros. Otros casi nada. Y nosotros, los que miramos por televisión les hacemos barra y gritamos "Vamos Chile" cuando ya pasaron toda la parte más difícil. Porque lo que más cuesta no son los 400 metros en Río, fueron los años antes de clasificar. Esos donde no había plata para viajes, zapatillas ni un remo a mano.

Cuando un deportista no cumple su marca sabe que anduvo mal, pero al único que ha decepcionado es a él mismo, tal vez a su entrenador y, sobre todo, a su familia. Porque se jugaron la vida en esto. Porque tendrán que esperar cuatro años para volver a demostrarse a sí mismos que pueden dar un salto más de calidad, ser récord nacional o quizás colgarse una medalla. En el mejor de los casos. Mientras tanto, leerán en internet como la gente escribe que "fueron a pasear". Y está bien así, la vida del deportista tiene mucho de soledad. De éxito silente.

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