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Pensar que te vi ese día llorando hacia la B

La historia de un goleador que soñó una cosa y vivió otra. O tal vez vivió eso mismo, pero en un momento impensado y con los colores que el destino puso en su camino. Dijo "parezco un niño con juguete nuevo", a sus 32 años.

Por: Diario Concepción 15 de Agosto 2016
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La historia de un goleador que soñó una cosa y vivió otra. O tal vez vivió eso mismo, pero en un momento impensado y con los colores que el destino puso en su camino. Dijo "parezco un niño con juguete nuevo", a sus 32 años.

Paulo Inostroza

Había uno que demoraba más que el resto en salir del camarín. Uno que casi dos horas antes falló un penal y tenía muy claro que todas las entrevistas eran para él. Referente y culpable un triste domingo de agosto.

"Me voy a la B y qué tanto, aunque ya tengo 28 y si no salgo de ahí me muero en los potreros, como tantos. Me arriesgo nomás. Porque estamos aquí por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. O al menos, eso creo. Hagamos las paces, con los hinchas, conmigo mismo".

Llegó "Vitamina" y no le salían los goles. ¿Lo recuerdan? Ya no marca ni en la B, está pedido, no tiene ni 30 y parece viejo crack. Y antes que terminara el año volvió a llorar. El ídolo se quedó y cumplió. Como Buffon. Y se encariñó con ese club al que todos critican, porque no tiene muchos hinchas, historia ni pasión. Y él demostraba que sí. Besaba la insignia, los defendía de los que hablaban mal. De los que en vez de resaltar el 2-0 a Bolívar se fijan más en cuánta gente hay sentada en tribunas.

Y dicen que no, que era del Conce. ¿Acaso alguna vez lo desmintió? ¿Acaso se creyó más caballero por olvidar ese primer amor? Soñó con ser ídolo lila, como Almada o el "Pelé" Araya y no lo fue. No pudo o no hubo espacio y qué más da. Sin rencores. Le tocó ser referente y emblema donde nunca lo imaginó, pero cómo no encariñarse ahí donde la gente te llama histórico, cuenta tus goles y llora al verte marcar desde mitad de cancha un gol imposible en la mismísima final. Donde no te llaman Arcángel solo, porque pega al lado de Gabriel. Te lo dicen, porque eres su salvador cada fin de semana o esperan que lo seas. Porque siempre pueden creer en eso.

Pasaron los técnicos, los compañeros y el "9" seguía en la misma espalda y la jineta en el mismo brazo. Un poco más lento y, por lo mismo, algo más retrasado. Unos dicen que cobra mucho y, bueno, los goles baratos no son. Es de la casta de Milovan, de Paredes y de Rivarola. El último rostro simbólico de un club y eso es lo que vale tanto. Un cabro del barrio que todavía grita los goles del Kennedy y que se quedó en Concepción, porque un día el amor fue más fuerte. El "Gabo" de la Copa Chile, ese que se deja el pelo más largo para ocultar que allá arriba se está quedando con el techo vacío. Un peleador.

A los 32 años lo llaman. ¿Te tinca venir a Argentina, a Primera? Y ya no hay ataduras, las paces ya fueron hechas, el centenar de goles en los libros y tres copas en la vitrina. Parte sin arrancarse y toma las maletas, porque es otro de sus sueños. No fue de rojo ni de lila, porque su vida fue muy distinta a cómo la pensó, pero sin duda, ha sido hermosa. Hay lágrimas de nuevo. Suerte, Gabriel Vargas.

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