¿Un chileno en Uruguay? Se lo comen vivo, sobre todo, después de lo que pasó con Jarita". Esa frase la escuché mucho antes de agarrar mis cosas y venirme a estudiar al país de Suárez y compañía.
¿Un chileno en Uruguay? Se lo comen vivo, sobre todo, después de lo que pasó con Jarita". Esa frase la escuché mucho antes de agarrar mis cosas y venirme a estudiar al país de Suárez y compañía. Claro, el miedo de dejar todo y comenzar una nueva aventura, siempre está. Más aún cuando existe una "rivalidad" de por medio y, precisamente, en el ámbito en el que me vine a aprender…En este caso, el fútbol.
Felipe Lazcano,
Periodista
Escribí rivalidad entre comillas, porque eso es lo que pensamos todos en Chile, o bien, lo que los medios de cada país nos hacen creer con sus portadas previas a cada partido con el objetivo de calentar el ambiente. Pero la realidad es otra. Al menos la que me ha tocado vivir en este tiempo que llevo viviendo acá. Dos meses en los que he aprendido mucho de un país que su cultura se llama fútbol. Viven, respiran, comen fútbol…Y toman mate. Un país de poco más de tres millones de habitantes y que tiene registrado actualmente más de 300 mil niños en el fútbol infantil. ¡El 10% de la población! Y todos con el sueño de vestir la celeste. Este país donde el fútbol amateur es igual o más potente que el profesional. Porque ahí salen los de verdad. Esos que nacen con la garra charrúa tatuada en la piel. Y lo digo porque lo estoy viviendo a diario. Sigo la campaña del humilde Club Deportivo Gardel, el "Mago". Un equipo en el que su refuerzo estrella se perdió las primeras dos fechas –y el clásico ante Colón- por estar vendiendo rifas para poder pagar su pase. Y donde el capitán sufrió la pérdida de su viejo dos días antes de un partido vital, pero no falló el sábado, porque quiso estar para enviarle los tres puntos al cielo. Esos mismos jugadores que después de cada partido te saludan y agradecen por haber ido a apoyar, sin importar que sea chileno. No hacen diferencias.
Y, aunque no lo crean, ellos mismos son los que elogian el fútbol de nuestra selección. Tildan a Vidal de monstruo y saben que Alexis le puede gambetear a cualquiera. Les encanta Gary Medel. Dicen que tiene la garra charrúa y que haría dupla perfecta con Godín. Admiten que el fútbol ha cambiado y se dan cuenta que su selección no está evolucionando en el juego como sí lo ha hecho Chile. Hablan de dos laterales que vuelan y del mejor arquero del mundo en el juego con los pies. Otros destacan a Marcelo Díaz y dicen que Chile juega con 12, pero no por el árbitro…Es porque Aránguiz aparece en todos lados.
Son esos momentos en los que uno se pone a reflexionar y le encuentra el valor agregado al haber salido del país a aprender de una de las grandes escuelas del fútbol mundial. Mal que mal, son dos Copas del Mundo, dos Juegos Olímpicos y 15 Copas América que los respaldan. Algo saben. Logros que también se traducen en la calidad y experiencia de los profesores. Nombres como los de Luis Matosas, Julio Gioscia o Fernando Cardellino son sólo algunos con los que me está tocando –o me tocará- convivir. Todos de grandes pergaminos y que han sido parte de la gran historia del fútbol uruguayo. Historia que te enseñan con anécdotas y experiencias vividas, la mejor manera de aprender. ¡Qué lindo que es el fútbol!