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Cultura y Espectáculos

Cuerpos en movimiento: la lucha silenciosa del arte escénico en Concepción

En una ciudad que se destaca por su diversidad cultural, la disciplina parece ser olvidada por muchos. Cuatro bailarines locales exploran las falencias que enfrentan y manifiestan el desinterés institucional que afecta su desarrollo y visibilidad.

Por: Diario Concepción 06 de Abril 2025
Fotografía: CC

Damari Saavedra Cifuentes

La danza ha sido una forma de expresión clave en la historia del país, desde las manifestaciones de los pueblos originarios hasta su consolidación como disciplina artística. A través del cuerpo, los bailarines comunican emociones, historias e incluso, declaraciones políticas.

En Chile, y particularmente en Concepción, la danza ha encontrado espacios de resistencia y creación, donde artistas luchan por su reconocimiento en una ciudad que vibra con la cultura, pero que aún tiene deudas con quienes dedican su vida a este arte.
Con el paso de los años, un aspecto que ha mejorado en la danza local es la apertura al diálogo dentro de la escena. La formación en danza ha crecido considerablemente, y es uno de los factores que mantiene viva a esta disciplina. Este avance ha permitido que nuevas generaciones de bailarines puedan acceder a conocimientos y experiencias que antes eran más limitadas.

Quiero destacar que hoy la agenda formativa en danza es mucho mayor. Hay muchas alternativas para formarte, de muchos estilos distintos, varias tendencias. Hay mucho más que antes, más que cuando comenzamos, pero nunca es suficiente”, señaló Francisco Carvajal, bailarín e integrante del Laboratorio Vocal Biobío (Lavbb).

Este avance no ha dependido únicamente de las instituciones o de los circuitos formales, sino también del esfuerzo de los propios artistas, quienes han impulsado procesos formativos a través de la autogestión. Sin embargo, esta parece ser la única mejora evidente en el panorama de la danza. Aún persisten múltiples falencias y compromisos pendientes para que la disciplina reciba el reconocimiento y el apoyo que realmente merece.

Para Carvajal, una de las prácticas más olvidadas dentro de la danza es la investigación en torno a los propios artistas locales. Son los mismos bailarines y profesionales quienes dedican su tiempo y conocimiento a las nuevas generaciones, transmitiendo su experiencia sin contar con el reconocimiento ni el respaldo que su labor merece.

“Lo que se ha dejado de lado es valorar la práctica artística como la investigación de los artistas del territorio. Somos nosotros los que hemos hecho ese trabajo de manera insistente, de generar práctica artística. Es decir, utilizar nuestras prácticas creativas como método para generar conocimiento y poder compartirlo”, expresó el artista.

Estas no son las únicas falencias que afectan a la danza en la región. La coreógrafa e investigadora de danza contemporánea, Juanita Paz Saavedra, asegura que si bien existen espacios como Artistas del Acero, el Teatro Biobío, el Teatro Universidad de Concepción y diversos centros culturales en comunas aledañas, estos resultan insuficientes. “Acceder a ellos es difícil. Si no es por convocatoria, uno se la pasa generalmente convenciendo a la institucionalidad”.

De la misma forma, la falta de interés del público en consumir este tipo de espectáculos es un factor en contra. Sin una audiencia consolidada, esta disciplina enfrenta un desafío constante para mantenerse vigente dentro del circuito cultural local. “Hay una crisis de público en la disciplina misma, no creo que esté tan consolidada como la música. Acá tenemos al REC por ejemplo, tenemos conciertos en bares y la gente paga un ticket por verlos. En danza es mucho más difícil, se necesita un poco más de colaboración institucional para generar o fortalecer público que asistan a ver obras”, indicó Saavedra.

Ante las problemáticas ya señaladas, el llamado recae con fuerza en las instituciones. Los recursos destinados a la danza son escasos, y el apoyo que se brinda desde lo público o privado es mínimo. “Aún se piensa que los artistas deben suplir el rol de las instituciones, como si tuvieran que hacer la pega que no hace el Estado. Esto genera una sobrecarga y una desorientación profunda: los creadores deben responder a exigencias institucionales que desvían el foco del trabajo artístico”, enfatizó Joel Inzunza, coreógrafo y director escénico.

A esto añadió que “ver que la escena local permanece exactamente igual después de dos décadas, genera una sensación de estancamiento muy fuerte. Para que haya un cambio real, se necesita voluntad política, compromiso institucional, financiamiento estructural y políticas públicas que entiendan a la danza como un campo profesional y no solo como entretenimiento. Sin eso, todo seguirá siendo una ilusión de cambio”, explicó el también poeta.

Por su parte, la bailarina e integrante de Con-Tensión, María José Yáñez, considera que debido a la falta de apoyo, la competencia entre artistas aumenta. “Cada vez la competencia es mayor y la distribución de fondos es muy escasa. Terminamos compitiendo entre el gremio de las artes, lo cual es tremendamente triste. Si bien es cierto, hay mucha voluntad por parte de la seremi de escuchar las demandas, las resoluciones que se logran son escasas”, declaró la artista. Mientras no se realicen los ajustes y cambios necesarios desde las instituciones y políticas culturales, la danza seguirá siendo una disciplina invisibilizada en una ciudad que se jacta de su diversidad cultural.
Por ahora, el mensaje se dirige a las nuevas generaciones: que mantengan la curiosidad, que se atrevan a explorar y profundizar en esta práctica tan rica en expresión y sentido, pero aún mal valorada. “Les diría que continúen explorando en la diversidad de disciplinas del movimiento, pero que también sean capaces de profundizar en los nuevos saberes que obtienen. La danza es hermosa, apasionante y transformadora”, finalizó Yáñez.

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