Cultura y Espectáculos

Cristián Castillo Echeverría: “Lo que ocurre en Lota demuestra, claramente, como existe un patrimonio industrial que la Región tiene que buscarle un nuevo destino”

El profesional galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2024 estuvo de visita en la zona dentro del contexto del proyecto Fondecyt “Memorias de la desindustrialización del Norte y Sur Global”. El arquitecto, en conversación con Diario Concepción, se refirió a la relación del patrimonio industrial de la zona con la comunidad, su preservación, el cambio en el concepto de vivienda social, entre otros temas.

Por: Mauricio Maldonado 11 de Agosto 2024
Fotografía: Cedida

Con la finalidad de compartir reflexiones y puntos de vista en torno a la memoria y los espacios comunes, el arquitecto Cristián Castillo Echeverría, Premio Nacional de Arquitectura 2024, realizó hace unos días atrás, en el auditorio de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía UdeC la conferencia “Vivienda social, memorias industriales y bienes comunes: perspectiva entorno a maestranza Ukamau”.

Célebre e ilustre visita cuya presencia se dio en el marco del proyecto Fondecyt “Memorias de la desindustrialización del Norte y Sur Global”, cuya responsable es María Esperanza Rock Núñez, investigadora y académica colaboradora de dicha facultad de la UdeC. Iniciativa que cuenta con la colaboración del Institute For Social Movement, de la Universidad de la Ruhr, Alemania y el Núcleo de Investigación del Sur NudiSur. Investigación que aborda la vivienda social y obrera, y el patrimonio industrial, observando las posibilidades de transformar estos lugares de la desindustrialización en espacios útiles para las comunidades.

Castillo Echeverría, a lo largo de su trayectoria, se ha caracterizado por la vinculación con los sectores más vulnerables de la población buscando hacer frente a la pobreza habitacional a través de propuestas de una organización social justa, armónica y digna. Esta experiencia de arquitectura y compromiso social es alcanzado cuando trabaja junto a su padre, Fernando Castillo Velasco, en Villa La Reina (1966-1968), en la comuna de La Reina, en un proceso de autoconstrucción de 1.600 viviendas junto a las propias familias.

Una línea y visión de trabajo que ha mantenido hasta el día de hoy. destacándose sus proyectos Maestranza 1 | Ukamau de Estación Central, que en un proceso participativo permitió el diseño y la construcción de 424 viviendas habitadas por su comunidad desde hace dos años; Maestranza 2, Comité Ukamau, proyecto de 200 viviendas, también en la comuna de Estación Central, en etapa de construcción; Conjunto Habitacional Comunidad Vivienda Digna, 155 departamentos en Cerro La Pirámide de Huechuraba, en proceso de diseño conjuntamente con las familia, entre otros.

En conversación con Diario Concepción abordó esa relación entre patrimonio industrial con la comunidad, su vínculo con la cultura, el cómo ha cambiado el concepto de vivienda social con el tiempo, entre otras temáticas.

¿Cuáles encuentra que son los desafíos del patrimonio industrial de la Región del Biobío ? En ese sentido y desde su perspectiva ¿Cómo se puede ayudar a su preservación y conservación desde la comunidad?

El patrimonio industrial es importante a lo largo y ancho de todo nuestro país. Es indudable que los centros industriales, las fábricas, las antiguas fábricas, las antiguas empresas, están saliendo del casco urbano, ubicándose en los extramuros de la ciudad o en centros industriales específicos para esa función. En el caso del Biobío, es tremendamente interesante. De hecho, lo que ocurre en Lota ,con la vieja industria del carbón, demuestra claramente como existe un patrimonio industrial que la ciudad, la Región, tiene que buscarle un nuevo destino. el cual respete las problemáticas de la vivienda y la ciudad que hoy tenemos. Ayudar en su preservación es mantener su memoria.

En Lota, creo que para ustedes, para el Biobío, es un caso claro como lo puede ser hoy día, desgraciadamente, si termina el proceso de producción del acero. Ideal buscarle desde ya, un destino que preserve la memoria de lo que eso significó para la Región y el país, para los habitantes de ese territorio, pero que a la vez pueda ser utilizado con fines sociales específicos y necesarios para un crecimiento armónico de la ciudad, y el respeto básico de las familias que no logran una vivienda digna o un barrio digno en el cual desarrollar sus vidas.

¿Cómo encuentra que ha cambiado el concepto de “Vivienda social” desde el proyecto en Villa Reina hasta ahora ¿a mejorado?¿empeorado?

El concepto de vivienda social, sí, por supuesto que ha ido cambiando mucho. Yo definiría tres épocas muy claras. La primera, anterior a la Dictadura, en la cual teníamos un proceso participativo y un Estado muy protagónico y muy activo en el proceso de solución de los problemas habitacionales de la población. La Dictadura, que es ese periodo tan negro de nuestra historia, en el cual por supuesto, mientras unos muy pocos se enriquecían, la gran mayoría de la población vivió y pasó esos 17 años en una condición de pobreza y abandono. Y luego al recuperar de la democracia, se intenta, en este modelo neoliberal que nos han impuesto, buscar algunos mecanismos para que el Estado respondiera a las demandas de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Y ahí comenzaron a construirse viviendas, pocas, mucho dependía del gobierno de turno. Algunos gobiernos con un carácter más progresista se planteaban con más fuerza los proyectos de viviendas sociales y en algunos casos muy pocos, desgraciadamente, la necesidad de desarrollar junto a la vivienda vida de barrio. Poca vivienda en general, pero por sobre todo el gran problema de no lograr entender que quienes requieren una vivienda, ese pueblo más pobre de nuestra sociedad, necesita y quiere, y es necesario que le logremos crear un espacio de coparticipación en la cual todas las partes se hagan responsables de la generación de un proceso de vivienda. De esta manera evitar que este Estado neoliberal sienta que tiene la responsabilidad de resolverle los problemas a la parte más pobre de nuestra sociedad, para transformar a esa parte más pobre en protagonista y corresponsables de todo el proceso.

Creo que eso haría que el desarrollo de estos proyectos de vivienda social fueran mucho más armónicos, que representaran de mucho mejor manera los sueños de esos sectores de la población sobre las maneras en que quieren vivir, dónde quieren vivir, cómo quieren vivir, cómo sueñan el interior de su casa o departamento.

¿De qué manera se puede conjugar de forma armónica y en equilibrio el patrimonio industrial con la vida social y la construcción de comunidades?

Creo que algo hablamos del equilibrio entre el patrimonio industrial con la vida social. El poco patrimonio industrial que nos va quedando en los centros urbanos, hay que tratar de que armonicen con el resto de la ciudad, sin que generen elementos de ambiente o de conectividad, que hagan difícil la vida para el resto de la ciudad que convive con ellos. Sobre todo creo que sería tan importante regenerar algunos proyectos de antaño en los cuales las industrias, los propietarios de las industrias, fueran estos privados o el Estado en sí mismo, recogían la necesidad de solucionar los problemas habitacionales de sus trabajadores y generaban poblaciones alrededor del centro industrial que permitía un sinfín de soluciones, ya sea de tiempo, distancia, compromiso con el proceso productivo por parte de esos trabajadores, con el compromiso de esos patrones fuera el Estado o patrones privados de buscar también responder a las necesidades que sus trabajadores tenían.

¿Cómo la cultura y el patrimonio pueden aportar al fortalecimiento de la vida de barrio y los nuevos modelos de vivienda social?

Ese patrimonio puede, por supuesto, fortalecer la vida de barrio porque genera identificación, un elemento tan sencillo. Así como nos acostumbramos a identificarnos con un país, con un territorio, con una región, nosotros somos del sur, del norte, del centro, cada cual con sus características particulares y con el desarrollo de culturas que les son propias, influyen por supuesto en la vida del barrio y tenemos que incorporarlo en los modelos de vivienda social. Y allí hacer un fuerte esfuerzo todos, empresas privadas, Estado y cada uno de nosotros con los aportes que pueda entregar para desarrollar tecnologías de la construcción que respondan culturalmente al lugar donde las vamos a diseñar y a construir. Así que no pensemos en un país que se recorre de norte a sur con edificios de vivienda social de hormigón, sino que construyamos con madera en el sur, que es el material que culturalmente más cercano le está y que es un elemento de producción y de vida para toda la región, como en el norte hagámoslo de arena, de adobe, de tierra, que se levanten casas y pequeños edificios que vayan respetando la cultura de cada uno de esos territorios. Por último, la vivienda social tiene que ser un problema de todos, es fundamental que el Estado lo entienda así, que las inmobiliarias lo entiendan también de esa manera, que tiene que ser un esfuerzo entre el Estado, los usuarios y las empresas que cooperan y llevan adelante el proceso de construcción de estas edificaciones.

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