Los grupos o artistas dedicados a los covers ganan tanto seguidores como también detractores: por un lado entretienen y producen ingresos, y por el otro, le quitan espacio a quienes componen música propia. Compositoras y protagonistas locales se refieren a esta especie de relación de “amor y odio”.
Desde hace un buen tiempo que las bandas tributo o dedicadas a los covers han convivido en nuestra ciudad, con los artistas y grupos que difunden sus composiciones propias. Es más, a nivel nacional, también con los años, han proliferado los programas de TV dedicados a este tipo de propuestas con personajes y grupos que interpretan repertorio “ajeno”, y también bandas consagradas -como Beatlemania o Brain Damage- que se dedican desde hace décadas a ello.
Una relación de “amor y odio” que para Roxana Pardo, más conocida como La Rox, es un tema complejo de abordar, ya que “hay tanta música original en Chile, tan increíble, que me da un poco de lata por nosotros, porque finalmente igual es un apostolado lo que estamos viviendo en el país quienes somos creadores. Por otra parte, siento que estos mismos creadores de música han tenido que armar bandas tributo, porque en los locales se les está dando prioridad a ese tipo de espectáculos por sobre la música original”.
A lo que recalcó que “tiene que ver con la búsqueda del artista de poder vivir de la música, y las bandas tributo son las que actualmente están generando esos ingresos, más que las grupos underground, ambiente en el cual me desempeño. Es un tema que quizás se debería plantear como público y como sociedad, es decir, podemos tener un porcentaje de bandas tributo y originales, un 50 y 50, para que todos podamos seguir haciendo música como preferimos”.
Igual de contradictoria y con matices es la opinión de Luis Herrera, vocalista de la banda Emana, quien si bien hace años atrás era un agudo crítico de las bandas tributo, en la actualidad reconoce que hay un gran trabajo detrás de ellas e igualmente un fin económico.
“Considero que es un trabajo lo que hacen, y como tal tienen que verlo más por el lado comercial. Si en algún momento los critiqué, ya que se tiende a mirar en menos quizás a un tributo, entendí que hay un trabajo detrás y que es un homenaje, hay una preocupación de fondo. Dentro de los tributos está como personificarse en el artista o está también simplemente hacer las canciones o versiones de temas, entonces igual es como todo un mundo dentro del mismo tributo”, señaló .
Añadiendo que “siempre voy a preferir lo artístico, pero sí, también entiendo la otra parte de la historia, es decir, si hay un imitador que cante igual a un artista x, obviamente los pubs, discotecas o casinos van a querer llevarlo y querer explorar más esa cualidad”.
Palabras que van en la misma dirección de lo señalado por Ariana Riffo, cantante penquista con música propia y que también se ha dedicado a tributar a otros artistas como Amy Winehouse. Es decir, este tipo de propuestas tienen un lado positivo -comercial- y también negativo.
“La verdad es que para mí es una forma de trabajo, nada más, no tengo mucho romanticismo por las bandas tributo. Igual lamento que tengan mucha más convocatoria en ocasiones que las bandas originales. Son una opción de trabajo como músico o artista, pero no es algo por lo que me muera de amor. Hago música propia y para mí eso es mucho más importante, me encantaría poder siempre tocar mi música y no hacer tanto tributo”, expresó.
Para Lucho Astudillo, experimentado cantautor local y frontman de diversos proyectos musicales, el movimiento de las bandas de covers posee diversas aristas, que no se podrían clasificar como buenas o malas. “Es muy básico el clasificarlos de esa manera. Antes no tocaba tributos porque me cargaban, si tengo música original no tengo por qué hacer covers. Pero entendí con el tiempo que, llevado a la escena local, siento que tenemos un rol de entretenimiento musical, donde tocamos covers y tributos para que la gente disfrute de la música que conoce y que les gusta. O vivir la experiencia de una banda en vivo con música que conoces. Por otro lado, está el aspecto más cultural de la música, donde están los festivales -como el REC- y conciertos en teatros y centros culturales, y que es responsabilidad de nosotros, músicos y bandas, que nuestra música sea atractiva y que motive a la gente para ir a vernos”.