Cultura y Espectáculos

Aldo: el genio que nos sonríe y deja este rebaño

El legado del bajista de Mathra Spenta y profesor de la UdeC. Un tipo tan sencillo como brillante. El cuerpo de Aldo Montecinos Gula se fue a Valparaíso, pero su música sigue en el aire y sus historias en un libro para siempre abierto.

Por: Paulo Inostroza 11 de Julio 2023
Fotografía: Facebook Mathra Spenta

A Aldo lo conocí después de tocar con su banda Mathra Spenta. Lo saludé y después de eso hablamos fácil cincuenta minutos, de todo y de nada. Con una cerveza en lata o más de una, sin marcas artesanales. Yo sabía que tenía títulos de magíster, doctorado y una pila de publicaciones importantes en su historial, pero nunca se jactó de eso. Hablamos de música, de amistad, de lo viejos que nunca nos hemos sentido. Me compré la polera de su grupo, le confesé que con dos veces viéndolos en mi vida me había convertido en su fan.

Meses antes los vi presentando su último disco en El Averno y quedé loco. Me llamó la atención el ambiente que creaban, estaban poseídos por su música y nosotros desde el público también. Por un momento arrancamos de este mundo. Pregunté quién escribía las letras, que más que letras eran historias, todas dentro de un concepto más grande… Una locura. La mente detrás de todo eso era Aldo. Compré el disco y venía con un librito pequeño que es una joya, con cuentos, relatos, todos bajo el mismo eje del disco. Me lo firmó. Puso “las fisuras se reparan cuando sabes valorar”.

Ayer por la noche supe que había fallecido y no podía creerlo. Sentí que algo quedaba pendiente. Estaba por cumplir 58 años el mismo día que yo estaré frente a mi torta. “El 24/7… Tal como era Aldo”, bromeó alguien en su despedida. Fui esta mañana donde lo estaban velando y era increíble la cantidad de gente que fue a verlo, a mirarlo a la cara y decirle “hasta pronto”. Estaba ahí con una sonrisa, con la polera de su banda, con toda su gente alrededor. También estaba la música, en el aire, en nuestros corazones, en todos lados.

Aldo dejó sus pistas grabadas para un próximo disco, tenía un montón de canciones guardadas, sus alumnos de la UdeC solían ir a verlo en el escenario. Era tan sencillo y de conversación tan fácil. Un doctorado en humildad. Hoy he escuchado sus canciones varias veces, releído el libro que está en su disco y no tengo ninguna duda de que se va una mente brillante. Un tipo que en sus letras habla de quererse, conocerse y perdonarse a sí mismo para entender que el siguiente paso es amar al resto. Que primero es una búsqueda en solitario, pero siempre para iluminar un nosotros.

Siempre he pensado que crear es la única forma de ganarle a la muerte. Porque en lo que dejas sigues estando y, como en “Coco”, mientras alguien te recuerde sigues viviendo. Escribí esto porque creo que Aldo Montecinos merece que más gente escuche lo que nos dejó. Porque ahí hay magia. Su cuerpo será cremado y trasladado a Valparaíso, su familia ya está viajando. ¿Sus amigos? Esos hace rato también son familia. Lloraron y anoche no durmieron, pero al recordar anécdotas entendieron lo afortunados que han sido. De recibir esos chispazos de su luz.

A la mitad del librito hay una frase que me gusta mucho: “Somos en soledad y en comunidad, un océano hecho de gotas de lluvia. Ahora tenía la llave para abrir la puerta del sótano y la abrió y recorrió, sin prejuicios, sin dolor, sanando al niño que seguía acurrucado y enfermo”.

Aldo se alejó antes del rebaño para reencontrarse con el silencio. De fondo se escucha la voz estremecedora de Andrés, la guitarra de Pablo más distorsionada que nunca y los latidos que salen desde las baquetas de Jorge. Todo sigue ahí. Esa música que siempre nos sacó de este mundo, en una canción que ingenuamente queremos que sea interminable.

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