Lo especulativo del mercado del arte y su capacidad de ponerle precio a todo

29 de Agosto 2021 | Publicado por: Mauricio Maldonado
Fotografía: cedida

A propósito de la venta hace unos meses de la “escultura invisible” del italiano Salvatore Garau, representantes de las artes locales se refirieron a este hecho y lo que conlleva el arte conceptual, el cual en los tiempos actuales da cabida para mucho incluso para lo que pareciera no tener sentido.

Fue a principios de junio que el artista italiano Salvatore Garau hizo noticia alrededor de todo el mundo. En una subasta en la ciudad de Milán, vendió su obra “Io Sono” (Yo Soy) por 15.000 euros, unos $14 millones, pieza de 150×150 centímetros con una curiosa particularidad:era invisible.

Una obra conceptual cuyo significado el propio artista defendió señalando que “el vacío no es más que un espacio lleno de energía, incluso si lo vaciamos, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cuál la nada tiene un peso”.

Con este tipo de “obras” los artistas pretenden dar prioridad al concepto y al significado por sobre el objeto en sí, lo cual claramente Garau llevó a otro nivel, ya que posee distintas propuestas que van en esta línea.

“A mí me perturba de buena manera, soy escultora, por lo tanto, soy de obra, de lo material. Me pone en una reflexión profunda de darme cuenta que no es que no lo deba hacer -el artista- sino que hay múltiples e infinitas posibilidades para expresar alguna idea, que sin duda todo es posible. Creo que iniciativas como esa, una obra no material ni corpórea, en el fondo lo que se está vendiendo es una idea. De alguna manera niega las artes visuales por excelencia. Podría ser si le ponemos otro nombre tal vez. El punto es que si alguien se le ocurre hacer eso, y hay personas dispuesta a comprarla, revela que estamos en un estado en la sociedad en que estamos dispuestos a todo”, comentó Sandra Santander, escultora y curadora de la Pinacoteca UdeC.

Para Rodrigo Piracés, artista visual, también escultor y director de Extensión UdeC, lo del arte conceptual no es algo nuevo ni tampoco novedoso, es una corriente cuyo origen se remonta a principios del siglo XX con Marcel Duchamp y su urinario como “arte objeto”. Lo que sí es llamativo, es la cantidad de dinero por lo que se compró “Io Sono” y que deja en evidencia la manera o forma en que opera el mercado del arte internacional. “Es una actividad especulativa y muchas veces comercial, es decir, el mercado del arte ha hecho de esto una práctica. Hay toda una labor oscura, comercial, que tiene que ver con el mercado del arte. Y otra muy distintas es la que tiene que ver con los artistas como creadores. Generalmente, estas cosas que provocan  demasiada noticia no tienen mucha raíz en el ámbito de la investigación artística. Es como que está fuera de la preocupación de los artistas en general ese tipo de especulaciones, muchas veces tienen un afán publicitario, carecen de valor y contenido, el cual se viene haciendo a principios del siglo XX”, señaló.

Agregando que “lo que se pone en circulación es una idea. El público, en general, entiende el arte como un producto material y concreto, ya sea físicamente o través de una experiencia como una obra de teatro, una película o alguna canción”.

Concepto y sustento

Oscar Concha, artista visual, fotógrafo  y uno de los creadores de Almacén Editorial, esta especie de revuelo generado por el artista italiano y su “escultura invisible”, se puede abordar desde diferentes aristas, pero al igual que Piracés se puede explicar por una parte por el mercado de las obras de arte y por lo que proponen los artistas. Especulación que se aplica en ambos sentidos. “Una cosa es el mercado del arte, que da para la especulación y ponerle precio a lo que sea. En ese mundo mercantil siempre habrá personas que tienen interés, oferta y demanda, está en el solo hecho de que uno decide ponerle valor monetario a las cosas. Y lo otro si es obra o no, entraría a pensar que igual hay una especulación, sobre todo en el arte contemporáneo. Hay muchos trabajos que se sustentan en un discurso que también puede ser demasiado liviano, pero que igual entra en un circuito especulativo. Quizás ese juego de ser o no ser puede ser tomado como una especie de jugada irreverente a la transacción de las grandes subastas de arte. Especulativo bajo el sustento de un discurso que como se dice ‘el papel aguanta todo’”, expresó.

Natascha de Cortillas, también artista visual y performista, hizo hincapié en aquello del mercado del arte , que aguanta todo y pone precio a cualquier tipo de cosa o concepto. “En general cuando se atraviesa el mercado en las producciones de la humanidad, siempre se distorsiona o se pierde el valor entre, por ejemplo, cómo la marca vale más que la propia ropa, y en este caso -’escultura invisible’- cómo vale más comprar la obra que ésta en sí misma. Esa disociación de cuánto valen las cosas y el cómo el mercado, y sus ejercicios de plusvalía, ponen sobre los elementos que funcionan y están en circulación, las posibilidades de venta generan unas distorsiones con el mercado, con los modelos de desarrollo más capitalista, que a veces no tienen nada que ver con el arte, inclusive va más allá del arte mismo”, dijo.

A lo que concluyó que “en el fondo cómo el mercado transa las producciones artísticas y las hace circular, cómo trastoca el sentido de todas las cosas, quién legitima ese tipo de expresiones de arte. Cuando lo hace el mercado, da para todo, no hay límites”.