Libro aborda cruce culinario entre caleta Llico y Poduco Alto

11 de Agosto 2021 | Publicado por: Mauricio Maldonado
Fotografía: cedida

Con el apoyo financiero del Fondart, Natascha de Cortillas y Rebeca Olea, cuentan en el libro "La Color" las experiencias recabadas en el contraste de ambos territorios desde sus alimentos.

Fue en el invierno del 2018 que Natascha de Cortillas Diego y Rebeca Olea Pietrantoni realizaron un proceso exploratorio a partir de cuatro encuentros de cocina local desarrollados en la caleta de Llico, en la costa de Arauco, y en la localidad rural de Poduco Alto en Santa Juana.

Experiencia de intercambio, reflexión y cocina, en donde fue posible reconocer las prácticas culinarias y las complejidades que determinan a ambos territorios mediante el contexto y la experiencia de siete cocineras y un buzo mariscador, proceso investigativo artístico que quedó registrado en el libro “La color: Cruces culinarios entre Llico y Poduco Alto”, el cual realizó su presentación hace unos días atrás.

“Este cuerpo editorial propone levantar insumos significativos para apreciar una red de ecosistemas culinarios, ya que las comunidades de Llico y Poduco Alto se reconocen como unidades territoriales, geográficas y productivas que presentan diferencias significativas. Al encontrarnos con la diversidad de la naturaleza campesina por una parte, y por otra, la impronta de la cultura costera emplazada en un paisaje marino, el libro da cuenta del cruce alimenticio de estas localidades”, explicó de Cortillas, artista visual y también docente UdeC.

Sobre el cómo tuvo su origen este proyecto, la autora comentó que “lo hicimos en base a un trabajo previo desarrollado en el marco del Magíster Arte y Patrimonio de la UdeC, donde Rebeca en calidad de alumna y desde su disciplina (Geografía) desarrolla su tesis sobre el patrimonio alimenticio de la caleta de Llico, y yo, desde las artes visuales, acompañe el proceso investigativo. A partir de este estudio, encontramos conexiones y puntos de vista en común que nos permitió proyectarnos y lanzarnos en el desarrollo de ejercicios culinarios que pudieran dar cuenta del intercambio de saberes y productos entre localidades contrastantes desde lo geográfico, es decir, entre campo y mar”.

En cuanto a las enseñanzas que les dejó el proyecto, ahora llevado a la materialidad de una publicación, la docente enfatizó que “fue un proceso colectivo de mucha conversación y retroalimentación, donde fue vital conocernos para generar un espacio afectivo, desde el cual se propiciaron las condiciones para cocinar todas juntas y conocernos desde nuestros aspectos prácticos del cocinar, así como desde las particularidades y fortalezas que cada cocinera traía en su experiencia de vida y  territorio. En esa  retroalimentación se compartieron saberes y conocimientos propios de cada uno, ya sea desde las formas en que se recolectan algunos alimentos, la vinculación de lo que se come con el ciclo estacionario y la luna, hasta la bondad de la huerta, la extracción de mariscos y pesca”.

Formaron parte de este proyecto, fuera de las autoras, las cocineras de Poduco Alto Norma Arriagada, Ximena Cárdenas, Felicinda Martínez, y María Silva; mientras que de Llico participaron Gualda Jerez, Fabiola Orellana, Juana Rivera, y el buzo Rodrigo Jerez.