En la pandemia, el área del arte ha sido una de las más golpeadas. Y más allá de carencias históricas, voces de diferentes disciplinas aseguran que urge tener políticas claras y que apunten a un desarrollo sostenible.
Sin duda, la pandemia ha tenido consecuencias a todo nivel. Y en nuestro país, uno de los sectores que ha tenido mayores dificultades es la cultura. Sin posibilidad de efectuar eventos presenciales o desarrollar proyectos de la manera tradicional, ha dejado más latente algunas carencias históricas y, sobre todo, la consideración que se le da al arte y el mundo cultural en el país. ¿Tiene un lugar relevante?
Mario Cabrera, gerente de Corcudec, comentó que “históricamente, los gobiernos de turno en Chile han tenido comportamientos disímiles con respecto a la cultura. Estamos hablando de un concepto complejo de definir, pero para el caso que nos convoca diré que nos referimos a las culturas, las artes y el patrimonio”.
Al respecto, añadió que “desde antes, con los pueblos originarios, y después con la creación de la república, con una fuerte influencia europea, distintos mandatarios levantaron sus proyectos país con una mirada humanista y fueron ecos de avances sustanciales en el desarrollo en esta área”.
Cabrera indicó también que “en el siglo XXI tenemos la sana y transparente convicción de que los/las artistas, sus obras; la gente, sus culturas y patrimonio han desafiado a los sistemas y gobiernos, que han acorralado esta dimensión de la vida y la han querido reducir al consumo. Los estados y naciones que apostaron a cuidar estos conceptos como bienes públicos de primera necesidad hoy son comunidades más tolerantes, respetuosas, más ecológicas, feministas y pacíficas. Desarrolladas”.
Tomando en cuenta lo anterior, el gerente de Corcudec dijo que queda mucho para que en nuestro país la cultura sea una necesidad real y respetada en toda su dimensión, como sí ocurre con la institución que encabeza.
“En tiempos de cambios profundos, de paradigmas que caen y otros se levantan, Chile no tiene resuelto el camino. Todavía existe la “duda” ideológica, política, manipuladora de que las artes, las culturas y el patrimonio son parte del escalafón secundario, no lucrativo, por ende, prescindible. La Corcudec, con su historia, tradición y patrimonio, es reflejo fiel de la opción que tomó la Universidad de Concepción: la cultura definida en esta esfera, debe financiarse, protegerse y perdurar”.
Valentina Durán, actriz y directora teatral, comentó que “la dictadura militar, y posteriores gobiernos en una lógica neoliberal, contribuyeron en el adormecimiento total del país, dando prioridad a lo económico, privatizando hasta el agua y dándole también esta lógica a la cultura y las artes.Se pone a competir por recursos a las y los artistas, instalando productos de carácter comercial en el lugar que correspondía a la cultura y las artes, dejando a las comunidades con entretención vacía y sin el ejercicio y derecho a ser parte de la vida cultural, la que genera sensibilidad, reflexiones y distintas visiones desde las mismas”.
Para cambiar este panorama, ve como fundamental el proceso de la nueva Constitución. “Hoy nos encontramos en el proceso constituyente y la primera pregunta que debiéramos hacernos es para qué queremos que sirva. Y si la respuesta es altruista y busca la protección, bienestar y desarrollo integral de todos, entonces debiéramos escuchar las reflexiones que surgen desde las distintas articulaciones artísticas en la Región y el país. Allí se plantea que la cultura y las artes deben ser un derecho fundamental, pues por una parte permiten y estimulan el desarrollo sensible de cada ser humano”.
Manuel Loyola, director de Teatro del Oráculo, aseguró que “el arte clásico se relaciona con un movimiento masivo, popular, de las fiestas tradicionales que comienzan a cobrar valor y a unificarse en el tiempo de los tiranos, de la crisis política griega, del 550 al 500 antes de Cristo. No es solo un elemento suntuoso el arte, como la modernidad le asigna, sino que es algo constitutivo de la esencia de las comunidades y más aún en las etapas de crisis, que es cuando más necesitamos encontrar en las fiestas y relaciones comunitarias, en las reuniones del arte, aquella liana que permita sostenerse, con convivencia, paz, equilibrio y solidaridad. El arte y la cultura es eso, va en busca de ese sentido de pertenencia”.
Al igual que las otras opiniones, señaló que hay temas pendientes de resolver. “Carecer de una política, de una estrategia, de una ruta o de un camino cultural en tiempos de crisis significa retroceder a un estado donde el salvajismo, el oportunismo y el más fuerte se apropia de los escasos recursos que existen. Eso está pasando hoy. Al no tener como chilenos una estrategia, un foco en lo artístico-cultural, estamos al borde de un colapso sistémico que quizás en qué puede terminar. El arte no debe entenderse simplemente como entretención, sino como algo sustancial, vital”.
Loyola igual destacó que “seguramente, vamos a vivir los próximos cinco años con una enorme crisis en el campo de la cultura, y hay que pensar luego estrategias. Creo que deberíamos avanzar hacia eso, tengo confianza. Sin embargo, desconfío de las capacidades críticas de las autoridades, de quienes nos han gobernado los últimos 50 años, pues según lo que uno aprecia existe una visión que la cultura es un bien de consumo y nada más. Aun cuando ha sido grande el impacto de la pandemia, y doloroso, no creo que cambie esas mentalidades. Habrá que esperar que esa generación salga, y siento que les queda poco”.
Rodrigo Burgos, pintor y director de la Galería de los Ocho, indicó que “la cultura, debería ser un bien de primera necesidad, iniciando desde el reconocimiento de nuestro entorno por medio de la generación de identidad. Ella se debería conseguir por medio de la educación, y esta educación tiene que surgir desde la primera infancia, tanto desde el punto de vista del reconocer nuestro contexto, como también desde el punto de vista de la formación cívica”.
Sobre si en Chile se le da relevancia a la cultura, aseguró que“lamentablemente no. Falta mucho trabajo en este sentido, entiendo que las políticas de educación, de infraestructura, de cultura, en el más amplio valor de su palabra, se generan desde otros parámetros e intereses.Se originan desde la inmediatez, y creo que procesos de esta importancia y envergadura deben ser de largo aliento, para que sean efectivos, se arraiguen, decanten y puedan consiguientemente dar origen a una sociedad culturalmente solventable”.