Sencillo y emotivo fue el adiós masivo dado ayer a Eduardo Meissner Grebe, prolífico e incansable artista, docente, arquitecto, odontólogo, músico y, más, quien falleció durante la jornada del lunes a los 87 años de edad.

Representantes de todas las esferas o disciplinas en que incursionó, se congregaron, primero, en la Iglesia Evangélica Luterana y, luego, en el Cementerio General de Concepción. Camposanto donde hubo múltiples palabras de agradecimiento y reconocimiento a su inmenso legado, el cual seguirá escribiéndose en el Museo Copiulemu, proyecto que la Fundación Meissner Prim concretaría en el campo Las Ánimas, perteneciente a la familia en la localidad costera de Copiulemu.

“Recordamos con especial sentimiento a una de las máximas figuras de la historia cultural de Concepción. Es más, me atrevería a decir a una de las figuras más influyentes de las últimas seis décadas”, acotó Álvaro Ortiz, alcalde de Concepción y amigo de la familia.

Palabras en la misma dirección de lo manifestado por el alcalde de Florida, Jorge Roa, quien destacó el gran aporte hecho por Meissner y su esposa, Rosmarie Prim, a la comuna. “Eduardo fue un maestro en todo lo que hizo, tenía esa sabiduría, capacidad y habilidad en que todo lo que hacía, lo hacía bien siempre camino a la perfección. A él lo conocí a través de Rosmarie, de su obra que realizó en nuestra zona, tanto con las bordadoras como con el jardín y sala cuna. Estamos muy agradecidos de su legado y que quedará de manifiesto en el futuro museo y parque en su honor”.

Un punto destacado dentro de la sensible ceremonia fue la inclusión de un pequeño grupo coral de cámara, compuesto por integrantes del Conservatorio Laurencia Contreras UBB y del Coro UdeC, voces que representaron a ambas casas de estudios en las que Meissner ejerció diversos y cruciales roles.

“Es muy emotivo el estar acá despidiendo a una de las figuras de la Región y del país más prominentes, tal vez de las últimas seis décadas, como dijo el alcalde de Concepción. Para nosotros como fundación, es sin duda el momento en que cobramos más sentido como organización, porque precisamente surge con la idea de la proyección del legado que nos dejan los fundadores. Las personas no mueren, sino cuando se les olvida y, sin duda, tendríamos que morir todos los presentes y olvidar todo lo que hizo Eduardo Meissner para desaparecer definitivamente”, manifestó Genaro Donoso, uno de los representantes de la fundación Meissner Prim.