Cultura y Espectáculos

Una buena pluma no basta: lo difícil que es publicar libros en la Región del Bío Bío

Varias son las dificultades a las que se enfrentan tanto dueños de editoriales como escritores de la zona para que sus obras puedan llegar al público. Sin embargo, el deseo de crear es más fuerte, e independiente de lo complicado se puede encontrar alguna fórmula.

Por: Sandar Oporto 04 de Noviembre 2018
Fotografía: Ilustración Andrés Oreña P.

Escribir un libro, para quienes gustan de verdad de las letras, sin dudas es un objetivo a conseguir. Independiente de la edad, el ámbito literario o las condiciones económicas, el poder concretar el sueño de ver un trabajo en una vitrina es una aspiración casi natural. Un sueño que, en la Región, resulta difícil de lograr para la mayoría de los escritores locales.

El panorama, por lo general, es así: un escritor debe invertir para poder publicar, y las editoriales que existen en la zona llevan años buscando crearse un espacio ante los gigantes santiaguinos. ¿Cómo sortean estos problemas? La pasión por las letras y la motivación de entregar su arte, su creación, casi siempre es más fuerte.

Editoriales locales

Una editorial local es Al aire libro, proyecto descentralizador donde han publicado 150 escritores desde su fundación el 2009. Su dueño, Darwin Rodríguez, cuenta que las dificultades de dirigir una iniciativa como ésta radican en el momento de difundir las obras. “La edición del libro, tiene la principal dificultad en lo económico. Salvo las  grandes editoriales que seleccionan sus autores de acuerdo a sus posibilidades de venta de sus obras, las producciones locales se limitan a un reducido universo lector, por lo cual, generalmente deben ser autofinanciadas, a no ser que postule y obtenga algún financiamiento institucional”, cuenta.

Agrega que tras publicar el desafío no disminuye, pues se debe encontrar espacios de difusión donde los favoritos suelen ser autores de Santiago. Explica que “el pequeño grupo de autores que logra editar se encuentra con una segunda dificultad, que es la falta de espacios de crítica, de distribución y comercialización. Esta dificultad se enfrenta con los esfuerzos del autor, el apoyo limitado de las pequeñas editoriales locales y la prensa regional que en algunos casos informa de las publicaciones y entrevista a alguno de los autores. Las distintas ferias son el intento colectivo de superar las limitaciones mencionadas, pero a su vez, algunas, con afán publicitario, terminan favoreciendo ediciones metropolitanas”.

Además, los costos de producción a la hora de imprimir generan la tendencia a tirajes cortos, alrededor de 200 ejemplares en el caso de Al aire libro. Aunque, según Rodríguez esto genera ventajas en el escritor, como la rápida expedición de los libros y el evitar la frustración que genera una obra de gran venta, para enfocar al autor en nuevos proyectos constantemente.

Etcétera es otra editorial local, que publica alrededor de diez libros al año, a cargo de Tulio Mendoza. Él explica que el trabajo con escritores genera satisfacción por “poder ayudar a que otros publiquen sus obras de modo profesional: conocer desde los originales hasta ver el libro publicado, constituye un proceso muy creativo e interesante”. Añade que los problemas recaen en los ya mencionados, recursos y difusión. “Lo peor es no tener los suficientes medios para lograr más publicaciones. Y, además, el proceso de distribución, que es lo más complicado. Muchas veces se llega solo hasta la edición del libro y a una distribución muy acotada: durante la presentación del libro y venderlo de mano en mano a un público lector selecto”, comenta.

Agrega que otro conflicto radica en la competencia del libro impreso con la oferta digital. Mendoza explica que “cada día se lee más en el computador y se tiene acceso a la compra de libros que, incluso, no están en nuestras librerías. Por otra parte, la disminución de la venta también se debe a lo caro que son los libros. En nuestro caso, por ejemplo, si un libro tiene un costo base de 2 mil pesos, este se vende en 3 mil, con una ganancia neta de mil pesos, a estos 3 mil hay que agregarle el famoso IVA, luego, si se deja en una librería hay que cancelar lo que gana esta, lo que da aproximadamente unos 5 mil o más”.

Aunque las desalentadoras condiciones de trabajo parecen desmotivar el trabajo editorial, nuevos proyectos nacen en la ciudad. Sebastían Pérez de librería Qué Leo se encuentra en formación de su propia editorial con especial interés en “conocer escritores jóvenes locales y también dar visibilidad a la literatura de género, principalmente a la Ciencia ficción y Fantasía”. Pérez cuenta que los desafíos recaen, como otros dueños de editoriales, en el financiamiento. “La principal dificultad en la gestión independiente son los recursos financieros, los cuales para proyectos de este tipo son siempre escasos. Sin embargo, hay opciones de financiamiento en los fondos de cultura u otras opciones que ayudan a darle vida al proyecto editorial. Otras dificultades, no menores, son la dificultad de distribuir los libros hacia otras regiones o Santiago, también la poca disponibilidad de imprentas que puedan llevar a cabo la impresión de libros”,

Escritores de la zona

Para quiénes se dedican a escribir el desafío parte por encontrar editorial qué los publique y luego comparten los mismos desafíos con ellas, financiamiento, difusión y competencia.

Oscar Sanzana, novelista de Coronel, tiene cuatro publicaciones: “Rituales” (2012), “Los lacayos” (2013), “Escrito en el sol” (2016) y “La alta torre” (2018), además de estar preparando un libro de relatos y una novela.

El escritor comenta que uno de los desafíos al querer publicar una obra es la temática que ésta trata. “Lo primero es asumir que, si uno quiere publicar literatura que aborde temáticas que evidencien nuestras contradicciones y conflictos como sociedad, debe olvidarse de las editoriales “grandes” o transnacionales. Llegamos entonces a las ‘independientes’. Básicamente, lo que se busca es una editorial que trabaje con profesionalismo, entendiendo las limitaciones y dificultades de las editoriales independientes, y con cierto compromiso con sus autores y autoras”, comenta Sanzana.

Otro problema para el autor al publicar es la distribución de los libros y la ganancia que éstos ofrecen. Sanzana cuenta que “los espacios de visibilización son escasos para autores no santiaguinos. Sin embargo, hay excepciones notables y una buena gestión con los medios de comunicación y el manejo de ciertos lugares como ferias y talleres que pueden hacer maravillas”. El autor agrega que “las editoriales locales, por artesanales que sean, necesitan sobrevivir. De allí que lógicamente cada autor deba estar dispuesto a costear al menos una parte de su obra. Está la promesa, claro, de recuperar lo invertido con las ventas, aunque esto solo funcione, por lo general, para quienes son más conocidos o poseen un mayor nivel de exposición”.

Aunque, como escritor, Sanzana expresa una crítica al trabajo editorial. “Como autor valoro muchísimo la pega que hacen, pero es necesario mayor profesionalismo, lo que se traduce en libros artesanales, sí, pero de calidad, que puedan “competir” con textos de editoriales grandes. Lo otro, la distribución debe dejar de ser asumida únicamente por los autores y autoras, ahí se requiere que las editoriales independientes se involucren más. Por último, abandonar prácticas como amiguismos, sectarismos y mecenazgos. Todo ello no contribuye en nada a mejorar la escena literaria no tampoco contribuyen a crear un público que prefiera lectura local, lo que a mi juicio son las grandes deudas que persisten en el mundo editorial de Conce”, concluye.

Otro caso de escritor local es Eduardo Becker, quién ha publicado una trilogía de novelas filosóficas compuestas por: “EL rumor del viento (2007), “La mansión del fauno” (2010) y “La estela del sueño” (2013) de manera independiente. Además, se encuentra en preparación de la siguiente entrega de la saga “Consumación”.

Becker publica sus libros con LOM Ediciones, en Santiago, y sus tirajes suelen ser de menos de 100 ejemplares que vende de manera autogestionada. “Tengo 50 clientes particulares en Concepción donde son conocidos o personas a las que llegan mis libros por boca a boca”, cuenta el escritor.

“No he ganado nada de dinero, pero estoy muy feliz con este trabajo”, es el testimonio del autor de 81 años que ha dedicado su vida a la filosofía y la escritura, pero nunca ha logrado entrar al mercado literario.

Estos testimonios evidencian que dedicarse a la literatura no es fácil, menos en regiones. Pero que, con su vocación por escribir y compartir conocimiento, los más afortunados pueden llegar a ver concretadas sus ideas en una impresión, todo gracias a las editoriales locales que comparten las adversidades junto a ellos e impulsan que exista una escena literaria local.

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