Cultura y Espectáculos

Un pequeño favor: Retorcida comedia de misterio

En el trabajo más ambicioso de Paul Feig, el director evoca a Hitchcock sin perder énfasis en la comedia y personajes femeninos.

Por: Esteban Andaur 07 de Octubre 2018
Fotografía: Película

Los créditos iniciales (sin contar los afiches) de Un pequeño favor (2018), evocan el estilo minimalista, influyente hasta hoy, que el legendario diseñador gráfico Saul Bass les imprimió a varias inolvidables secuencias de créditos iniciales, por ejemplo, de cintas de Alfred Hitchcock. Consistían en imágenes simbólicas, palabras fragmentadas, colores básicos y vivos, y todo se movía en una abstracta coreografía cinética en la pantalla. Lo nuevo del director Paul Feig es, en efecto, una pieza hitchcockiana, y también me trajo a la memoria las cercas blancas al comienzo de Terciopelo azul (1986).

No es que Un pequeño favor intente emular esos clásicos. Está completamente consciente de lo que es, de su cinismo, de su estética vintage, de cuán firme está, a la vez, posicionada en el presente, y de lo que pretende causar en su público. Supone un esfuerzo mayor para Feig, en cuanto al equilibrio del tono; el hombre sabe cómo hacer una buena comedia, es su especialidad, por lo que los elementos espeluznantes de la trama le son más claros de lo esperable. Es una pieza muy particular, un ejercicio en un estilo raro, y que la película sea tan efectiva solo da cuenta del talento del cineasta, y de lo que es capaz de hacer con un guion agudo y un elenco sólido.

La historia está contada, en un orden casi azaroso, casi laberíntico, por su protagonista, Stephanie Smothers (Anna Kendrick), una ama de casa y vlogger dedicada a crear videotutoriales para madres sobre cosas caseras y nimias. Que su apellido sea Smothers es un juego de palabras, respecto de una persona que sofoca a los demás con su actitud perfeccionista; es decir, ella es una pesadilla para las mamás normales. Debo decir que siempre he desconfiado de este tipo de gente, no sé por qué, pero tal vez Kendrick sí lo sepa, pues hace un trabajo genial con su personaje, que es mitad serio, mitad paródico. Por lo tanto, la historia asume la personalidad de Stephanie: es desquiciada y oscura, al mismo tiempo que sirve de comentario sobre sí misma.

El mundo de Stephanie es remecido por una fémina misteriosa y glamurosa, Emily Nelson (Blake Lively), directora de relaciones públicas en una compañía de moda. Se conocen porque sus hijos asisten al mismo colegio y son mejores amigos, así que ambas empiezan a pasar mucho tiempo juntas, y a confesarse turbios secretos. Sin embargo, la conducta de Emily es extraña: se rehúsa a ser fotografiada, prefiere pasar mucho tiempo inadvertida, y le encanta beber martinis al mediodía. No es la mamá ideal que es Stephanie, aunque esta última sea tan perfecta que asusta. Un día, Emily le pide a su amiga que vaya a recoger a su hijo al colegio y que pase la tarde en su casa. Un pequeño favor. Pero Emily no aparece en dos días, y Stephanie empieza una búsqueda intensa por su mejor amiga, entrando en una red de sexo, muerte y walk-in closets.

Es como si una copa multicolor se hubiera roto en el piso, y la quebrazón aguijoneara a Stephanie a recoger los pedazos y reconstituirla, aunque pareciera que ésta se destrozó hace mucho tiempo. O tal vez es otra de las maneras que la mujer encuentra para satisfacer su ociosidad, aparte del vlog. O quizá el favor del título, y así la amistad de estas mamás, sea un típico MacGuffin. Sí, estoy seguro de esto.

Pese a que exude sarcasmo, la quintaesencia de Un pequeño favor es el cine negro y las pulp fictions, relatos hiperbólicos de suspense, como una tetera a punto de hervir, y con la novedosa firma de su director en cada fotograma. Basada en una novela de Darcey Bell, el guion de Jessica Sharzer es ingenioso en sus diálogos y en situaciones exageradas, y es diestro al referenciar el cine negro. Como el mismo personaje de Emily, una mujer fatal. Como cuando alguien dice la palabra <<gaslighting>>, referente a un tipo de manipulación mental, término acuñado por la cinta Gaslight (1944). O en las sutiles similitudes que el filme comparte con Pacto de sangre (1944) del gran Billy Wilder. El propio Feig bien podría ser considerado el George Cukor de la década.

Y vaya que el despliegue de glamur es desenfadado. El diseño de producción es exquisito, y tiene un propósito dramático que va más allá de la caracterización de los espacios. Hay objetos específicos que los personajes utilizan en ciertos puntos de la narración, y que dan pie a incontables y fundamentales giros en la trama. Y el sentido de la moda es para derretir la mirada. Cada pieza de vestuario es hermosa, vanguardista y detallada, y existe una armonía entre visualidad y guion. La ropa aquí no sólo es bella, sino que ayuda a contar la historia, que va del pasado al presente y entremedio, y jugando con nuestra percepción y valores.

Stephanie luce como una mujer de pocas luces, y, no obstante, es quien posee los mayores recursos para desentrañar este misterio; y es que debido a su vlog, conoce los más recónditos secretos para que una dueña de casa como ella resuelva problemas gigantes en el hogar y haga de su vida algo más apacible. O sea, su imaginación es su mejor herramienta de detective improvisada, y el caso es tan hilarante como apasionante.

Un pequeño favor es generosa en carcajadas retorcidas, y sus personajes femeninos se sienten como verdaderos seres humanos. Lively y Kendrick están excelentes y derrochan química. Su relación implica muchas capas de atracción y repulsión, y logran revitalizar el concepto de <<maternidad>>, gracias al texto progresista de Sharzer. Nos preocupamos por ellas, pues son madres que se comportan como la vasta variedad de madres que beben o hacen cupcakes, o ambas.

Como lo es el cine negro, la película contiene mucho de melodrama e inverosimilitud, pero éste es un género que suele operar en un plano un poco fuera de la realidad. Lo que sí es muy real, es cuán profundo e inexplicable es el mal en el ser humano. ¿Hay dos Emilys, como en Vértigo (1958)? ¿O acaso se trata del fantasma de Emily, como en Rebecca (1940)? ¿Y es Stephanie una santa, como varios a su alrededor afirman? Bien puede ser el diablo en persona.

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