Cultura y Espectáculos

¡Jóvenes Titanes en acción! La película

Esta película animada es una sátira de los superhéroes, muy al estilo de Deadpool, pero con un enfoque infantil y disparatado. Basada en la serie homónima de Cartoon Network.

Por: Esteban Andaur 29 de Septiembre 2018
Fotografía: Película

Ésta es la sátira superheroica que estaba yo esperando. ¡Jóvenes Titanes en acción! La película (2018) fue hecha en animación 2D, es decir, consiste en dibujos como los de una historieta. La bidimensionalidad es una virtud aquí: los personajes adquieren mayor comicidad al desprenderse del realismo al que nos han acostumbrado producciones animadas de mayor presupuesto, con su ubicuo uso del 3D, y se ven como auténticas burlas de cartón de sí mismos. Sí, es una buena comedia, una deconstrucción tanto del subgénero de superhéroes (pese a que ya podría ser un género por ley propia) como lo es del fenómeno masivo que éste genera hoy en las taquillas del globo.

El filme va acerca del equipo homónimo de superhéroes de DC Comics, aunque bajo un enfoque mucho más disparatado. Los Jóvenes Titanes están conformados por Robin (aliado de Batman), Cyborg (cuya versión en imagen real conocí en Liga de la Justicia [2017]), Chico Bestia, Raven y Starfire (de quienes jamás había oído hablar). Dado que son marginados por el sistema y sus colegas más importantes como Batman, Superman y la Mujer Maravilla tienen sus propias películas, Robin pretende cambiar las cosas en Warner Bros., y así darle a su grupo de amigos adolescentes un poco de dignidad y gloria. Pero antes de que concreten su desiderátum, los Titanes tendrán que hacerse de un archienemigo para ser legítimos, y tienen su ojo puesto en el villano de turno, Slade, un tipo con un diseño muy parecido al de Deadpool de Marvel.

El guion fue escrito por Aaron Horvath y Michael Jelenic, los creadores del show infantil que se emite desde 2013 en Cartoon Network, y la historia continúa la línea narrativa de su quinta temporada. El origen televisivo hace que la irreverencia abarque diversos matices. No sólo son los buenos versus los malos ni los cómics versus el cine, sino que ahora también es el cine versus la televisión. Por lo tanto, es natural que esta animación apele más a adolescentes y adultos, ya que estarán preparados para leer entre líneas, mientras que los más pequeños gozarán con la diversión plástica y salpicada de colores vivos, los números musicales y el montaje rápido. (Aunque hay un par de chistes violentos que no considero aptos para niños muy pequeños, pero son bien efectivos.)

Las referencias a DC, Marvel, programas televisivos animados de Warner, clásicos de Disney, y el uso desternillante de la música de John Williams, Danny Elfman e incluso de Alan Silvestri (Marty McFly, DeLorean…), nos abruman, pero no nos distraen, porque están al servicio de chistes y comentarios incisivos sobre Hollywood, al mismo tiempo que ridiculizan la previsibilidad de la trama sentimental.

Y es que el pobre Robin de verdad anhela estar en la pantalla grande y ser reconocido por sus colegas de marca. Sí, el ego se le sube por las nubes y llega a despreciar a sus amigos, pero ya hemos visto esto antes. Lo importante aquí no es la novedad, sino la entretención y el ingenio desbordante.

Por supuesto, que el humor escatológico se hace presente, pero es repetitivo al punto que deja de ser gracioso. También los números musicales, bullentes de alegría y autoconsciencia, se sienten innecesarios. Caí en la cuenta de que varias secuencias cómicas no repercutían en la trama, ya que eran relleno para justificar un largometraje. Sin embargo, no puedo quejarme, porque me reí a carcajadas, y dado que esta peli surge de un programa de televisión, funciona como una prolongada caricatura al estilo de los Looney Tunes. O de los Animaniacs, para ser más preciso.

¡Jóvenes Titanes en acción! La película hace con mayor destreza lo que Deadpool (2016) hizo a medias: una verdadera sátira de los superhéroes, que asume que sólo puede ser otro filme más de superhéroes. Le devuelve al género la alegría pueril y la inocencia que echaba de menos hace rato, y los dibujos animados se sienten mucho más adecuados para una sátira de estas caricaturas. Digo, de estas características.

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