El regreso de un antihéroe: Deadpool 2

19 de Mayo 2018 | Publicado por: Esteban Andaur
Fotografía: Filme.

La secuela del taquillazo de 2016 tiene de director a David Leitch (Atómica), quien la inviste de un efectivo equilibrio entre CGI y coreografías de dobles, entre la sangre y las carcajadas.

Yo pensaba que el GeekFest 2018 había sido Avengers: Infinity War, pero me equivoqué: continúa con Deadpool 2, la secuela del éxito de 2016 Deadpool. Luego de codirigir (con Chad Stahelski) la excelente John Wick (2014), y tras su debut en solitario como director con la irresistible Atómica (2017), a David Leitch (un ex doble de acción) le encomendaron traer de vuelta a la pantalla grande a este irreverente mutante, en una película que es una sátira de las pelis de superhéroes, una película formal de superhéroes, y una película de acción para adultos (en algún país que no sea Chile, donde la calificaron para mayores de 14 años), simultáneamente.

Ahora bien, ¿puede ésta ser una sátira de los superhéroes y un relato formal del género al mismo tiempo? Según yo, la primera no pudo, pues lo último terminó prevaleciendo, y la sátira, en lugar de ser transformativa y revolucionaria, no fue más que una vil estafa. A menos que haya sido una broma metanarrativa del protagonista, pero no creo. Es un engaño corporativo del Sr. Marvel.

Claro, entiendo los chistes satíricos, son desternillantes. No obstante, ¿es necesaria una sátira de los superhéroes? ¿Qué es, exactamente, lo que intenta deconstruir este personaje? No lo sé. Es algo muy raro, porque el Sr. Marvel sigue haciendo estas películas, acaparando las carteleras del mundo, y esto es un insulto a la democracia del arte y del cine, no un chiste oscuro. No puedo reírme de la actitud de Marvel, que Deadpool reconoce y refuta rompiendo la cuarta pared, sin ningún efecto en el mundo real. Los críticos que buscan realismo en las historias de superhéroes (o sea, sangre y nada más), estarán satisfechos; pero las películas se siguen haciendo de la misma forma. ¿Por qué?, me pregunto, ¿por qué, maldición!
¿Será igual Deadpool 2? Espero que no, pues aprecio el camino que está tomando la filmografía de Leitch. Veamos.

La tan esperada secuela. ¿Por qué demoró tanto!

Deadpool 2 comienza con el superhéroe del buzo rojo y los sables cruzados en equis matando mafiosos: es su trabajo; de hecho, la canción 9 to 5 de Dolly Parton suena de fondo (una elección muy obvia). Mas Deadpool necesita ordenar su cabeza, para variar, y se pone a entrenar para convertirse en un X-Man, descubriendo en el camino a un mutante adolescente con sobrepeso, que lleva el terrible nombre de Firefist; el primero se vuelve una especie de mentor para el segundo. Pero luego aparece Cable, interpretado por Josh Brolin (en su segunda aparición dentro de Marvel tras Thanos en Avengers: Infinity War ¡hace un par de semanas!), rompiendo la amistad entre estos dos carismáticos mutantes y estableciendo en la trama una carrera contra el tiempo para salvar no al mundo, sino unas vidas específicas.

Disfruté mucho las referencias pop, quizá porque son más accesibles, como unos créditos iniciales que parodian los de El espía que me amó (1977) y una escena de Flashdance (1983), y los giros dramáticos a lo John Wick y The Terminator (1984); el <> a Bajos instintos (1992) es, en particular, hilarante, y la banda sonora está llena de clásicos pop de varias décadas, pero sobre todo de los 80. Después de todo, es un filme de David Leitch, y la música sigue la estela de su Atómica (incluso el actor que personificó al espía del reloj en ésta, interpreta en Deadpool 2 a un hostil director de orfanato).

Leitch tomó la oportunidad de hacer una película que lo expresara a él como director y, a la vez, los propósitos comerciales de Marvel. Al igual que en John Wick y Atómica, ves restaurantes lujosos e iluminados con luces de neón y con una moderna arquitectura. Las secuencias de acción son elaboradas y sofisticadas gracias a un efectivo equilibrio entre CGI y coreografías de dobles, y están montadas al ritmo de canciones pop, resultando en una experiencia de una cualidad cinética y una visualidad más placenteras que Deadpool, de una paleta de colores más monótona y opaca.
Esta segunda parte no pretende ser una revolución del cine de superhéroes (la esencia del material lo impide), por lo que Leitch hace lo que de verdad quiere hacer: deleitarnos con una brutalidad desbordante en estilo… y con un poco de corazón.

La relación entre Deadpool y Vanessa (Morena Baccarin) mueve la historia, al igual que en la primera película, pero aquí el diálogo es más ingenioso, las emociones no son manipuladoras, y la química entre los actores detrás de los personajes nos involucran en su romance.
Hablando de amor, Negasonic Teenage Warhead tiene una novia, Yukio, y ambas son las primeras superheroínas abiertamente gay en el multiverso de Marvel. Su lesbianismo no es utilizado para provocar la salivación de los espectadores masculinos, y pese a que sean personajes bien secundarios, su existencia es suficiente razón para celebrar.

Abundan los cameos, todos geniales y sorprendentes. Sin embargo, quienes se roban la película son Brolin como Cable, tan antihéroe como Deadpool, y Zazie Beetz como Domino, una chica cuyo superpoder es la suerte (en serio).

Pero…

Deadpool 2 no es del todo excelente, ya que repite lo que hizo Deadpool; o sea, formula la misma crítica mentirosa a Marvel Studios, insultante para mí y varios otros. Mas no es pretenciosa: se conforma con expresar el placer nihilista e intertextual de la primera, que es lo que los fans quieren, despojándose del idealismo deshonesto de aquélla y consiguiendo mucho más con ingenio, estilo y vigorosa acción. Es una película que se divierte y está fascinada consigo misma. Y es que David Leitch no usa el cine como una pose. Le gusta la estética, la intensidad, el pop, y no le tiene miedo a la cultura queer. Ryan Reynolds, quien, además, produjo ambos filmes, le permitió a Leitch hacer cine de autor para las masas con Deadpool 2. Puede ser demasiado temprano como para llamar a Leitch un autor, ha realizado pocos largometrajes, pero va por aquel sendero. Dale tiempo y dejará su huella en el género de acción.