Sexy por accidente (2018) es como Amor Ciego (2001), pero al revés y con más gracia.
Una treintañera administra la web de la empresa de cosméticos Lily LeClaire en un sótano en el Barrio Chino de Nueva York. Para una mujer más o menos involucrada en el negocio de la belleza, ella posee una bajísima autoestima: lucha contra su sobrepeso, y acude al gimnasio con regularidad para ponerse atractiva para el sexo opuesto. Un día, se cae de la bicicleta haciendo spinning y se da un duro golpe en la cabeza. Al despertar, la percepción de sí misma es por completo diferente: se mira al espejo y ve a la mujer más hermosa del planeta, y con esa confianza que nunca tuvo, avanza en su trabajo y en el amor. La mujer se llama Renee (como Renée Zellweger, la actriz que dio vida a Bridget Jones) y es interpretada por la comediante Amy Schumer (protagonista y guionista de Esta chica es un desastre [2015]).
Sexy por accidente es otro título que en español adquiere un significado distinto al original en inglés, que es I Feel Pretty (como la canción de Amor sin barreras [1961]). La película no se trata de ser sexi, no es sobre conseguir que los hombres cosifiquen a las mujeres como si ése fuera el ideal máximo al que ellas pueden aspirar. Es sobre el ideal de belleza femenina que la publicidad les vende a las mujeres, haciéndolas sentir, desde pequeñas, que algo anda mal con sus cuerpos si se alejan de esas imágenes perfectas y de ensoñación. Promueve la seguridad sobre el físico, que se transmite como belleza a los demás.
Puedo decir que de los estrenos del año, éste es el más polémico. Críticos, espectadores y mujeres han atacado a Sexy por accidente, argumentando que hace comedia desde la vergüenza del cuerpo. No es así. Schumer no tuvo que subir de peso para el papel: ella es como Renee, pero tiene la actitud vital que su personaje necesita; Schumer ya pasó por el sufrimiento erróneo que atormenta a Renee, por lo que cuenta con la autoridad de su propia vida para entregarle al público un mensaje de aceptación personal tan necesario.
La película asume la perspectiva de Renee para narrar su transformación espiritual. La comedia no es, abrumadoramente, grosera como en Esta chica es un desastre, mas tiene un efecto retórico en cuanto nos confronta, dentro de su descaro, con nuestros propios prejuicios. Y en dicha confrontación yace el efecto de la comedia de la propia Schumer. Hay un dejo de tristeza luego de las carcajadas, confirmando con mayor fuerza a la actriz en este papel.
El diseño de sonido es expresivo del estado mental de Renee en escenas específicas y muy divertidas. Y la fotografía a cargo de Florian Ballhaus se inclina por una paleta de colores pastel y femeninos, y encuadres y movimientos de cámara elegantes, aunque nunca ostentosos, elaborando un estilo visual distinto al de Esta chica es un desastre, irregular y a veces prosaico.
Recordé una entrevista que Emma Thompson, guionista de El bebé de Bridget Jones (2016), concedió al BFI, donde dijo, respecto al sexo y la risa, que necesitas un remate cuando eres un chico, ya que entonces los chistes siguen y siguen hasta conducir a una eyaculación; mientras que la comedia de las mujeres es más circular, hay risillas y luego una gran risa, y así sucesivamente, como su naturaleza orgásmica. Lo cual define muy bien el humor de Sexy por accidente, que algunos han dicho que no es tan graciosa. En lo personal, no tuve problemas con esto. El humor funciona y surge del proceso del personaje, siempre creíble; las risas son suaves en lugar de violentas carcajadas, y hay momentos dramáticos que, gracias al humor, se vuelven persuasivos en vez de sermoneadores.
Quien se roba todas las escenas en que aparece es Michelle Williams como la jefa de Renee, Avery LeClaire. El personaje tiene una vocecilla como la de una ardilla, de altos decibeles, y uno lamenta que Williams no haga más comedia entre los papeles de esposa despechada en las películas que suele estrenar a fin de año para conseguir nominaciones al Oscar. Ella es insegura no sólo de su físico, sino de su voz, que para sus familiares no le permite proyectar la seriedad que debe tener una lideresa. Es este personaje, junto con el accidente de Renee, lo que dota a Sexy por accidente de la justa absurdidad que nos hace aceptarla como una farsa, donde la crítica social y empresarial no es tan mordaz como uno esperaría, pero es efectiva.
Y los hombres también muestran señales de inseguridad respecto de su físico. El mensaje aquí es inclusivo y urgente. El novio de Renee, Ethan (el también comediante Rory Scovel), es más tímido respecto de su cuerpo que del de Renee, quien con su actitud lo ayuda a sentirse cómodo en su propia piel, y en la relación que ambos emprenden. Schumer y Scovel tienen una fantástica química en la pantalla, y es fundamental que su romance sea conmovedor, pues en el amor reside la esencia del mensaje de la película.
Claro, hay una escena de sexo incómoda entre ambos, y el diálogo no está muy bien tratado en esta parte. Y es que en varios momentos, los personajes verbalizan demasiado lo que sienten, en vez de dejarnos a nosotros interpretar sus verdaderas intenciones o temores, pero el filme lo supera con actuaciones sólidas. Algo similar ocurre con algunos diálogos de la muy similar El espejo tiene dos caras (1996), otra comedia romántica donde Barbra Streisand también es insegura de su físico, lo cual es un impedimento severo en sus relaciones amorosas; y, para variar, la cinta también fue criticada por ser vista como un ejercicio de ego de la actriz, quien, además, la dirigió. En Hollywood tienen problemas para lidiar con honestidad con los problemas que acarrea la femineidad, sobre todo en relatos fortalecedores protagonizados por mujeres fuertes; prefieren descartarlos.
Ahora bien, hay una escena al final del filme donde el personaje de Renee declama un discurso sobre la nueva línea económica de cosméticos Lily LeClaire, que, más o menos, contradice el mensaje del filme. Esta escena demora el clímax emotivo y romántico, agregándole otro antes, uno corporativo, para justificar los elementos de la trama, y es un error, pues nos hace cuestionar la moraleja en un punto crucial de la historia. Tienes que esforzarte para quedarte con lo emocional de la escena, que es lo que los directores y guionistas Abby Kohn y Marc Silverstein quieren que hagas.
Aunque no es del todo novedosa, Sexy por accidente es tierna y graciosa, funciona. La controversia es ridícula, pero está ahí, y eso es más que suficiente para que la veas, si aún no crees que es buena. Esta es una conversación relevante que debe tenerse.