Amour pour le cinéma: Críticas francesas
15 de Abril 2018 | Publicado por: Esteban Andaur
El cine de Francia tiene más colores que los que sugiere su bandera, y esa variedad es tangible en las siguientes críticas. Hace tiempo que el multicine no nos traía estrenos de aquel país, y cuando lo hace, como el fin de semana pasado, es, como de costumbre, para el deleite de santiaguinos y viñamarinos. Sin embargo, así como si nada, terminé en la capital por razones locas y desconocidas, y pude visionar, al menos, las pelis más importantes (algunas exhibidas y hasta premiadas en Cannes y Venecia, por ejemplo) de esta breve muestra, catalogada como <<festival>> en Cinemark y auspiciada por el Institut Français de Chile. Ah, y un estreno suelto en Cine Hoyts, a modo de competencia, me figuro.
Y la verdad es que durante esos días me sentí très bien, tanto, que quería tocar mi acordeón en medio de la noche, contemplar la Luna llena y cantarle <<Alouette> con ojos anhelantes.
Como me suele pasar, el cine francés me remonta a mi adolescencia, cuando vi mis primeras películas francesas en el Teatro Concepción. Estos filmes, sobre todo en la pantalla grande, me vigorizan, me invisten de juventud (todavía soy joven), me enamoran, me inspiran. Oh là là. El cine francés se siente, bueno, como el mejor sexo. Ya está, lo dije. Ahora bien, nunca me convenció mucho eso de que el francés es el idioma del amor. Para mí, vendría siendo el cine. También es un idioma, sabes.
Visages villages
En el documental Visages villages (2017), ganadora del premio L’Œil d’or en Cannes, la cineasta Agnès Varda (Cléo de 5 à 7 [1962]), una de las últimas leyendas vivas de la Nouvelle Vague, y el fotógrafo y artista callejero JR se embarcan en un viaje por las zonas rurales de Francia, tomándoles fotografías a los habitantes más excéntricos que encuentran en el camino, que posean historias únicas que contar, y las imprimen como gigantografías en blanco y negro, para pegarlas en la arquitectura de los lugares.
Al intervenir la realidad ajena, los artistas/directores Varda y JR resignifican el mundo y muchas vidas al mismo tiempo, incluso las suyas propias. Es una cristalización de la memoria colectiva, en cuyo rescate van Varda y JR, preservando retazos de sus vidas, compartiéndolos con los demás, transformando lo íntimo y lo foráneo en algo comunal.
Es una forma de road movie que no había visto antes, que combina diferentes registros, desde la animación hasta escenas guionizadas, y donde los directores usan el cine como un souvenir del arte que crean en el camino, tanto para los amigos que hacen en las locaciones, como para nosotros, el público.
Ver a estos maravillosos artistas interactuar es una de las grandes dichas que nos ha brindado el cine reciente. Su relación es tan fluida en emociones y sabiduría, que parecieran ser una abuela y su nieto de paseo, aunque no poseen ningún lazo sanguíneo. Y, sin embargo, este documental puede leerse también como una especie de reconstrucción imaginaria de tal vínculo por parte de ambos. En este sendero de arte y existencialismo, ellos anhelan descubrir a otras personas, sus hábitats, hacer amigos… tanto como añoran descubrirse mutuamente.
Visages villages es una película de las más hermosas, una celebración del cine, la gente, el amor, la amistad, la vida. Es pura magia cinematográfica.
120 latidos por minuto
A principios de los 90, el país europeo más afectado por la pandemia del VIH y el sida era Francia. ACT UP-París, la rama gala de la organización de protesta y acción directa en pos del tratamiento del sida originada en EE.UU., urge al gobierno y a las empresas farmacéuticas, a través de distintas intervenciones sociales, a que pronto entreguen medicamentos accesibles para los enfermos y que creen políticas de prevención efectivas.
Sean (seropositivo) y Nathan (seronegativo), los personajes principales, se enamoran en medio de las reuniones y las acciones. Pero la muerte se cierne sobre ellos, y en su relación estriba la tesis del filme: no puedes ser tú mismo, porque vas a morir; no puedes amar según quién eres, porque vas a morir: lo personal es lo político.
120 latidos por minuto (2017), que le valió al director y guionista Robin Campillo el Gran Premio y la Queer Palm en Cannes, es la película sobre ACT UP-París en aquel período, y el filme sirve como un esencial documento histórico para comprender la crisis del sida de la época, y también como un honor a las víctimas de la enfermedad, a quienes Campillo conoció bien: la película está basada en lo que él mismo vivió como activista de la organización.
En esta película de diálogos brillantes y verosímiles, similares a lo que diría gente en un documental, los personajes arguyen que la negligencia de las farmacéuticas y el Estado comporta una extensión de sus prejuicios. Asimismo, el filme plantea la masificación de aquel entonces de nuevas formas de resistencia social, de guerras pacíficas y contenidas que fueron cobrando pequeñas grandes victorias en los 90.
En el detalle de las vidas de estas personas, vi una de las mejores representaciones de la enfermedad, como parte de la experiencia humana, que me ha entregado el cine. Por lo mismo, el filme posee un ánimo elegíaco. Está de luto por los recuerdos evocados en la ficción; los fotogramas están impregnados de dolor. Campillo no sólo nos cuenta una historia: la suya se vuelve nuestra experiencia, con cuyo peso debemos vivir después.
Y su visionado ahora, aun cuando es desolador, es urgente: el contagio de VIH ha aumentado en los últimos años, y sobre todo en la población más joven en Chile. 120 latidos por minuto es un filme presciente, tan propio de nuestro tiempo. Es también uno de los mejores.
La ley de la jungla
Un hombre gafe, Marc Châtaigne, tiene la muy mala suerte de ser despojado de todos sus bienes justo antes de viajar a la Guayana Francesa, a una expedición para asegurarse de que todo esté listo para la construcción del primer centro de esquí del Amazonas. Esto tiene que atraer a turistas de todo el mundo y establecer que la Guayana se mimetice con el estilo de vida de Francia. Pero muy pronto Châtaigne se pierde en la selva junto a su compañera de expedición, una mujer llamada Tarzán, y enfrentarán peligros desternillantes.
En La ley de la jungla (2016), el director Antonin Peretjatko crea una parodia del cine de aventuras con un humor abrasivo, que me recordó a las comedias de Peter Sellers o Leslie Nielsen, donde los disparates y gags físicos conviven en armonía con la sátira política, en una historia de una textura caricaturesca: los personajes miran, gesticulan y sobreviven a los peligros de la selva cual dibujos animados, y la consecuente ligereza de sus personalidades los habilita para ser portavoces de la ridiculez inherente al capitalismo y a la globalización que el director ve en la Francia actual y su sistema económico.
La ley de la jungla es de abundantes carcajadas y tiene ideas inteligentes, planteadas con un ingenio inagotable. Es un entretenimiento estético, salvajemente inventivo, y una de las mejores comedias del último tiempo.
Custodia compartida
Una de las genialidades de Custodia compartida (2017), que le valió el León de Plata al Mejor Director a Xavier Legrand, es que comienza como un drama de corte, con una escena prolongada en una mediación entre Miriam y Antoine Besson, recientemente divorciados, quienes luchan por la custodia del hijo menor de ambos. Las perspectivas de ambos padres son contradictorias y no sabemos en quién confiar.
Pensamos que la película mantendrá este enfoque judicial; mas lo que sigue es el drama personal de esta familia, en una narración impredecible donde los personajes se revelan a medida que el relato avanza, permitiendo que el filme se pronuncie sobre temas como el maltrato doméstico, la masculinidad moderna y el empoderamiento de la mujer.
Al metamorfosearse los temas, también lo hace el relato en cuanto a sus géneros, soslayando nuestras expectativas con resultados satisfactorios en lo narrativo y lo emocional. Custodia compartida es un estudio de personajes brillante, que accede a realidades familiares tal vez muy ajenas pero que, sin caer en clichés y prejuicios, podemos entender con compasión y justicia.
No hay un solo plano que sea gratuito; cada uno fue planeado con exactitud y montado de una forma visceral e inquietante, gracias a un guion sólido y de diálogos verosímiles. Legrand es un talento al que hay que poner atención en los próximos años.
Mal genio
1967 y 1968 son, para mí, los años fundamentales del cine de los 60. Y lo fueron para el cineasta Jean-Luc Godard y para su joven novia, la actriz Anne Wiazemsky. La comedia biográfica Mal genio (2017) abarca este período que marcó una profunda inflexión en la vida de un Godard cascarrabias, entre el controvertido estreno de La Chinoise en el ‘67 y las protestas estudiantiles de mayo del ‘68.
El director Michel Hazanavicius asume en la historia la perspectiva de Wiazemsky (el filme está basado en su libro Un an après [2015]). Sin embargo, dado que, además, emula el estilo godardiano de la época con su fotografía, iluminación, montaje, escenografía y un delicioso diseño de vestuario, le es difícil establecer, al principio, a quién le pertenece la historia: hay más de un narrador en off, incluyendo a Godard, mas Wiazemsky es la principal.
Para Hazanavicius el estilo es el contenido y, tal como hizo en El artista (2011), en Mal genio el director reproduce con amor estilos fílmicos de antaño en una narración llena de gags e intertextualidad. Aquí vemos los colores de la bandera francesa profusos en la escenografía, como manifestando cuán representativo Godard fue de su patria entonces, cuando la influencia maoísta se imprimió con vehemencia tanto en el espíritu del cineasta como en su país. El conflicto fue natural en ambos.
Que Hazanavicius se niegue a mostrarlo bajo una luz condescendiente y, no obstante, homenajee su estilo, implica una ambivalencia muy personal entre añoranza y resignación.
L’atelier
Este filme de Laurent Cantet sobre un taller de escritura liderado por una famosa novelista y dirigido a jóvenes de distintas razas y orígenes socioeconómicos, es un certero retrato de la juventud contemporánea en Francia. En L’atelier (2017), vemos a los muchachos discutir, acaloradamente, sobre la naturaleza de la literatura, la composición, el propósito del taller, la percepción de la fama, la determinación del talento, y el presente político de Europa, complejo por la inmigración masiva al continente y los múltiples ataques terroristas que ha sufrido la población gala. La tragedia del Bataclan pesa en las conciencias de los personajes.
Somos testigos del peso de estos asuntos en adolescentes inteligentes, al borde de la adultez, gracias a la habilidad de Cantet de atender a las realidades de sus personajes sin empalagarlas de sentimentalidad. La narración es directa, sin afectaciones. No obstante, la película, en general, carece de energía, incluso cuando las escenas en el taller son intensas y creíbles.
Además, al filme le cuesta encontrar su enfoque. Cuando éste emerge claro en el joven más díscolo del grupo, de ideas de ultraderecha y propenso a la delincuencia, la historia encuentra un poco más de propósito aparte de lo expositivo. La relación entre este muchacho y la autora que dicta el curso es tan fascinante como perturbadora, y el suspenso de que está teñido el filme refleja el de la novela que intentan escribir los chicos del taller. Con todo, L’atelier es digna de tu intelecto.
Basada en hechos reales
Delphine ha escrito una exitosa novela autobiográfica, y mientras firma autógrafos en una feria literaria, llega una atractiva mujer que la cautiva, pidiendo una firma: Elle… y entablan una curiosa relación.
Basada en hechos reales (2017), dirigida por Roman Polanski, es un filme muy parecido a Misery (1990) como para ser considerada una obra original, donde una fan se apodera del proceso literario y la rutina de una escritora, que es justo lo que Delphine necesita cuando Elle irrumpe en su vida: la primera padece el bloqueo del escritor, sobre todo luego de enfrentar su primer gran éxito; abrumada por la fama, le cuesta acceder a la honestidad dentro de sí para crear. Elle la conmina a trabajar… o ya verá.
Aun así, el filme tiene cosas que decir. ¿Por qué Delphine necesita hacer una conexión con una fan? ¿Necesita algún tipo de confirmación? ¿O una musa? ¿La desea? ¿Es mutuo? Elle bien puede ser su alma gemela… ¿o es sólo una proyección? La autora no sabe nada de Elle, nadie la conoce. ¿Cuál es su origen?, ¿existe Elle?
El filme aborda temas tan literarios como el doble, la imaginación, la locura, lo sobrenatural, la metaficción, la conciencia; lo que le da la libertad de moverse de la comedia negra al cine negro, y del thriller psicológico a la amenaza del cuento de fantasmas. Basada en hechos reales no es una obra maestra ni es ambiciosa, pero es elegante y rápida, y hay placer en sus ideas.
Amantes por un día
El término de la relación de una joven mujer y su novio ha sido espantoso, por lo que ella vuelve a vivir con su padre en su piso, donde vive la novia de éste, de la edad de la hija.
Uno pensaría que Amantes por un día (2017) sería una exploración sobre lo que puede pasar por la cabeza de un hombre mayor al enamorarse de una mujer de la edad de su propia hija y cómo esto afecta a ambas. Pero el director Philippe Garrel, difícilmente, halla algo de sustancia en su película.
Está más concentrado en cómo las mujeres se comunican entre ellas, se hacen amigas y se ajustan a la realidad común que les toca ahora vivir, mediante un montaje económico y una fotografía en blanco y negro que evoca el estilo visual y narrativo del cine francés de los 60.
Los diálogos contienen pequeñas observaciones acerca de la experiencia del amor que son bonitas y verdaderas. Pero Garrel abruma su efímera lucidez con escenas reiterativas sobre la trampa de la infidelidad, secretos que no tienen ningún propósito en la historia, y exceso de llanto. El discurso amoroso de Garrel habría sido valioso si los personajes se hubieran transformado, en vez de usarlos él como meros ejecutores de su nostalgia.
Y el título es extraño. ¿Será una metáfora sobre la duración de cualquier relación de cualquier tipo? Tampoco es importante: la somera Amantes por un día precisa desarrollo.
Luce genial. Eso es. Quizá sea suficiente para ti. O no.