REC en su edición más variopinta: detalles de una jornada redonda
05 de Marzo 2018 | Publicado por: Diario Concepción
F. Bañados/ P. Inostroza/M. Castro
Las imágenes valen más que mil palabras. Perdón por comenzar este artículo con un refrán tan conocido y manoseado, pero es que las fotos aéreas tomadas desde el dron de Diario Concepción, no dejan más opción que rendirse ante la evidencia: la impresionante postal aérea de decenas de miles de personas que disfrutaron de la cuarta versión del Festival REC, Rock en Conce, llenando, en toda su extensión, a un Parque Bicentenario que parecía haber sido concebido para este evento.
Es difícil saber cuántos asistentes hubo en los dos jornadas de REC ¿Sumaron 100 mil? ¿Más de 120 mil? Poco importa. Lo único relevante es que el rock, que poco sabe de números y mucho de pasión, vivió una fiesta inolvidable en el que, ya sin ninguna duda, es el festival de música popular más importante del sur de Chile.
Un evento que, impulsado por la administración Díaz, nació un poco para validar el mote de “Concepción, Ciudad del Rock”, reforzando el carácter identitario, y que hoy, al menos de acuerdo a las recientes declaraciones de su sucesor, Jorge Ulloa, debería tener continuidad en el tiempo, más allá del gobierno de turno.
Pero dejemos la política a un lado. El REC, que en su gestación y formulación nunca estuvo excento de polémicas, en esta oportunidad pareció haber alcanzado su madurez, con una parrilla mucho más amplia, que la de las primeras ediciones. En efecto, la apertura del sábado ya daba cuentas de esa diversidad, con una potente selección de bandas penquistas: Lucho Astudillo & Aindiao, Prenauta, Hades INC y Veneno.
Arranque con peso local
Lucho Astudillo debió encarar el siempre odioso horario de apertura, pero no estuvo solo allá abajo y menos arriba del escenario. Un tipo de larga trayectoria que salió acompañado por siete músicos -entre ellos, baterista, percusionista y tres instrumentos de viento- además de dos coristas, plumas en la cabeza y caras pintadas. Ellos eran Aindiao. Difícil hacer que todo eso suene armonioso y no se transforme en un despelote, pero la banda lo logró con creces. Un trabajo perfecto, donde cada cosa sonó en su lugar, potente y dentro de una novedosa propuesta. Punto alto de la jornada.
Prenauta siguió dando forma a la tarde y lo de ellos era una prueba de fuego. Astudillo y todos los del segmento más rockero del evento tienen cuenta de ahorro con la gente, pero este grupo vino a decir “hola, estos somos”. Y lo hicieron con propiedad, exponiendo un rock jugado, no tan convencional y que experimenta con otras vertientes sonoras, de muy buena forma. Sonaron perfectos y la gente los escuchó y se dio tiempo de asombrarse. Una banda para tener en cuenta.
Después vino Hades Inc, marcando un hito. Pequeño e insignificante para los que iban por Fito Páez, pero no menor para nuestra música. Por primera vez se abrió la puerta al metal más puro y brutal y fue con una banda que se lo merecía. No estaban para sorprender y tocaron lo que han hecho siempre, moviendo cabezas y también provocando nostalgia con “Marcha al Olvido”, una de las canciones más emblemáticas del metal penquista. Una canción que merecía estar en REC y una banda que demostró que este no es un festival “fifí”, también se puede ir con polera negra y cantar gutural.
Veneno, por su parte, entró y fue un cañonazo. Usando recursos audiovisuales a su espalda y con un público ya propio, los hermanos Rivera se mostraron más prendidos que nunca, desplazándose con soltura y tocando ese rock a la vena que no dejó a nadie quieto. La banda pasa por su mejor momento y se nota. Disfrutan sobre el escenario y se transmite. Cada riff es una inyección de energía y lo suyo fue un espectáculo ya de nivel nacional. Definitivamente, REC sirvió para consolidarlos y los aplausos de la gente así lo graficaron.
El la recta final
López fue el único grupo en el escenario que ya había estado en versiones anteriores de REC. En efecto, la banda de los hermanos López jugó de local, mostrándole a su público penquista (el mismo que los vio nacer en el “profesionalismo” hace 20 en su debut con los Bunkers), un set equilibrado, dando un justo espacio a las canciones nuevas. Una banda madura, con oficio y que sabe qué teclas pulsar para echarse al bolsillo a una audiencia tan multitudinaria como la de REC.
Gran expectativa había con la presentación de Como Asesinar a Felipes, principalmente porque en dos de sus canciones tuvo como invitado a Billy Gould, bajista de Faith No More. Pero sin duda la banda que levantó al público a esa altura de la tarde fue Sinergia, que llegó a Concepción a celebrar sus 25 años de trayectoria. Y con qué oficio demostró cómo se hace saltar a una audiencia. Una de las pocas bandas chilenas con clara vocación de estadio.
Llegó el turno para los Ases Falsos, banda santiaguina que ha tenido buena acogida en la capital y en México, pero que, hay que decirlo, no ppendpr del todo entre el público asistente al REC, con una presentación donde se marcó una transición en intensidad, y tal vez un cambio de público, esperando la llegada de la propuesta electropop de Javiera Mena. Esta última, más allá de lo musical, recibió un fuerte elogio por su contenido por parte de Movilh, movimiento que valoró sus mensajes en favor de la diversidad, y el uso de banderas del arco iris acompañando sus canciones. “REC sigue posicionándose como un plataforma revolucionaria que ayuda a poner acelerador al cambio sociocultural a favor del respeto a la diversidad” indicó el vocero del Movilh en Bío Bío, Esteban Guzmán.
Leyenda del rock latino
Y finalmente, llegó lo más esperado de la noche, el legendario intérprete argentino Fito Páez, en lo que muchos opinan, fue el mejor cierre que ha tenido una noche de REC. Durante más de 90 minutos, el rosarino hizo cantar a cerca de 70 mil almas que corearon y bailaron todas sus canciones. Y pese a lo sorprendido que se mostró por el frío reinante, no mermó la calidad de su espectáculo. Fito sabe hacerla y partió recordando Charly García y “Rock & Roll Revolución”, para continuar con “Yo te amo”, al que le siguieron dos clásicos, “Giros” y “11 y 6”.
El corolario vino de la mano de “Mariposa Tecknicolor”, “A rodar mi vida”, “Dale alegría a mi corazón” y “Dar es Dar”. Un cierre perfecto para una jornada que el rock penquista jamás olvidará.