La última actuación de Daniel Day- Lewis: El hilo fantasma
24 de Febrero 2018 | Publicado por: Esteban Andaur
Daniel Day-Lewis protagoniza El hilo fantasma (2017), del director Paul Thomas Anderson, cuya primera cinta juntos, Petróleo sangriento (2007), le valió al actor su segundo Óscar como Mejor Actor Principal. Con El hilo fantasma, Day-Lewis bien podría llevarse el cuarto Óscar de su carrera (aunque es difícil con la actuación de Gary Oldman en Las horas más oscuras llevándose todos los reconocimientos).
El actor también ha declarado que ésta será su última aparición cinematográfica, afirmación categórica que ha despertado polémica entre los críticos y el público sobre su futuro en el cine y en medios audiovisuales. No se sabe bien las razones de tan drástica decisión, pero si el actor se mantiene fiel a su palabra, El hilo fantasma provee un gran cierre a su filmografía.
En el Londres de los años 50, la moda es encabezada por el modisto de alta costura Reynolds Woodcock (Day-Lewis), quien se pasa el día dibujando esbozos de diseños femeninos, a pedido de celebridades, la alta sociedad, la realeza, etc., vestidos que prueba primero en sus musas: parejas que tiene por un tiempo y después desecha sin remordimientos. Él vive con su hermana, la circunspecta Cyril (Lesley Manville), en una fastuosa casa en Londres, ella maneja su vida, encargándose de sus negocios, su vida personal, su salud, para que él pueda concentrar todos sus respiros en su trabajo. Después de todo, es un genio, y debe estar tranquilo.
Pero su mundo cambia cuando conoce a una mesera de un restaurante, Alma (Vicky Krieps). La atracción entre ella y el diseñador es instantánea, y en su primera cita, éste la lleva a su taller, donde le pide que se ponga telas y crea maquetas de vestidos sobre ella. Es una escena fascinante, al mismo tiempo que nos perturba al demostrar Reynolds su temperamento: se pone mandón, dice lo que piensa del cuerpo de Alma directamente, aun cuando hiere sus sentimientos; ella se mantiene estoica y, quizá, piensa que a medida que su relación crezca, las asperezas del hombre se irán puliendo.
No es así.
Otro elemento perturbador del filme es la relación del diseñador y su hermana. Dado que viven y trabajan juntos, es natural que sean muy cercanos. Sin embargo, pareciera no haber límites en este vínculo. Para ser un controlador obsesivo y temperamental, Reynolds permite (por no decir <>) que Cyril ingrese a todos los ámbitos de su vida para que su arte fluya desde su espíritu hasta la pluma, y de ahí a las agujas.
Cyril es la única que puede enfrentarse a su hermano y hacerse respetar. Muchas veces, vemos a Alma casi asomándose entre conversaciones entre estos hermanos.
Hay una corriente de impulsos incestuosos que tiñe la narrativa, no porque existan en la historia, sino porque su estructura es tan inusual e impredecible, que los comportamientos perturbadores que despliegan los personajes, anticipan revelaciones chocantes que pueden llegar o no. El hilo fantasma se aproxima cada vez a un final lúgubre. ¿O debería decir fúnebre?
La historia es narrada por Alma, nombre curioso para un filme con la palabra <> en el título. Le cuenta a un personaje (a quien no vemos hasta más adelante) lo que siente por su marido, a quien profesa amar, frente a la chimenea; las demás escenas son flashbacks, hasta que los tiempos narrativos comienzan a confundirse, y nuestra percepción de la película se vuelve por completo onírica.
Anderson quiere elevarnos al éter con un guion que escapa a las fórmulas, y alcanza, tal vez al igual que su protagonista, un diseño único e irrepetible. Un vestido hermoso y exclusivo.
Pero ¿quién lo usará? ¿Una princesa? ¿Un cadáver? La indumentaria es, probablemente, el acto comunicativo más inmediato e incesante de una persona; su componente estético lo eleva a la categoría de arte, y un artista, egoísta y déspota, es lo que Reynolds Woodcock es. También es un hombre supersticioso. Cree en lo que la ropa le hace a la gente si es diseñada para la persona incorrecta, o si es usada en circunstancias desfavorables.
La muerte se cierne sobre él como una sombra tierna, a la que teme pero ya está acostumbrado.
El hilo fantasma es como un sueño febril de este excéntrico modisto, del que no puede despertar. Una vez que el personaje de Alma toma control de la cinta, uno se pregunta si ella estará canalizando a alguien de la ultratumba.
Quiere recuperar el amor y la fascinación que al principio de su relación, Reynolds sintió por ella, difusos en sus estrictas reglas y el mundo sintético que la envuelven. Ahora bien, ¿para qué? Sería más fácil irse, antes de ser descartada como las otras mujeres antes que ella, mas insiste en quedarse. ¿Qué siente por él de verdad?
Sus métodos se vuelven cada vez más inquietantes. ¿Acaso uno puede acceder al ser amado sólo en estados de vulnerabilidad? Reynolds suele escribir palabras y oraciones extrañas entre las costuras de sus creaciones, como conjurando a sus fantasmas personales a través de su arte. Alma saca su pasado al presente, lo atormenta en carne y hueso. Ella impone su voluntad de maneras groseras y agresivas, quebrando la rigidez de él y, por consiguiente, son libres de amarse. Aunque mientras más comprenden la profundidad de su amor, cuánto dependen el uno del otro para crear, la relación pareciera sumirse en una extasiada autodestrucción.
Es una colaboración artista/musa oscura, rayando en lo enfermizo: éste es un sueño de lo macabro, cuya mascarada es el glamur de la moda. El final es de los más ambiguos en la memoria reciente. ¿Es hermoso u horroroso? Es inasible, mas fascinante. Depende de ti. ¿Y es un final o una epifanía? ¿O, simplemente, la historia sigue contándose?
Nuestros sentidos son obnubilados por los opulentos vestuarios desplegados en cada fotograma; un trabajo de cámara hecho por el propio Anderson (quien no tomó crédito por esto) y reminiscente a Kubrick, algo constante en él, como en Petróleo sangriento y The Master (2012); por la partitura bullente y voluptuosa compuesta por Jonny Greenwood, su mejor trabajo con Anderson, que escuchamos durante casi toda la cinta; y los sutiles matices en los gestos de los personajes principales, interpretaciones inolvidables de los actores.
Aun cuando el filme inspire conversaciones interesantes sobre sus temas, no creo que deba demorar 130 minutos. La sección central es muy lenta, no lenta-onírica, sino más bien lenta-estática. Por supuesto que si Anderson quería una atmósfera de ensoñación, el ritmo debía ser parsimonioso, mas habiendo hecho la cosa un poco más ágil, reduciendo, por ejemplo, 20 minutos, El hilo fantasma habría tenido el mismo impacto. El montaje es disperso al punto que se torna efectista y fatigador, no visceral. Aunque la película se recupere después, la ambición de Anderson no deja de ser admirable: es uno de los cineastas más idiosincrásicos e innovadores de la actualidad.
El hilo fantasma es un romance insólito y críptico, pues parte de la asunción universal de que nadie es capaz de entender las relaciones amorosas de los demás. Ciertamente, no la de Reynolds y Alma. ¿Acaso el amor sólo puede emerger guardando secretos? ¿O haciendo de la vida del ser amado un infierno? El recuerdo del filme permanecerá en los espectadores como un fantasma: elusivo, diáfano, cosiendo sus propias intrincaciones por un largo, largo tiempo.
6 nominaciones, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección (Anderson).