Pantera Negra tiene de protagonista a un superhéroe afroamericano, al igual que el elenco principal. Y para una producción hollywoodense de 200 millones de dólares, es revolucionaria. Es uno de los eventos cinematográficos de 2018.
La historia comienza con una narración de un padre a su hijo, sobre cómo se formó su país Wakanda, una nación de varias tribus africanas y cuya tecnología es la más avanzada del planeta a base de vibranio, un metal alienígena. Sin embargo, para el resto de la Tierra, Wakanda reside oculto en un bosque impenetrable en África y es conocido en el mundo como un país tercermundista.
Su rey, T’Chaka (John Kani), era también el Pantera Negra, un rey con superpoderes provenientes de una planta mutada por el vibranio. Pero tras su muerte en Capitán América: Civil War (2016), es el turno de su hijo, T’Challa (Chadwick Boseman) de asumir el trono de Wakanda.
El filme dirigido por Ryan Coogler (Creed [2015]) deviene en una guerra por el trono de Wakanda, cuando un forastero ingresa al país con intenciones oscuras. Lo que pasa es que antes de llegar a esa guerra tenemos muchos desarrollos, muchos giros de tramas, y dos prólogos.
El segundo, luego de la narración mitológica introductoria, transcurre en 1992 en Oakland, California, cuando un niño vislumbra una nave (quizá) espacial surcar el cielo, antes de correr a su edificio de departamentos y encontrar a su padre, un traficante de armas, asesinado.
Pantera Negra está sobrecargada de contenido, y aunque esto pueda ser razonable, le resta cierta fluidez al resultado general. Por consiguiente, la película puede ser descompuesta en tres elementos.
El filme es comparable con Doctor Strange (2016) y Thor: Ragnarok (2017) en su uso del 3D, consiguiendo aumentar el impacto dramático de la película y la eficacia de los efectos especiales, haciendo del CGI algo visceral.
Durante todo el metraje me mantuve asombrado, a veces boquiabierto, por la visualidad de Pantera Negra, donde Wakanda emerge como una nación verosímil, al menos en un relato de fantasía y ciencia ficción, con sus tradiciones, tecnología y ritos propios, y su densa geografía.
En cuanto a la banda sonora, tenemos música rap, electrónica, orquestada y tribal. Están utilizadas en momentos íntimos, como confesiones, y transiciones, por ejemplo; y recordamos el uso porque, si bien la mixtura de estilos es inusual, resulta armónica en las emociones y en su representatividad social.
Ésta bien puede ser la entrega del UCM con el mejor look de la franquicia. Si el CGI es impresionante, también lo son el diseño de vestuario, diseño de producción y el maquillaje y la peluquería. La AMPAS se va a acordar de Pantera Negra el próximo año.
La indumentaria y el maquillaje están inspirados en la diversidad de la cultura africana, elaborando una identidad multicultural dentro de la propia Wakanda, y permitiéndonos ver a la gente negra de una manera impensada en taquillazos contemporáneos. Casi sólo vemos rostros de color y apreciamos su belleza, la hermosa y variada textura de la piel, y los matices del color. Es que Pantera Negra sabe que su existencia hoy se debe en gran medida al color de la piel.
Tal vez el filme esté demasiado consciente de su relevancia social en un EE.UU. con Trump al mando, y es palmario en cada minuto del metraje.
Aquí están los giros de trama. El hijo del traficante de armas muerto al principio, crece para convertirse en uno igual que su padre, con una carrera en la milicia estadounidense, y ahora intenta traficar vibranio.
El personaje es Killmonger (Michael B. Jordan), y su resentimiento social lo lleva a ejercer violencia a sangre fría, y lo convierte en un gran villano. Es malo por un corazón roto, pero, al mismo tiempo, simboliza la lucha que los afroamericanos han tenido en EE.UU. desde la esclavitud. Es por el racismo que los jóvenes afroamericanos se vuelcan a la violencia y a la delincuencia. Coogler sabe esto, y la narración se siente siempre como una fábula urbana.
Mas este enfoque no es del todo beneficioso. Por ejemplo, en algunas escenas de Killmonger, escuchamos hip hop de fondo, cuando se busca trasmitir peligro y autoridad, no recordarnos el origen del personaje, el cual ya conocemos. Por otra parte, en escenas dentro de las instalaciones tecnológicas de Wakanda, la cámara en mano se usa mucho; el diseño de estos sets es tan lustroso y futurista, que lo apropiado era usar cámara fija, para darle gracia a las escenas.
La inmigración es un gran tema en Pantera Negra. La población de Wakanda no quiere ser descubierta por el mundo, debido a que no quieren que su paz sea perturbada y sus avances sean utilizados de formas destructivas. No obstante, de esta forma el gobierno de Wakanda no ayuda a la comunidad negra fuera de sus fronteras, donde viven desamparados. Es triste cuando no ayudas a tus hermanos en problemas.
La crítica social se cristaliza por completo en su actitud inclusiva y sana. La inclusión racial está presente en el único personaje blanco del filme que se une a T’Challa en su lucha por el trono, el agente Ross (Martin Freeman) de la CIA. Y las mujeres tienen un papel fundamental en el relato, ya que son cuatro las aliadas indispensables de T’Challa: su madre Ramonda (Angela Bassett), su hermana Shuri (Letitia Wright), su exnovia Nakia (Lupita Nyong’o), y Okoye (Danai Gurira), la jefa de las guardaespaldas (todas mujeres) del nuevo rey. Ellas cuatro, de personalidades únicas y complejas, compensan bastante, aunque no holgadamente, la desigualdad de género del UCM, ayudando a T’Challa en sus misiones e inspirándolo en su camino a convertirse en un héroe, y en un líder.
En esto último estriban los mayores desafíos que enfrenta el nuevo Pantera Negra.
Dado que la película quiere abarcar cada matiz de ideología y tradición en la cultura negra, estos asuntos son establecidos con la importancia y verosimilitud que merecen, pero hacen que la historia avance con dificultad. Los dos prólogos no son gratuitos.
Lo que tenemos, a grandes rasgos, son tres actos bien definidos. Pantera Negra asciende al trono. Pantera Negra tiene su primera misión afuera de Wakanda. Pantera Negra lucha por su trono en Wakanda.
Pero funcionan como tres películas en una; tienen metas dramáticas específicas y la mayoría son resueltas justo antes de empezar el siguiente acto. Aquí el discurso social está por encima de la cohesión. Lo que aligera la progresión de los eventos, es el crecimiento consistente de los personajes.
Pese a que el humor no abunda en Pantera Negra, éste funciona y no es irritante como en otras entregas del UCM. Sí abundan los diálogos ceremoniosos, los cuales aportan al desarrollo de los personajes, comunicando emociones creíbles.
Con todo, tenemos claro que lo que está en juego en esta disputa de poder es mucho. El conflicto es grave, aunque es presentado con bastante poesía y profundidad psicológica para este tipo de entretenimiento.
Su conciencia social es como la de una peli de Spike Lee, y es algo así como la respuesta blockbuster al cine blaxploitation de los 70, donde los afroamericanos tenían el control de las historias que contaban sobre ellos mismos.
El acto final es épico y hermoso, adecuado para un drama monárquico que nos ofrece inteligentes reflexiones sobre la familia, el sacrificio por un bien mayor y el significado del liderazgo.
Si Pantera Negra había de existir, tenía que ser así. Los tiempos le exigen su carga semántica, y Marvel está a la altura de las circunstancias y derriba muros, diciéndonos que si somos inclusivos, seremos los héroes de nuestro futuro. Pantera Negra es una gran película, lo cual es mejor que ser perfecta.