El nuevo filme de Steven Spielberg fue rodado este año, y entregado a 20th Century Fox en tiempo récord, para un estreno oportuno en temporada de premios y al final del primer año de la administración de Donald Trump. En 1985, Steven Spielberg dirigió su segunda película con una mujer, Whoopi Goldberg, en el papel principal, El color púrpura. 32 años después, acaba de estrenar su tercera película protagonizada por una mujer. Y el momento es oportuno para una historia como ésta. The Post (2017) toma lugar en 1971, cuando documentos clasificados y ultrasecretos del Departamento de Defensa de EE.UU. son retirados, duplicados y enviados al periódico The New York Times. El Times decide publicar los documentos luego de tres meses de edición, y la administración de Richard Nixon censura al periódico, levantando una demanda contra ellos. Días después, The Washington Post recibe los documentos, y su dueña y editora, Katharine ‘Kay’ Graham, interpretada por Meryl Streep, báscula entre publicar o no los Papeles del Pentágono, que revelaban alrededor de 30 años de operaciones secretas y maniobras sucias por parte del gobierno estadounidense respecto de financiar la Guerra de Vietnam y mantener a las fuerzas armadas en ese país, aun sabiendo que no podían ganar. La decisión de Kay, al igual que La decisión de Sophie (1982), sugiere resultados negativos. Kay tiene todo que perder. Se convirtió en la dueña y editora del Post luego de que el dueño anterior, su propio marido, falleciera, habiéndolo éste heredado del padre de Kay. La herencia del diario establece el elemento fundamental de The Post: el sexismo, y cómo entonces era aceptado por todos, incluso por la propia Kay, como la norma. Ante las circunstancias actuales, y trabajando sólo con colegas hombres, Kay no puede evitar cuestionar el estado de su vida personal y profesional, y debe asumir que deberá enfrentar grandes desafíos periodísticos. Es en este clima personal que el jefe de redacción del Post, Ben Bradlee (Tom Hanks) trata de persuadir a Kay de publicar los Papeles, que le harán un bien a la nación y evitarán que más soldados sean enviados a morir en Vietnam. La interpretación de Streep, quizá la mejor que ha entregado desde El ladrón de orquídeas (2002) (sí, hace mucho tiempo), posee las texturas de una mujer compleja e interesante, que aún no ha descubierto cuán inteligente ni fuerte es. Sólo Meryl Streep podía interpretarla; no sólo porque su nombre significa una buena taquilla, sino que es la única actriz de su edad con la autoridad suficiente para personificar a una mujer importante en la historia de su país y hacerla creíble. De alguna forma, Streep ha vivido según la estela de su personaje. Como Bradlee, Tom Hanks proyecta la energía de un periodista que ama su trabajo, tal vez es consumido por éste, y pone la ética ante cualquier óbice. Es la única persona que puede conversar con Kay Graham de una forma razonable, porque él no la menosprecia con rumores de pasillos ni miradas de desaprobación sólo por ser mujer. Ambos se tratan con equidad, y pueden ver con claridad lo que es mejor para el país y el periódico del que están a cargo. Casi una película de los 70 Viendo The Post, pensé en El color púrpura y en The Sugarland Express (1973), la primera película que Steven Spielberg dirigió y que se estrenó en salas de cine, y que fue protagonizada por Goldie Hawn. Los 70 fue la década que vio al cineasta emerger como una voz eminente en el cine estadounidense, consagrándose en los 80 como el más exitoso de su generación. Algo me dice que el New Hollywood no estaba del todo dispuesto a abordar historias de mujeres. No hablo sólo por Spielberg, sino de Scorsese, Coppola y Lucas también. Sin embargo, en El color púrpura y Sugarland, Spielberg ha representado los universos femeninos de sus personajes, íntimos y complicados, de una forma particularmente idealizada, con música arrobadora y una fotografía melancólica, casi acariciando el sueño de un mundo mejor. The Post no está tan alejada de ese enfoque. La fotografía de Janusz Kaminski, habitual colaborador del director, posee fuertes contrastes de luz, evocando a veces su trabajo en la emblemática Rescatando al soldado Ryan (1998), sobre todo en la escena inicial en Vietnam. Mas si hubo algo que extrañé en la fotografía, fue el uso del humo en los sets, que podemos ver en Los cazadores del Arca perdida (1981), E.T. el extraterrestre (1982) y Jurassic Park (1993), entre otras. Spielberg llena los sets de un humo ligero pero perceptible, y los ilumina a través de ventanas o focos, dándole densidad y calidez a los espacios. En The Post, los espacios lucen fríos, carentes de energía, demasiado elegantes para la historia de un diario que nunca descansa, pese a que los protagonistas se muevan en el mundo del poder y del lujo. Según mi experiencia, la cotidianeidad del periodista no es así. El aspecto visual debió ser un poco más desprolijo, para representar mejor la incertidumbre colectiva de entonces, bordeando la paranoia, y también para mimetizarse más con filmes políticos claves de los 70 como Tarde de perros (1975) y Todos los hombres del presidente (1976), sirviendo ésta como una suerte de secuela de The Post, donde Bradlee supervisó la investigación del caso Watergate que culminaría con la renuncia de Nixon a la presidencia. Incluso la visualidad de Sugarland es más similar a estas dos películas, y no creo que sea por proximidad de años: Spielberg compartía esa estética en sus comienzos, y pienso que Spielberg mantiene un anhelo de ser hippie, lo cual queda manifiesto en una escena de protesta en The Post, donde los hippie, con panfletos y guitarras, lucen disfrazados para la ocasión, en lugar de genuinos revolucionarios de la paz. Y el asunto se pone bastante sentimental en momentos en que Graham se abre paso en escaleras atiborradas de mujeres, antes de ingresar a salones llenos de hombres. Una de las cosas que me frustró del filme es que muchas veces no supe interpretar sus sentimientos. Sí pude hacerlo a nivel intelectual, y es que los personajes son más o menos portavoces del pensamiento político de los realizadores, en especial de Spielberg, Hanks y Streep. La cámara y el montaje son bastante estáticos en la primera mitad del filme, donde conocemos quiénes son Kay Graham y Ben Bradlee, pero no todavía lo que está en juego con la eventual publicación de los Papeles, lo cual podemos abrazar con la fluidez que el relato cobra en la intensa segunda mitad. ¿Por qué ahora The Post? Terminando el primer año de la administración Trump, donde el presidente se ha manifestado contrario a la prensa y a los artistas a través de Twitter, había una urgencia por hacer una película como ésta. Los artistas precisos se reunieron para la tarea y rindieron su cuota. The Post no es una obra maestra, pero es una entretención efectiva, y una buena película en cuanto es necesaria para nuestros tiempos. El sexismo está, paulatinamente, quedando en el pasado, aunque la verdad es cada día un término más difuso al ser refutado por los poderosos de manera sistemática. La sensación que quedó en el pueblo estadounidense con la elección de Trump, fue tan ominosa como cuando Nixon triunfó en las presidenciales. El director quiere establecer un parangón entre ambos, y vaya que es certero. Quizá con un poco más de tiempo de preproducción para pulir los matices del guion, Spielberg habría terminado con una película aún mejor.
Dicen que el arte no es tan efectivo a menos que satisfaga una necesidad urgente. El periodismo responde a la urgencia de fiscalizar al poder y servir a la gente. Si Spielberg hizo The Post en menos de un año, para que nos afecte ahora, cuando el mundo necesita ser inspirado, es porque él es un verdadero artista.
2 nominaciones: Mejor Película y Mejor Actriz Principal (Streep).