Una obra maestra: Tres anuncios por un crimen
21 de Enero 2018 | Publicado por: Esteban Andaur
El filme, un drama policíaco con tintes de comedia negra, nos ofrece el mejor trabajo de Martin McDonagh y la mejor actuación en años de Frances McDormand.
Mildred Hayes (Frances McDormand) es una mujer de mediana edad cuya hija Angela es asesinada brutalmente, y siete meses después del crimen, aún no hay arrestos en el pueblo de Ebbing, Missouri, donde Mildred vive. Por lo tanto, en su desesperación, arrienda tres anuncios en una carretera casi en desuso en las afueras del pueblo, y coloca frases increpando a las autoridades locales por su inoperancia.
Es una lástima que el título original de este filme, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, haya sido traducido como Tres anuncios por un crimen, que es como llegó a nuestra cartelera. Ya que el tercer largometraje de Martin McDonagh es, en el fondo, la historia de un pueblo y el hecho horroroso que lo remece, y del que nadie quiere hablar.
Ebbing es presentado como el típico pueblo del sur de EE.UU., sin grandes aspiraciones ni desarrollos, lleno de personajes peculiares (aunque no caricaturas), muchos de ellos de mentalidades arcaicas. Todos se conocen tan bien que es imposible guardar secretos, y es posible hacerle daño a alguien sin esperar una reprimenda. En Ebbing las personas sobreviven y lidian entre ellas de la mejor forma que pueden: jamás podrán salir de ahí, y tienen que aceptarse a regañadientes, como si fueran miembros de una gran familia.
Imagina que un pariente ha cometido un asesinato brutal ante tus narices. ¿Quieres encontrarlo y hacerlo pagar por ello, o prefieres ahorrarte el dolor y fingir que nada ha pasado? Pues eso es lo que acontece en Ebbing, y ante esto es que Mildred se rebela con una furia incontenible, que cobrará varias víctimas en el camino a la justicia.
Una tragedia de vaqueros
Es difícil no ponerse en los zapatos de Mildred. Tiene las agallas de un vaquero, y carga sobre sus hombros el eterno sufrimiento de la pérdida de un hijo. Básicamente, emprende una guerra contra Ebbing, en la cual uno piensa en cada momento que sólo puede perder; sin embargo, los personajes que tiene que enfrentar, el jefe de la policía Willoughby (Woody Harrelson) y el oficial Dixon (Sam Rockwell) también cargan con un peso propio: Willoughby está seriamente enfermo, mientras que Dixon es un racista de mediana inteligencia, que tiene una actitud violenta para disipar especulaciones de que sea gay. Aunque sean unos brutos, los tres son profundamente vulnerables.
Martin McDonagh, realizador británico con inicios en el teatro, aporta a su guion, el mejor de su carrera, una admirable calidad literaria. Los lugares donde toma lugar la acción principal no son muchos, pero son bien cercanos entre sí. Tal proximidad uno la esperaría de una obra de teatro, no así de una película; sin embargo, dado que Ebbing es pequeño, participamos de la dinámica del pueblo, y contemplar las vidas de estas personas en la pantalla es una experiencia visceral.
Asimismo, la historia no cuenta con pasajes de mera contemplación. Los personajes siempre están en acción, ya sea recordando, ejerciendo violencia, redimiéndose, siendo castigados; y lo que tenemos son seres humanos desarrollados por completo.
Estos personajes son impredecibles, y una de las bellezas del guion de McDonagh es que aquí no hay héroes ni villanos. Suena oscuro, y vaya que lo es, pero nos recuerda también lo mucho que el buen cine le debe a la literatura, donde los autores escriben sobre la vida y la naturaleza humana, y los seres humanos somos ambiguos.
En este sentido, Tres anuncios es una especie de wéstern (En Brujas [2008], el primer filme de McDonagh, era cine negro en una ciudad gótica); dentro de la historia cada quien defiende sus propios intereses, y el más fuerte gana al final. Ayuda también la magistral partitura musical de Carter Burwell, de un genial estilo country.
Pero mientras el Oeste está presente en la ambientación y el estilo, lo que subyace es una tragedia pura, donde el dolor de una mujer es de tal envergadura, que llega a un punto en que decide tomar acción al respecto, y el humor cruel, el comentario social y las emociones fuertes se prolongan mucho más allá de la inesperada conclusión.
Tres anuncios por un crimen aborda varios temas controvertidos, como el papel de la mujer en la sociedad, el racismo, el poder de la autoridad, y sobre todo el duelo, tanto en la especificidad de los personajes, como también en su universalidad emocional.
Lo que vemos en la pantalla es un crisol de la vida misma, que McDonagh no adorna ni suaviza con artilugios populistas. La película no defiende ninguna ideología, no es su propósito, si no, no sería tan consciente de cada matiz de sus personajes.
El crepúsculo en Ebbing
El filme también posee varios momentos de belleza poética, como cuando Mildred inicia una conversación entre sus pantuflas. Es más, los anuncios ya son bastante poéticos. McDonagh se beneficia mucho de los elementos cotidianos de Ebbing, Missouri, de sus bosques, su fauna, y su arquitectura, para crear una serie de improbables, más profundos y bellos significados.
Los crepúsculos aquí son muy evocativos. Hay un anhelo, una melancolía desgarradora en el relato, que sólo emerge con claridad cuando el cielo se apodera del cuadro. Son momentos de un especial recogimiento para Mildred, a quien reconocemos como una mujer de verdad en su ira visceral, en su lenguaje soez, en su moral veleidosa, y nos compadecemos por ella.
Es raro en estos días encontrarse con una película de una humanidad tan franca como Tres anuncios por un crimen. Es una obra maestra.