Cultura y Espectáculos

DC Comics se viste de Marvel en Liga de la Justicia

Por: Esteban Andaur 19 de Noviembre 2017
Fotografía: Cedida

El último film de DC no es superior a Mujer Maravilla (de las mejores del año), pero su optimismo y agilidad compensan sus varias inconsistencias.

El regreso de Superman

Ya, si sabías que Superman iba a salir en Liga de la Justicia (2017), así que no es spoiler, no te hagas el de las chacras. Pero no criticaré la aparición del Hombre de Acero. Sólo diré que Henry Cavill está como 15 minutos sin polera, que creo es la razón por la que lo contrataron, y puesto que al actor no le dan espacio para ejercitar su histrionismo.

La historia es el origen de un grupo de superhéroes, la (coro de ángeles) Liga de la Justicia, pese a que, bueno, nunca la llamen como tal durante el metraje. Batman y la Mujer Maravilla convocan a su superamigo Superman y a las nuevas adquisiciones Aquaman, Flash y Cyborg, de quien, debo ser honesto, jamás había oído antes.

A Gal Gadot no le permiten hacer lo que hizo como Diana Prince en Mujer Maravilla, una de las mejores películas de 2017 y la mejor, hasta ahora, del DC Extended Universe. Aquí la Princesa de Themyscira se limita a ayudar a Superman a mostrar su poder, cuando ella es una diosa. Es una oportunidad desperdiciada para la actriz, pues luego del filme de Patty Jenkins, su personaje era la clave de la expectación de Liga de la Justicia, y es marginada a un papel casi secundario.

Por otra parte, Ben Affleck descubre el carisma en Bruce Wayne, y Jeremy Irons al fin está disfrutando ser Alfred. Ambos actores hacen esto, eso sí, por el dinero y la diversión, no por el prestigio.

Ahora bien, Jason Momoa es un descubrimiento como Aquaman, consiguiendo equilibrar el carácter rudo y desafiante del superhéroe con su propio físico impresionante. Los mejores momentos de acción le pertenecen a él, en especial, una breve escena subacuática: es la escena con el mejor look de la Liga, con deslumbrantes efectos especiales y que sirve, incluso, como una especie de teaser de su película individual que se estrenará a fines del próximo año.

Como The Flash, Ezra Miller es la fuerza vital del supergrupo, quien con su ácido sentido del humor crea la alegría de la que tanto dependen los placeres de la película.

Ray Fisher, en cambio, interpreta al tormentoso Cyborg, cuyo origen es muy interesante, y su inevitable película individual sugiere una oscuridad que vale la pena explorar en el DCEU.

Si el casting se hacía mal, habría sido evidente. Pero el elenco principal es lo mejor de Liga de la Justicia, y es suficiente para compensar las varias inconsistencias de su narración.

La influencia de Marvel

La Liga se enfrenta a un villano megapoderoso que destruirá toda forma de vida en la Tierra (¡oh, no!), si ellos no lo vencen antes.

El asunto es bastante pueril, mas es un alivio que no es tomado de la forma depresiva de Batman vs. Superman: El origen de la Justicia (2016), sino con un optimismo y una energía narrativa habitual de las películas de… ¿Marvel? Hmmm.

Sí, lo que hace Liga de la Justicia es emular los diálogos irónicos, las tramas absurdas, el énfasis de la acción por sobre la narración, etc., que las entregas de los Avengers (o Vengadores, en español) nos han acostumbrado a ver. Y le sirve bien: la Liga cumple con entretener y alegrar al público, pese a ser derivativa, atolondrada y, profundamente, irregular. De alguna manera, los ejecutivos de Warner Bros. tenían que caer en la cuenta de que la clave está en la diversión, no en la depresión.

The Avengers (2012) y Avengers: Era de Ultrón (2015) son entretenimientos bien mediocres. El éxito de estas películas se debió a que reunieron a los públicos de los filmes de superhéroes individuales que las precedían; no porque fueran historias magníficas.

Liga de la Justicia funciona de la misma forma. El humor está usado correctamente, es sarcástico, las escenas de acción son extensas, el ritmo es veloz, la historia no se detiene nunca a desarrollar temas ni personajes. El filme se precipita en entretener lo más rápido posible, sin dar la lata a nadie por dos horas. No es una obra maestra, está lejos de ser perfecta y original; mas provee lo básico, lo más fácil: escapismo y buenas vibras.

Un enfoque cuestionable

La película es la tercera vez que Zack Snyder se pone detrás de la cámara en un filme del DCEU. Él fue el responsable de iniciar la franquicia en 2013 con El Hombre de Acero, una película demasiado estruendosa y pomposa para ser la primera de un universo extendido. Snyder ve dramatismo en los efectos especiales y no en la narración, y eso ha sido un craso error.

Tal enfoque le ha conferido a las entregas subsiguientes un tono superficial, cuyo encanto reside en lo que ya sabemos de los superhéroes, en lugar del carisma que generan en la pantalla. El estilo sombrío de Snyder es inadecuado para este tipo de películas, como ya vimos en Batman vs. Superman, y que siga estando al mando del barco me deja perplejo. Incluso como productor ejecutivo de Escuadrón Suicida (2016) no fue capaz de sacar algo sobresaliente.

Mujer Maravilla (2017) fue la gran mejora. No sólo él no estaba dirigiendo (aunque sí era el productor), sino que lo hacía una mujer, la inmensamente talentosa Patty Jenkins, y el resultado fue un clásico relato mitológico.

Snyder fue astuto al empaparse de la alegría de Mujer Maravilla para dirigir Liga de la Justicia. Batman y Superman pueden volver a aparecer aquí, pero es la Mujer Maravilla quien tiene el corazón de los espectadores y los críticos; Snyder debía absorber bastante el estilo de Jenkins para hacer una buena película. Sin embargo, otra cosa es aludir, asimismo, a los eventos de MM; porque es como si Snyder asumiera que debe recordarnos a cada momento la historia anterior, para disimular sus propios tropiezos y, así, persuadirnos.

Ahora bien, lo que nunca podré aceptar de Snyder es su uso del color. No sabe distribuir el color en sus planos de una forma estética, menos emocional. Sus planos no comunican nada, la paleta de colores es antojadiza y limitada; por lo tanto, los planos no se ven interesantes, lucen bastante feos. Y el director tiene la tendencia de teñir secuencias largas de un solo color, por ejemplo, la secuencia de acción del clímax. La visión es, justificadamente, roja; pero es un rojo sin vigor, y ya que dicho color interviene cada píxel de los cuadros, es un boicot al clímax. Un rojo apocalíptico que es desagradable en vez de extático.

Conclusión

Liga de la Justicia es entretenida, mas no posee sustancia épica, acercándose más a un final de temporada de dos horas de un show de la Liga, que a un largometraje cinematográfico.

Lo único que quiero es ver Aquaman en 2018. Será espectacular.

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