Una alucinante extravagancia de superhéroes, eso es Thor: Ragnarok

05 de Noviembre 2017 | Publicado por: Esteban Andaur
Fotografía: Cedida

El tercer filme del Dios del Martillo, digo, el Dios del Trueno, es una de las entregas más osadas y psicodélicas de Marvel, llena de humor ácido e ingenio puro, y asombrosos efectos especiales.

Lo mejor del UCM este año

Mi papá me dijo que no iría a ver Thor (2010), porque era un tipo con un martillo. Y tenía razón. Él y yo habíamos crecido con los sables láser, y por muy mitología nórdica que fuera, por muy qué Thor fuera el Dios del Martillo, digo, el Dios del Trueno, no me inspiraba el misticismo de la franquicia de Star Wars, por favor. Y, honestamente, las películas de Thor son las más débiles del UCM.

Además, mientras 2016 fue un año sólido para estos superhéroes, 2017 ha sido un año extraño. Los filmes han ido de mal a mejor, empezando por la ridícula y grotesca Logan, y la efectiva Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Después vino Spider-Man: De regreso a casa, de una nostalgia encantadora.

Estaba escéptico por Thor: Ragnarok; pero es lo mejor de Disney/Marvel este año, un logro a la par con Capitán América: Civil War y Doctor Strange (ambas de 2016), efervescente en originalidad, y que rectifica las dos entregas anteriores del Dios del Trueno.

Un espectáculo de risas

Thor (Chris Hemsworth) debe enfrentar a la Diosa de la Muerte, Hela (Cate Blanchett), luego de que ésta toma control de Asgard, el reino creado por su padre Odín (Anthony Hopkins), y así impedir que se desate el Ragnarok, una especie de apocalipsis nórdico en que varios dioses mueren. Ésta es una comedia, sin embargo, encuentra el equilibrio perfecto entre el humor y el espectáculo de efectos especiales.

El neozelandés Taika Waititi asume la dirección de Thor: Ragnarok. Ésta es la segunda colaboración de Waititi para los estudios Disney, si contamos su aporte a la primera versión del guión de Moana (2016). Thor: Ragnarok, no obstante, es su primer largometraje para Marvel, sin contar dos cortometrajes que realizó sobre Thor, Team Thor (2016) y Team Thor: Part 2 (2017). Ambos pertenecen al género del falso documental, y sólo podía desear que un filme de Marvel tuviera ese enfoque. Y, asimismo, fue ahí donde vi por primera vez los dotes para la comedia de Chris Hemsworth, que, según yo, es lo mejor de su capacidad histriónica.

Luego vino la muy controvertida Cazafantasmas (2016), donde, después del protagónico de Kate McKinnon, Hemsworth fue lo mejor de la película en un hilarante papel secundario.

Y ahora, en Thor: Ragnarok, el actor australiano nos brinda su mejor personificación del dios nórdico, gracias a un guión lleno de un humor irreverente y cínico, fiel al estilo que Waititi mostró en los cortos mencionados, y que le permite a Hemsworth explotar al máximo su talento.

Aunque ya hayamos visto el cinismo desplegado en pantalla en películas anteriores del UCM, en Ragnarok no es agotador y menos predecible; puesto que cada chiste está afirmado en un inacabable ingenio, por lo que las risas son efectivas y emergen siempre como gratas sorpresas.

El espíritu optimista del filme restaura la diversión y la alegría inherente a los relatos de superhéroes que acostumbramos a ver en el cine. Thor: Ragnarok sabe que no es profunda y no pretende serlo.

Grandes actuaciones

Hemsworth puede ser el actor principal de la película, pero no es el único: Thor: Ragnarok posee una plétora de grandes actores en papeles secundarios.

Loki, el malvado y torpe hermano de Thor, es interpretado una vez más por Tom Hiddleston, cuya aparición es graciosa, pues él es el típico villano cuyos planes son frustrados y no tiene más opción que someterse al triunfo del héroe de turno. Que el héroe sea su hermano lo hace todo más risible, como una comedia de relaciones humanas. Divinas, en este caso.

Cate Blanchett, como la Diosa de la Muerte, hace lo que puede: su tiempo en pantalla no es mucho; pero Waititi le proporciona su cuota de humor, para que el personaje se mimetice con éxito con el tono del filme, y la presencia regia de Blanchett inviste a Hela del aire intimidante que necesita para emerger como una villana temible e inolvidable.

Anthony Hopkins regresa en melancólicos e importantes flashbacks. Tessa Thompson, el interés romántico de Adonis Creed en Creed (2015), es una Valquiria, guerrera de Asgard, y es quizá el primer personaje queer de Marvel, aunque su orientación sexual se sugiere muy sutilmente. Ambos intérpretes son cómicos y dramáticos al mismo tiempo.

El efecto Goldblum

Pero es Jeff Goldblum quien se roba el show. Goldblum es un actor que, a diferencia de Hemsworth, es reconocido por su talento cómico, y es la razón por la que Waititi lo eligió para interpretar al Gran Maestro, la autoridad máxima del planeta Sakaar, el cual funciona como un depósito de basura intergaláctico. La interpretación de Goldblum es como un Jabba humano, con ese humor excéntrico y sarcástico que lo caracterizó en Jurassic Park (1993) y Día de la Independencia (1996), e incluso en La mosca (1986). En lo personal, creo que estoy tan acostumbrado a verlo en comedias, que me reí apenas lo vi, pero no es sólo su presencia, el actor se arroja al humor de Waititi con tal facilidad, que el resultado es un villano tan despreciable como entrañable.

El Gran Maestro, además, rige un raro coliseo galáctico, donde elige de sus prisioneros a luchadores para enfrentarse a Hulk, interpretado por Mark Ruffalo, a quien vemos la mayor parte del tiempo en su imponente forma verde, que le exige al actor una comedia física insospechada, y que Hemsworth debe igualar en cada fotograma en que salen juntos.

La pelea entre Thor y Hulk en este coliseo me recordó a la Cúpula del Trueno en la que Mad Max peleó por su vida en 1985. La escena funciona en Ragnarok como una genial escena de acción, excitante y vistosa, motivada por las emociones en juego, y el resultado es una escena que usa la creatividad y el humor en pos de construir el impacto dramático del filme.

Un visionado psicodélico

¿Recuerdas que, cuando eras niño, veías a través de un caleidoscopio y los colores cambiaban de forma y tonalidad, y eso te fascinaba durante minutos? Bueno, ver Thor: Ragnarok produce, más o menos, la misma sensación. Doctor Strange aparece en un par de escenas, y la visualidad de Ragnarok es similar a la de su propia película.

Los efectos especiales son asombrosos, ayudados por una paleta de colores vivos, como los de un arco iris. La dirección de arte mezcla ciudades tecnológicas y mundos mitológicos con armonía, permitiéndole a la fotografía adquirir, a veces, texturas bizantinas y románticas. La partitura no es, a lo mejor, memorable, pero es reconocible, en cuanto está hecha con sintetizadores, y el sonido electrónico le da una innegable estética ochentera al relato.

En fin, Thor: Ragnarok es un espectáculo extravagante de Marvel, que funciona tanto como cine de autor y un blockbuster inteligente y creativo.