Cultura y Espectáculos

Alberto Fuguet, en Concepción: “Exponerse, al final, igual es un disfraz”

Por: Ángel Rogel 05 de Noviembre 2017
Fotografía: Carolina Echagüe M.

El escritor habló “VHS (unas memorias)” su último libro, el ejercicio de recordar y las películas que ahora son clásicos.

Una hora antes que Alberto Fuguet exponga y firme libros en la librería “Qué Leo”, en la Plaza Perú, ya hay un importante número de adolescentes premunidos de las más variadas obras del autor.

El también realizador cinematográfico, que supo retratar una época y una generación en sus trabajos, la de los noventa, a juzgar por lo visto el viernes en la tarde, sigue siendo influencia para las actuales generaciones, aunque él diga medio broma medio en serio, no ser un millennials.

En Concepción, cumplió con una serie de actividades, pero todas ligadas a su último trabajo “VHS (unas memorias)” que los críticos han calificado como su retorno a la no ficción. Y claor, es en esta área donde están algunos de sus mejores trabajos, como Missing.

No obstante, Fuguet cree que hay distintas capas de exposición y que hoy algunas definiciones han ido cambiando.

“No tengo Facebook, o sea tengo un poquito (existe un fan page, que revisa en ocasiones). La memoria significaba mirar hacia atrás, pero ahora significa el espacio que tenemos en el teléfono… o lo que te recuerda las redes sociales, cosas que probablemente no quieres recordar, quizás con alguien con quien ya no estás, uf, qué horror o qué pena que las cosas se acaban o ya no ocurren… Entonces me parece que el término memoria es distinto al de unos años atrás”, explicó el escritor.

Dijo que son “unas memorias” porque no son todas y son subjetivas. “Esto es como ir al bar con un amigo y conversar. Ahora para comentar estas cosas es bueno tener distancia, porque todos tenemos memoria”, relató.

– Al inicio del libro hablas del ejercicio de exponerse de forma total. ¿Crees que lo lograste con VHS, si es que ese era tu objetivo, por cierto?

– Exponerse entero no, porque estos son “Unas memorias”. Yo creo que uno nunca se va a exponer del todo, incluso, estando con alguien en la intimidad. Una de las palabras que me llaman la atención, que utilizan los críticos, los periodistas, es cuando dicen “te desnudaste”. Como si la desnudes fuera clave en la existencia de las personas. Uno puede ir a una playa nudista y no puede saber nada de las personas. Creo que hay mucha más intimidad en un café. Exponerse, al final, igual es un disfraz. A veces, uno prefiere exponerse porque no quiere hablar del presente.

– A propósito, cuando se habla de tu obra, ya sea cinematográfica o literaria, se alude a la ficción o a la no ficción. ¿Cómo concluyes que será tu próximo proyecto, tiene que ver con lo que decías?

– Bueno, antes que pudiera resolver la posibilidad de hacer películas, la pregunta era escribir o filmar. Ahora, la pregunta se amplió. A mí no se me ha ocurrido escribir un libro de no ficción. He escrito libros que me gustan mucho como “Apuntes autistas” que es un libro de no ficción. Pero, después, me di cuenta que hay distintos grados, es decir, se puede llegar aún más, a los afectos o mezclar lo que sientes con lo que viviste.

– Es curioso lo que planteas, porque en “Tinta Roja”, también hay mucha memoria…

– Sí, hay mucha, es autobiográfico, pero lo que ahí falta es que el personaje sea más yo. Ahí aposté por un personaje llamado Alfonso. Es una biografía más real, no sentimental, no emocional (…). Me doy cuenta que hay varios tipos de no ficción. Probablemente en el futuro escriba un libro de no ficción que sea menos expuesto que este, no siempre hay que exponerse, sobre todo, sobre todo si hace frío. Depende del momento. Este libro era sobre películas malas. “Tránsitos” es un libro serio, donde no correspondía contar pajas mías, en el sentido literal de la palabra, este (libro) es mucho más placentero.

– Bueno, tú haces una distinción al inicio, entre las películas B y los clásicos de los ‘70 que hoy conocemos.

– Sí, quería apostar por películas que no fueron tan aplaudidas por la masa, el canon o la crítica. Creo que el público nuevo puede enganchar, porque hay menos miedo e Internet permite que se abran más nichos. Estas películas eran escoria y ya no lo son. Bill Murray es canon y Spielberg también. Y yo hablo de películas que inspiraron a Stranger Things y películas que nunca imaginé que serían vistas con cariño o clásicos. O sea, vi Blane Runner donde penaban las ánimas.

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