Cultura y Espectáculos

Después de estar Furiosa, Charlize Theron se pone Atómica

Por: Esteban Andaur 10 de Septiembre 2017
Fotografía: Diseño Diario Concepción

La actriz ganadora del Óscar se consolida como la estrella femenina de acción actual, en una película de espionaje esteticista, con excelente música e intensas escenas de acción.

En 1989, justo antes de la caída del Muro de Berlín, a la espía británica Lorraine Broughton le asignan la misión de recuperar una lista de agentes dobles (británicos/soviéticos), perdida en la capital alemana. La lista ya ha cobrado la vida de un agente muy cercano a Lorraine, y si cae en las manos equivocadas, la inteligencia occidental correrá un gravísimo peligro.

La ganadora del Óscar Charlize Theron consigue, con los más mínimos gestos, dotar de complejidad psicológica a Lorraine en Atómica (2017). No es lo que ella hace, sino cómo reacciona a lo que acontece a su alrededor lo que es inesperado; Theron burla nuestras expectativas con los matices de su rictus y crea una heroína no convencional, merecedora de nuestra curiosidad y empatía. A Lorraine la atormentan recuerdos de amantes, y toma baños de hielo en tina, para aplacar las heridas de su cuerpo. Quizá también las de su consciencia. Lorraine anhela la redención como la Imperator Furiosa en Mad Max: Furia en el camino (2015), el más icónico papel de Theron, y Atómica la consolida como la estrella femenina del cine de acción actual.

Jamás dudamos de la fuerza física de Lorraine, equivalente a la de todos los hombres que enfrenta durante casi dos horas de metraje. Es enviada a Berlín, justamente, por su talento para la violencia. Y aunque se muestre estoica en momentos de extremo dolor emocional y físico, la eterna fatiga en su mirada revela cómo se siente respecto a su trabajo; y de no ser, además, por su quijada tenaz, esta rubia espía no nos inspiraría confianza en su supervivencia.

Si las primeras escenas nos sugieren un romance que Lorraine mantuvo con otro agente, ya en Berlín emprende una relación con la espía francesa Delphine Lasalle (Sofia Boutella, recuperándose de su personaje del título en La momia hace pocos meses). Su relación se limita al sexo, debido a que ambas deben operar en la clandestinidad. La película es inteligente y contemporánea al tratar esta relación con dignidad: no es un vínculo romántico, al menos no para Lorraine; pero ambas se preocupan, genuinamente, por su bienestar mutuo, dotando de realismo a estos personajes.

Las canciones pop de los 80 guían nuestras emociones a través de este sexy affaire y cada vínculo, patada y disparo de Lorraine en el filme. Atómica bien puede ser la película que mejor suena de lo que va de año. Además de los efectos de sonido, la música es tan protagonista aquí como la propia Theron. Escuchamos a George Michael, The Clash, Siouxsie and the Banshees, New Order… Es la banda sonora new wave de mi propia adolescencia, que vi pasar ante mis ojos en el cine. Entrar a ver esta película fue como entrar a la disco de mis sueños.

Incluso la voz de Lorraine tiene un sonido particular. Para ser británica, su acento necesita más ensayos. Uno sospecha de la actuación de Theron, quien nos ha sorprendido por decisiones actorales audaces que demuestran todo su compromiso con su oficio. Pero no es ella; es que Atómica tiene sorpresas hasta el final.

Aunque la trama es inteligente, en varios pasajes el guion es poco claro. Porque aquí lo que prima es una certera reconstrucción de época, enfática en grafitis y moda punk, y el estilo de la narración visual. Dirigida por David Leitch (John Wick [2014]), Atómica nos recuerda que el director es diestro en esto último. Basta con visionar un extenso y sangriento plano secuencia en un edificio, posterior a una marcha en el Berlín Oriental, donde director y actriz nos muestran de lo que son capaces, creando la mejor escena de la película.

La cámara de Leitch adora el movimiento elegante y las luces de neón en contextos grises. Incluso el vestuario presenta breves motivos turquesas y rosados (durante la marcha ya mencionada), que evidencian su cuidado por cada aspecto visual de sus composiciones. El uso del color acerca el aspecto del filme al de un cómic; de hecho, Atómica está basada en la novela gráfica The Coldest City.

Este es un filme esteticista; aunque es bastante violento, se aleja de la brutalidad convencional del género (al igual que Furia en el camino). Es como <<cine arte de acción>>, si existe tal género. Es más, la encontré afín al cinéma du look de Luc Besson. Por ende, pese a que entretenga a varios, el filme es para un público más selecto, y con los años se convertirá en una película de culto. Atómica es la Nikita (1990) de nuestros tiempos.

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