Cultura y Espectáculos

Oscar 2017, o el premio a lo políticamente correcto

Más allá del error con la mejor película, la Academia desaprovechó la oportunidad de dar un mensaje contundente contra medidas de Trump. En lugar de eso optó por premiar, postergando la calidad.

Por: Diario Concepción 05 de Marzo 2017
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Más allá del error con la mejor película, la Academia desaprovechó la oportunidad de dar un mensaje contundente contra medidas de Trump. En lugar de eso optó por premiar, postergando la calidad.

 

Esteban Andaur Contacto@diarioconcepcion.cl

Si hubo un leitmotiv en la 89ª entrega de los Premios de la Academia, fue, cómo no, el Presidente Donald Trump. Fue una velada extraña. La comedia desplegada por el anfitrión, Jimmy Kimmel, fue elegante a veces, aguda y provocativa en sus alusiones a las políticas migratorias del presidente y a su afición por Twitter; otras, como sus bromas a Matt Damon, estuvieron bien, pero fueron excesivas al punto que se volvieron irritantes.

Y hubo otras bromas, como la referente al nombre más o menos complicado de Mahershala Ali, que fue, por decir lo menos, incómoda. Está bien, impertinente. Fue irrespetuosa, y Ali tuvo que reírse nomás, pues nadie hubiese tenido otra alternativa en su lugar. Ese tipo de chistes se repitieron de vez en cuando durante la ceremonia, pero Kimmel sabe decir hasta lo más agresivo con un desplante natural. No me molestaría verlo el próximo año, o cualquier año, como el anfitrión, pero no lo echaría de menos.

Los discursos, como era de esperar, estuvieron teñidos con críticas solapadas y directas hacia The Donald. Uno de los momentos más incendiarios y conmovedores fue la declaración antimuro de Gael García Bernal. Admiré su valentía e integridad, y su correcta elección de palabras. No fue una declaración indecorosa, sin embargo, directa y empática con su pueblo.

El problema real de este año, sin embargo, no fueron los discursos para mí. Fueron los premios en sí y sus circunstancias.

Mejor Película Extranjera

En protesta a la prohibición impuesta por Trump de aceptar a inmigrantes de países musulmanes en suelo estadounidense, el cineasta iraní Asghar Farhadi decidió no asistir a la ceremonia, en la que su película The Salesman competía como Mejor Película Extranjera. Hasta entonces, la favorita en ganar era la magistral Toni Erdmann de Alemania. 

Después de la respuesta de Farhadi, todo dio un giro que le dio un segundo Oscar en la categoría después de ganarlo cinco años antes por La separación en 2012. Lo agradable del asunto, para mí, fue que el premio fue anunciado por una de mis actrices favoritas, la leyenda del cine Shirley MacLaine.

Pero el asunto es el siguiente: ¿de verdad premió la Academia a la mejor película de la categoría?

Veamos. Toni Erdmann ha sido calificada como la mejor película de 2016 por Film Comment, Sight & Sound, Cahiers de Cinéma, y yo. No The Salesman. Lo cual no quita el hecho de que este último sea un buen filme. Sólo que no el mejor. Era fácil para Farhadi perderse la ceremonia en medio del clima de odio que he sembrado el presidente estadounidense desde el día que ingresó a la Casa Blanca, y de esta forma, ganarse ese segundo Óscar. Pero él no es cuestionable, sino la Academia.

Era de esperarse que el anfitrión, los discursos de aceptación y algunas intervenciones de los presentadores aludieran a la presidencia. Pero otra cosa muy diferente es que los propios premios sean entregados basándose en eso. Porque, en ese caso, no se está premiando el cine, sino cualquier cosa que se aleje de los méritos artísticos del séptimo arte que se lograron durante un año calendario.

Lo anterior también me llama la atención, por decir lo menos, porque la candidata más fuerte, Toni Erdmann, está escrita y dirigida por una mujer, Maren Ade. ¿Hay algo sexista en medio de esto? Con todo, era más fácil para la Academia premiar a un director hombre ya ganador de un Óscar, justificándolo en cuestiones políticas, que a una mujer que acaba de hacer uno de los filmes más grandes de la década y que, además, ya cuenta con un remake americano a punto de comenzar su producción. 

O sea, no sólo Toni Erdmann ha sido abrazada por la crítica, sino que el público también ha quedado cautivo de su irresistible historia de un padre y una hija fuera de lo común.

¡Desastre, desastre!

Ya que el 2017 marca el 50º aniversario del estreno de Bonnie y Clyde, qué mejor que honrar al clásico de gánsteres que presentando el Oscar a la Mejor Película con sus sendos protagonistas, Faye Dunaway y Warren Beatty, ambos ganadores de la estatuilla. 

Warren abrió el sobre con el filme ganador. Se demoró en leer lo que contenía y, titubeando le entregó el sobre a Faye, quien proclamó a La La Land como la triunfadora. Minutos después, con todo el equipo del filme arriba del escenario y sus productores agradeciendo, uno de ellos, Jordan Horowitz, de pronto anunció que había ocurrido un error, y que Moonlight era la verdadera ganadora. 

No sé por cuánto rato contuve mi respiración frente a la tele. Jamás había sucedido una cosa semejante en la historia de los premios. Mi impresión no se debía sólo al error descomunal del anuncio: estaba viviendo un momento histórico de los Óscar aunque uno infame. Shirley MacLaine, hermana mayor de Warren, estaba estupefacta en las primeras filas.

En fin, la empresa consultora, Price Waterhouse Coopers, olvidó descartar el sobre duplicado que indicaba a Emma Stone como Mejor Actriz por La La Land. ¡Ajá, eso era! Y Warren y Faye cayeron. Cómo le pudieron hacer una cosa así a Bonnie y Clyde, no me lo explico.

En cualquier caso, creo que la confusión se debió a que todos estábamos mentalizados en que La La Land ganaría, que ni Warren ni Faye, con el error frente a ellos, pudieron advertirlo. No es su culpa. ¿Cuándo se le había dado el mayor honor de Hollywood a un filme sobre un afroamericano gay y pobre? ¿Quién lo creería, aunque fuera el filme estadounidense mejor evaluado del año?

Lo cierto es que Moonlight ganó, y es una ganadora revolucionaria por lo que significa para la sociedad específica que representa y, además, para el cine independiente, siendo la película más barata en llevarse la estatuilla (su presupuesto fue de $1.5 millones de dólares). 

Pienso que, al mismo tiempo, rectifica lo que ocurrió con El color púrpura de Steven Spielberg, cinta en muchos aspectos superior Moonlight. Con 11 nominaciones, no se llevó nada, siendo a la fecha la mayor perdedora en la historia de los premios. ¿Cómo iban a darle el Óscar a Mejor Película (que lo merecía) a una historia sobre mujeres afroamericanas pobres de principios del siglo XX, y que también tocaba el tema del lesbianismo? Se la dan a la que tiene a un protagonista varón, claro.

The End

El asunto no termina aquí. Creo que la indignación general ante esta versión de los premios, se debe a que no muchos estaban realmente emocionados por las películas en competencia. El cine afroamericano fue el mejor cine producido en EE.UU. en 2016, por lo tanto, los ganadores de este año se lo merecían. 

Con todo, pese a la diversidad étnica de los filmes, la mayoría de éstos representaban la opción segura. ¿Qué pasó con el cine independiente? Por ejemplo, La bruja de Robert Eggers tenía grandes posibilidades de granjearse una nominación en categorías pesadas como Película, Director y Guion Original, y en técnicas. Fue popular con la crítica y el público, mas ignorada por la Academia.

La presencia de Meryl compitiendo por un Óscar se debió a que la Academia no sabe cómo manifestarse públicamente en contra de medidas políticas repudiables; por lo tanto, utiliza sus premios para tal fin, los cuales, reitero, terminan siendo justamente cuestionados.

En otras palabras, si iban a premiar a The Salesman como la Mejor Película Extranjera, ¿por qué no, sencillamente, declarar la categoría desierta? ¿O haberles dado a todos los directores en competencia un Óscar? ¿O crear un premio humanitario especial que se entregue durante la ceremonia? Es una buena idea, ya que el mérito artístico puro no está siendo reconocido.

Oscar Vs. Trump

El discurso de la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, no le hace ningún favor a las madres mexicanas deportadas hasta ahora, ni a los inmigrantes que no pueden entrar a EE.UU. ¿Por qué? Porque en su discurso nunca pronunció la palabra <Trump>. Si la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas reacciona a través de sus galardones ante el presidente de la nación, lo hace mal. Debe hacerlo, precisamente, en el mismísimo discurso de su propia presidenta. Demasiadas buenas intenciones que demuestran la completa incapacidad de los Premios Óscar, una instancia artística, de mostrarse, apropiadamente, como una instancia política (que lo es).

Si esa es la actitud, entonces ¿por qué no le dieron el Óscar a la verdadera Mejor Actriz Principal, Isabelle Huppert? Ella también es <extranjera>. ¿Y por qué no consideraron a Elle y Toni Erdmann para Mejor Película? 

Lo terrible es que podemos especular que la Academia no le quiso entregar el Oscar a las mejores películas del año, por el simple hecho de que no eran producciones estadounidenses, valiéndose del subterfugio de la incertidumbre político-ética de su país. El remake de Toni Erdmann va a alejar a los espectadores americanos del esplendor de la original, puesto que ellos desdeñan los subtítulos, caray.

Aunque el error al final de la ceremonia no hubiese ocurrido, seguiríamos riéndonos.

Post créditos

Oh, y sobre el Óscar al Mejor Maquillaje y Peluquería de Escuadrón Suicida… Bueno, si el filme de superhéroes fue vilipendiado por los críticos, debo decir que las malas películas suelen tener virtudes, sobre todo en el aspecto técnico y estético, que fue lo que se reconoció el domingo. Escuadrón Suicida presentaba el trabajo más original en su categoría y tiene bien ganado su Oscar*. Así que si piensas que es mala, adelante, quédate tranquilo, puedes tener razón. Pero recuerdo que cuando la critiqué el año pasado, dije que era una experiencia visual bastante buena.

*Nota del editor: ¡El trabajo de maquillaje de Star Trek Beyond era muy superior!
 

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