Cultura y Espectáculos

De títeres y origamis mágicos: Kubo y las dos cuerdas

La mejor película animada de 2016 acaba de ser nominada como tal para la próxima entrega de los Premios de la Academia, además de sumar una segunda nominación por sus efectos visuales.

Por: Diario Concepción 26 de Enero 2017
Fotografía: imagenPrincipal-6837.jpg

La mejor película animada de 2016 acaba de ser nominada como tal para la próxima entrega de los Premios de la Academia, además de sumar una segunda nominación por sus efectos visuales.
 

Esteban Andaur
Contacto@diarioconcepcion.cl

Laika, estudio estadounidense especializado en animación stop motion, ha producido uno de los mejores filmes del año pasado, Kubo y las dos cuerdas, que es también la mejor de las nominadas al Óscar en la categoría de Mejor Película Animada.

En el antiguo Japón, Kubo, un niño que vive en una montaña con su madre, suele bajar a la aldea cada mañana a contarles cuentos a la gente, usando papeles mágicos que representan las escenas de los relatos, volviéndose origamis al son de la guitarra que toca el niño. Él tiene un solo ojo: llegó a la aldea con su madre huyendo de sus tías, quienes lo perseguían para arrebatarle el ojo que le quedaba y entregárselo al abuelo de Kubo. Y pronto tendrá que huir de nuevo, y con la ayuda de un Mono y un Escarabajo, deberá encontrar una armadura mágica que lo protegerá de la amenaza de su abuelo, el Rey Luna.

La historia suena mágica y retorcida. Pues lo es. Kubo y las dos cuerdas es una película oscura y violenta, lo que podría ser inconveniente para el visionado de niños muy pequeños. Aunque yo los alentaría a que la vieran; a pesar de que el contenido sea complejo, los mensajes que el filme entrega sobre la vida son edificantes, beneficiándose de la oscuridad inherente a la historia.

Kubo y las dos cuerdas es un viaje, por lo que quienquiera la vea se conectará inmediatamente con el relato. Éste alcanza rasgos míticos, debido a que su estructura narrativa se lo permite, y porque el filme está, profundamente, comprometido con temas espirituales.

Las películas animadas no me han impresionado mucho desde Intensa-mente y Anomalisa (2015), pero Kubo y las dos cuerdas las supera a ambas. Es más original, y su profundidad apela y deslumbra tanto a niños como adultos. Ver esta película en la pantalla grande fue una de las experiencias más bellas que el cine me ofreció el año pasado. Fue como si Akira Kurosawa hubiese hecho una película para niños. Bueno, luego de ser exhumado, claro.

El filme está lleno de sorpresas y su magia tangible debe ser experimentada de manera personal.

En cuanto a aspectos técnicos de la película, como la banda sonora, me gustó el uso de una canción de The Beatles compuesta por George Harrison, <>, en un arreglo precioso del compositor ganador del Óscar Dario Marianelli, y cantada por Regina Spektor. Esta versión combina elementos del pop moderno y el folclore japonés, adaptándose a la partitura compuesta por Marianelli. Si no estás llorando al término de la película, entonces la canción, que suena durante los créditos, hará que llores. Sus letras expresan a la perfección la añoranza de su protagonista.

La película contó, además, con un exhaustivo trabajo de investigación en el diseño de vestuario. Sí, diseño de vestuario en un filme animado. Para sus confecciones, la diseñadora Deborah Cook utilizó (y se inspiró en) telas antiguas, plumas y diversas técnicas de teñido, además de tecnología para acomodar los diseños a los movimientos de los títeres/personajes. Los vestuarios fueron cosidos con técnicas de puntada propias de Japón, y los tonos de los colores utilizados no se encuentran fácilmente afuera de ese país. El resultado es deslumbrante, como podemos apreciarlo en el kimono de nuestro pequeño protagonista, cuyo escarabajo cosido en la espalda fue inspirado en ilustraciones del Japón antiguo, y que al batir sus alas hace al niño volar. Y ésa es una de las inagotables sorpresas de Kubo.

El filme emplea efectos especiales en CGI, pero eso es cuando la creatividad es tanta, que exige una complejidad que no puede ser otorgada por las técnicas tradicionales del stop motion, realzando el impacto sensorial de la historia.

El título original en inglés se traduce como Kubo y las dos cuerdas; sin embargo, a Chile llegó como Kubo y la búsqueda samurái, un título más comercial. Para un estudio que todavía no es tan popular, un título literario como el original no habría sido rentable en países hispanohablantes. Empero, hay que elogiar la osadía de Laika al decidir estrenar el filme bajo ese nombre en EE.UU.

Si bien la película pudo recuperar su presupuesto, no fue el tremendo éxito de taquilla que debió haber sido, pero estos magníficos creadores apostaron por mantenerse fieles a su identidad y hacer arte, quizá debido a que el director ejecutivo del estudio, Travis Knight, estaba haciendo su debut cinematográfico en la dirección; él manda, y manda bien.

Kubo y las dos cuerdas, título cuyo significado no explicaré, ofrece una historia única, en la que sus varias circularidades nos enseñan acerca de la compasión y la redención, y su imaginación descontrolada conmoverá a todo el público y los transportará adentro de la pantalla.

2 nominaciones: Mejor Largometraje Animado, Mejores Efectos Visuales.

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