Cultura y Espectáculos

Rogue One: Una historia de Star Wars

La película intersticial de la galaxia muy, muy lejana, continúa la buena racha de la franquicia iniciada el año pasado. (Puede contener spoilers)

Por: Diario Concepción 18 de Diciembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-367.jpg

La película intersticial de la galaxia muy, muy lejana, continúa la buena racha de la franquicia iniciada el año pasado. (Puede contener spoilers)

 

Esteban Andaur
Contacto@diarioconcepcion.cl

Rogue One: Una historia de Star Wars (2016) empieza varios años después del Episodio III (2005) y termina un par de escenas antes del Episodio IV (1977). Es un filme intersticial en la franquicia del cine más amada de todos los tiempos, y el primero de una (hasta ahora) trilogía antológica del universo de Star Wars, películas que se estrenarán entre los próximos episodios formales.

Cuenta la historia de Jyn Erso, una mujer que ha perdido a sus padres, miembros de la Alianza Rebelde, en trágicas circunstancias. Su madre es asesinada por el malvado Imperio Galáctico, el cual recluta a su padre, un connotado científico, para diseñar un arma de destrucción planetaria. Tras muchos años, Jyn es a su vez reclutada por la Alianza para hallar a un extremista que conoce el destino de su padre, y apoderarse de los planos del arma que este último ha diseñado para el Imperio y destruirla: la Estrella de la Muerte.

Lo cual nos conduce directamente al Episodio IV.

Como toda película de Star Wars, Rogue One es un triunfo de fotografía, diseño de producción, efectos especiales y música. Todo en el filme se ve espectacular y se siente épico, como ya estamos acostumbrados.

En cambio, Rogue One nos ofrece un tono decididamente más oscuro que los filmes anteriores. Aunque no sea sangrienta, es más violenta, considerando lo caricaturesco de la violencia de estas películas, que es una de las cosas que las han hecho tan populares con el público infantil. Las escenas de batalla son más intensas y dramáticas en sus resultados (la última es hasta evocativa de las películas sobre la Guerra de Vietnam de los 70 y 80), lo que nos deja un sabor opuesto a la constante alegría de antaño.

Tal osadía es meritoria en Rogue One, puesto que respeta las aspiraciones narrativas de la saga, que han enfatizado y renovado diversos aspectos de la galaxia muy, muy lejana en cada entrega (algo arriesgado para una franquicia consolidada), junto con elevar el impacto de la tecnología en la narración misma.

Por otra parte, las elaboradas escenas de acción, en su afán por ser distintas de las de las otras películas, acaban impidiendo un apropiado desarrollo de personajes y quitándole a Rogue One, en cierta medida, un elemento crucial para la saga.

La primera media hora parece apresurada, sus escenas no concluyen con claridad; y hay vínculos breves que terminan, pues, en muerte, y que no están bien justificados: proporcionan información para avanzar la trama, mas no los valores de los personajes, sus excentricidades ni su ingenio.

De hecho, el único personaje con diálogos bien ingeniosos es un droide desertor del Imperio, K-2SO, una especie de C-3PO más alto y más sarcástico.

A propósito de droides, C-3PO y R2-D2 aparecen por breves instantes, y hay más personajes de la original del ‘77 reciclados en Rogue One. James Earl Jones regresa en la voz de Darth Vader, cuya presencia fue anunciada en los tráilers.

No obstante, hubo un personaje en particular que me molestó bastante que apareciera: el Grand Moff Tarkin. Peter Cushing murió en 1994, y los realizadores lo hicieron resucitar por medio del CGI. El resultado se ve, pues, como una animación en CGI mal acabada. Los detalles están ahí, y a veces es difícil distinguirlo del actor verdadero; pero los movimientos no están: la boca pareciera moverse independientemente de las cejas, las mejillas y la frente. Y peor es verlo caminar: parece un droide. Esto me pareció ofensivo, no sólo para un personaje importante de la saga, sino para un actor cuya memoria debiera ser honrada de una mejor manera. Creo que es la primera vez que veo un mal efecto especial en Star Wars.

¿Por qué no se distribuyó parte del excesivo tiempo en pantalla de Tarkin entre Vader, 3PO y R2? ¿O en Leia, que sale al final? Carrie Fisher sigue viva y estoy seguro de que su versión más joven en CGI se logró a través de la captura de movimiento, y por eso se ve tan real durante el minuto que aparece.

Lo sorprendente es que Rogue One supera su torpe manejo de los clásicos personajes, con el nuevo equipo de rebeldes que roban los planos de la Estrella de la Muerte, al menos en cuanto a su presencia y no su desarrollo.

Sus historias personales son sugeridas de modo que resultan enigmáticas y se mantienen así. Sus rasgos físicos (como la ceguera de uno de ellos) se vuelven valores que usan para la misión heroica que emprenderán al final, dotando a esta sección del filme de una gran carga emocional. Estos truhanes emergen como creaciones carismáticas debido al robo de los planos, iniciativa que, supongo, todo el público comparte, y por el compromiso con que son interpretados por el elenco.

Felicity Jones como Jyn Erso se roba el show. Jyn no es una creación de mucha profundidad psicológica, no obstante, Jones le da complejidad. Debido a su dolorosa vida, Jyn se mantiene suspicaz de todos los personajes durante todo el metraje, conteniendo sus emociones y siendo la portavoz de la esperanza con una inagotable fuerza espiritual. Nunca estamos seguros de lo que Jyn siente o lo que hará, hasta que en las escenas finales Jones expresa de lleno el rango emocional que exige su personaje, haciéndonos sentir que uno realmente la conoce y, sin embargo, quisiera conocer mucho más. Es el mejor personaje de la película, el mejor actuado, y la excelente ejecución de Jones es, al mismo tiempo, la mayor virtud de Rogue One y la principal señal de sus errores.

Lo más inteligente de la película, a pesar de la ingenuidad desplegada, es el punto débil en la arquitectura de la Estrella de la Muerte, cuyo motivo de existencia debíamos suponer que era la estupidez de los villanos que la construyeron. Ahora esto cobra un valor sentimental que es tan conmovedor como sensato.

Eché de menos un poco más de sentido del humor, celebré la sutileza de algunas ideas provocadoras, y me gustó que el filme desembocara en una bella melancolía, en la que el sacrificio es heroísmo. Si Rogue One pretendía calentar los motores para la trilogía original, lo consigue, transmitiendo un legítimo mensaje de esperanza. Ahora bien, ¿necesitábamos una película de este tipo, que contara esta historia? Bueno, no. Pero ya que existe, no podemos quejarnos: es entretenida, emocionante, funciona. Expande la leyenda espacial de una forma que vale la pena y, además, explora nuevos estilos para esta franquicia, sugiriendo la gran variedad de relatos de Star Wars que aún aguardan por ser contados. Esta <> comprenderá más de tres películas.

La Fuerza siempre acompaña a esta saga.

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