Este filme concierto combina comedia y análisis político, todo dentro del enfoque autobiográfico del polémico documentalista, Michael Moore. El cineasta eligió el estado de Ohio, por ser uno de los liderados por Trump en las elecciones de hoy.
Este filme concierto combina comedia y análisis político, todo dentro del enfoque autobiográfico del polémico documentalista, Michael Moore. El cineasta eligió el estado de Ohio, por ser uno de los liderados por Trump en las elecciones de hoy.
Esteban Andaur
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El asunto es que Michael Moore in TrumpLand (2016) es uno de los documentales más inusuales del último tiempo, por lo que comprendo que algunos lo hayan evaluado mal. La única sección del filme que califica como <> es la breve introducción, donde escuchamos a periodistas relatando las dificultades que ha tenido Moore en hacer un espectáculo en Ohio, mientras vemos áreas del pueblo de Wilmington y las afueras del Murphy Theatre de ahí, donde Michael Moore, finalmente, montará un show relativo a las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., que son, eh, ¡HOY! (La película fue realizada y estrenada hace, aproximadamente, cuatro semanas.)
La decisión de Moore de hacer un espectáculo político en Ohio, es que se trata de uno de los estados cuyas preferencias electorales son lideradas por Donald Trump, el máximo odiador de latinos, musulmanes, afroamericanos, homosexuales, indigentes, y mujeres que cargan a sus bebés. En Wilmington, Ohio, les gusta tener armas. Apoyan a las tropas. Y no les gusta nada Hillary Clinton.
El show de Moore es stand-up comedy político, en el cual intenta disuadir a los votantes de Trump, para que escojan a Hillary Clinton en su lugar. Tarea difícil, por decir lo menos. Imposible, por decir la verdad. Sin embargo, su arma principal es su palabra, jamás exenta de imaginación ni convicción, mucho menos empatía, y los argumentos que esgrime son bastante convincentes, sobre todo por la forma amena que tiene de dirigirse al público (en su mayoría votantes de Clinton), y de hacerlo participar en el espectáculo. No son (y tampoco nosotros lo somos) meros receptores del discurso de Moore.
Y ese show es el documental, que pertenece al subgénero del filme concierto.
La puesta en escena cuenta con un estrado presidencial donde Moore se convierte en un vocero de la conciencia colectiva electoral. A su izquierda, hay un escritorio, donde Moore escribe una carta (no diré a quién ni para qué). A su derecha, vemos muebles que emulan un de cuarto de estar, el de la casa de Moore, por supuesto.
Y en el balcón, bueno, un <> de cartón cubre al público mexicano; junto a ellos, el público musulmán está sentado con pancartas que dicen MUSULMÁN: éstos son supervisados por un dron.
Entonces comienza la persuasión. Moore es un gran orador. También un gran comediante. Aunque la comedia aquí emerge no con dificultad, pero sí cuando es apropiada, es decir, cuando no distorsiona ni nos distrae del contenido político del espectáculo, el cual, como siempre, está repleto de tintes autobiográficos. De seguro, dirán que es un error constante en la filmografía de este director ganador del Óscar, ser tan autorreferente. Pero yo pregunto: ¿de verdad es tan malo? O sea, si eres un cineasta, o un artista de cualquier disciplina, y descubres que eres un ser fascinante, pues ¿por qué no hablar de ti, en especial cuando es al servicio de cosas más grandes que tú? Lo que pasa es que la otra gente, irrelevante y fome, le tiene envidia, porque no son extraordinarios. Y ése es su problema.
Bueno, Moore nos cuenta cómo su admiración por Hillary comenzó cuando ella era muy joven, una de las primeras feministas, y asegura que, pese al historial de corrupción del que se le acusa, todavía conserva ese espíritu de una joven luchadora por los derechos de las minorías, de los reprimidos, los desposeídos. De hecho, ella tuvo que interpretar el papel de mujer subyugada, para que su marido tuviera éxito en su propia carrera política, como cambiarse el apellido. Y, aún así, lo ha superado.
En el momento más conmovedor del filme, Moore menciona cómo Hillary viajó por el mundo estudiando los sistemas de salud de los países, para así elaborar una política de salud más óptima en su país. Sin embargo, en los medios de comunicación sólo se burlaban de ella, lo cual opacó lo que estaba haciendo, al punto de que nunca nada se concretó al respecto. Es aquí donde Moore menciona a Chile, sugiriendo, hipotéticamente, claro, que quizá nosotros tengamos mejores seguros de salud que los estadounidenses.
Además, Moore tiene algo especial que decirles a los jóvenes, que fue lo que más me gustó. En cuanto a esto, me acordé de mi país. En las pasadas elecciones municipales, fui a votar, como pocos de mis compatriotas. Lo hice sabiendo que votaría por el mal menor. Voté con depresión (por Álvaro Ortiz). Pero votar, en esas circunstancias, es lo inteligente por hacer, fuera de todo compromiso. Hay situaciones tan críticas en la vida, que al final todo se reduce a una elección por inteligencia, y no por compromiso ideológico.
Michael Moore coincide conmigo en este sentido, pero él lo dijo antes, y en esta película. Los jóvenes no somos responsables del pasado, pero llega un momento en el que somos convocados a participar, y es nuestro deber hacerlo, por amor a nuestro país y a la libertad cívica. Ojalá que los jóvenes estadounidenses voten hoy. Es la elección más reñida, polémica y, sí, horrorosa de los últimos años, y hay que luchar.
Hay una osadía en esta película que realmente admiré. ¿Acaso Michael Moore debió exponer más estadísticas en su show? Era comedia, no una ponencia en la ONU, y no por eso menos urgente. Moore adora a la Hillary joven, la idealista, y apoya a la Hillary de ahora, en pos de que la historia de su país no acabe hoy (aunque el final del filme es un oráculo tanto provocador como esperanzador). ¿Es esto propaganda? Sí, del pensamiento inteligente. Moore habría votado por Bernie Sanders, al igual que Susan Sarandon, quien no votará por Hillary porque ella <>. Ya no es tiempo de llorar por Bernie, y aquellos que lo hagan no quieren a su país. Es tiempo de votar. De votar por Hillary Clinton. Pues esta elección va más allá de Hillary Clinton.