Cultura y Espectáculos

¿Merece Bob Dylan el Nobel de Literatura?

Pretender circunscribir la discusión a su carácter de músic folk, es centrarse netamente en el formato, no en el fondo.

Por: Diario Concepción 13 de Octubre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-2168.jpg

Pretender circunscribir la discusión a su carácter de músic folk, es centrarse netamente en el formato, no en el fondo.

Francisco Bañados P.
@FcoBanados75

Una muy interesante discusión se está dando hoy en todo el mundo: ¿corresponde que le den el Nobel de Literatura a un cantautor folk? En mi opinión, no hay duda de que el premio está bien dado: Dylan es un poeta mayor. Lo único que le pueden reprochar los puristas es haberle agregado guitarreo a sus poemas. 

Con todo el respeto que le tengo a la brillante periodista y escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich, ganadora del Nobel 2015 por sus relatos sobre Chernobyl y otros conflictos de la Urss, a nivel de influencia, peso específico y aporte poético, no tiene cómo competir con el trabajo de Dylan, que en 50 años ha influido en millones de personas, y de manera radical en el trabajo de miles de escritores, de Norman Mailer en adelante.

Pretender circunscribir la discusión a su carácter de música folk, es centrarse netamente en el formato, no en el fondo. Si bien sus letras llevan años editándose como libros, ese no es el punto, sino la relevancia de lo que ha escrito, la profundidad de los sencillos versos que ha hilvanado, su capacidad para captar la naturaleza humana, sin pretenciones ni rimbombancias, para encontrar la belleza y esperanza en medio de la miseria.

Nuestro mismísimo eterno candidato al Nobel, Nicanor Parra, declaró en su oportunidad a El Mercurio, que Dylan tenía tres versos notables que lo hacían merecedor de cualquier premio literario, los que el antipoeta recitó sin titubear: 

“My father is in the factory and he has no shoes (mi padre está en la fábrica y no tiene zapatos/ my mother is in the alley looking for food (mi madre está en el callejón buscando comida)/ and I’m in the kitchen with the tombstone blues (y yo estoy en la cocina con los blues de la lápida)”.

Parra reconoció en esa oportunidad que esos tres versos le atraían profundamente “por su falta de pretensión artística. Es realismo real, con la fábrica, el callejón y la cocina, donde está el niño solo con los thumbs blues”.

No menos notables son sus versos en Mr. Tambourine Man: “Aunque puedas oír a la risa girar, balancearse locamente a través del sol/ No está dirigida a nadie, simplemente escapa a la carrera/ Excepto por el cielo no hay barreras a la vista/ Y si oyes rastros borrosos de saltarínes rollos de rima/ Ve a tu pandereta a tiempo, solo hay un harapiento payaso detrás./ Yo no le prestaría atención, es sólo una sombra lo que ves que persigue”. 

Por último, no hay duda que este premio responde al espíritu del Nobel: reconocer el aporte de los autores “en el mayor beneficio a la humanidad”. Dylan, como pocos, contribuyó a masificar la poesía, sin transigir en estética ni en profundidad, con un mensaje de esperanza y de fe en las personas, más allá de sus miserias.

Etiquetas

Notas Relacionadas