Tras varios meses en silencio, la jueza Carola Rivas entregó nuevos antecedentes que ayudarían a esclarecer qué ocurrió la noche el 20 de noviembre de 1999. Los nuevos datos apuntan a un reducido círculo que habría tenido acceso a drogas y medicamentos específicos.
Pedirle grandeza a un remake de Los cazafantasmas es descarado. Cazafantasmas hace algo bueno y no original, algo que ni siquiera intentó la secuela de 1989.
Esteban Andaur
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El comienzo es lento. Nos entregan demasiados antecedentes sobre la amistad entre Erin Gilbert (Wiig) y Abbey Yates (McCarthy), y se demoran antes de que vean su primer fantasma, incluso antes de que el grupo se conforme de cuatro cazafantasmas. Durante este prolongado rato, hay más sonrisas que risas; es una buena señal sobre el humor que vendrá más adelante, una vez que la historia central comience.
Un personaje bienvenido aquí es la colega de Abbey, Jillian Holtzmann (Kate McKinnon). Holtzmann es el mejor personaje; es inusual ver a una científica loca en un filme, y menos que posea más momentos que el resto del elenco donde desplegar ampliamente su talento cómico (se supone que las estrellas son Wiig y McCarthy). La última adición al equipo es una trabajadora del metro, Patty Tolan (Leslie Jones).
Si bien McKinnon y Jones han sido conocidas por su trabajo en televisión, ambas emergen como descubrimientos cinematográficos; las chicas pueden hacerse cargo de papeles protagónicos. Las personalidades de Holtzmann y Patty son más fuertes y las más excéntricas y, por lo tanto, nos hacen reír más. Sin embargo, es lamentable que los realizadores no usaran todo el potencial de McCarthy y Wiig, quienes estuvieron perfectas en Damas en guerra. Creo que Feig quería apelar a un público más amplio con esta película. Pero al adaptar su sentido del humor, ácido y desenfadado, a un estilo más amigable, acabó limitando los talentos de Wiig Y McCarthy y, por ende, el potencial cómico de la historia.
La gran sorpresa aquí, no obstante, es Chris Hemsworth como el recepcionista Kevin. Él es la personificación de la estupidez, su ritmo cómico es excelente. Su personaje es el más gracioso, y no recuerdo haber visto a Thor sonreír tanto, así como mostrando genuina felicidad de forma tan constante. Su presencia viene a ser una refutación a todas las rubias tontas y sexis que abundan en filmes de acción dominados por la fuerza masculina.
En cuanto a los integrantes de las originales, aparecen todos en cameos excepto dos: el fallecido Harold Ramis, autor de los guiones de las dos películas y quien interpretó a Egon en ambas; y Rick Moranis, retirado de la actuación desde la década pasada. Los cameos son un gran regalo para los fans y se sienten bien, excepto cuando parecen retrasar un poco la acción, como es el caso de Murray.
Respecto de los efectos especiales, no son innovadores, pero son interesantes para mirar. Son más caricaturescos que realistas, característica propia del trabajo original y reforzada por las series animadas ulteriores. Disfruté de su evidente artificialidad, y su efecto es mayor cuando son vistos en 3D, cuyo uso es genial. No sé si la historia se beneficia del 3D, pero éste sí mejora la experiencia de ver Cazafantasmas en el cine: los vómitos de los fantasmas y los rayos de las cazafantasmas, salen del cuadro y simulan proyectarse a las paredes de la sala o a la cara del espectador. Eso aumenta no la realidad del efecto, sino del relato en sí, sumergiéndonos más en él.
En cuanto al guión, éste tampoco es muy innovador, ya que sigue al dedillo la estela del original del ‘84 en el desarrollo de la trama. Habría sido más alentador que hubiesen intentado cosas un poco más propias. Las escenas en que las cazafantasmas prueban nuevas armas no son novedosas en sí (aparte de la tecnología moderna y los rostros frescos), pero lo malo está en que, pese a hacernos reír, impiden que el relato avance con fluidez. Y las escenas con el villano también lentifican el ritmo general, además de faltarle desarrollo a este personaje.
Ahora bien, el guión de Los cazafantasmas II (1989) es casi idéntico al de su antecesor; como que los realizadores de aquella se pusieron timoratos y repitieron la fórmula para asegurarse otro éxito. No he oído a ningún autodenominado fan decir que esa película sea <> como la primera, porque no lo es. El único encanto de la secuela es que reúne al elenco y equipo de la original por segunda y última vez; y aunque en eso haya mucho que disfrutar, sólo puede defenderse cuando se la menciona junto a la primera. Cazafantasmas intenta hacer algo bueno, no algo pionero. Eso no es exactamente una virtud, pero ni siquiera la secuela del ‘89 lo intentó. Entonces ¿es justo descartar este remake por lo mismo? Al menos, Cazafantasmas es un esfuerzo superior, aunque tampoco mejor que Los verdaderos cazafantasmas.
A veces hay demasiados efectos especiales y el tono es irregular. Pero pedirle grandeza a un remake de un filme tan importante como Los cazafantasmas es descarado. Ésa definió una década y muchas vidas. Lo que venga después puede aspirar a ser bueno, mas no a desacreditar lo anterior.