
La remodelación del espacio, uno de los puntos neurálgicos del centro de la ciudad, ha reabierto una discusión que va más allá del embellecimiento urbano: ¿Estamos construyendo una ciudad para todos?
Por Bruno Rozas Hinayado
Desde organizaciones ciudadanas vinculadas a la accesibilidad, han surgido múltiples observaciones respecto a cómo se proyectan y ejecutan estos trabajos. La crítica principal apunta a que muchas de las decisiones de diseño y planificación no consideran desde un inicio las necesidades de las personas con discapacidad ni de las personas de la tercera edad.
Desde la Municipalidad de Concepción, comentaron que el proyecto contempla intervenciones que abarcan desde calle Castellón hasta Aníbal Pinto, y desde Aníbal Pinto con Barros Arana hasta Maipú.
Lo que busca esta iniciativa es el mejoramiento o conservación de iluminación, limpieza, reposición de mobiliario urbano, mantenimiento del asfalto, entre otros.
Ethielly Montes, directora de Secplan (Secretaría Comunal de Planificación y Coordinación) de la Municipalidad, señaló que “La iniciativa se enmarca en la metodología de Circulación 33, la cual nos permite ejecutar hasta el 30% del presupuesto en conservación”.
El municipio penquista busca no superar las 7.000 UTM de presupuesto, “ya que dentro de ese marco podemos agilizar la aprobación, porque entrega asignación directa al gobernador”, explicó la funcionaria municipal.
Desde la autoridad comunal aclara que las fachadas de los edificios, al ser propiedad privada, no están incluidas en los proyectos actuales, salvo por una iniciativa puntual en Plaza Perú, que será presentada ante la Subdere para financiar pintura de fachadas.
Uno de los principales problemas detectados tiene relación con el pavimento podotáctil, herramienta clave para la orientación de personas ciegas o con baja visión. En muchos casos, este pavimento está mal instalado: conduce directamente a postes, señaléticas o incluso a vendedores ambulantes.
“La guía táctil no puede estar interrumpida. Y además tiene que estar bien instalada. A veces el diseño está, pero no se entiende cómo debe usarse. O te lleva directo a un obstáculo. Parece chiste, pero no lo es”, manifestó María José Vergara, ex presidenta de la Corporación de Mujeres con Discapacidad Visual.
La activista también apunta al uso de bolardos mal ubicados, esos postes cortos que se instalan para impedir el paso de vehículos, que muchas veces no se perciben a tiempo y terminan siendo peligrosos para personas con discapacidad visual. “Muchas veces la gente no los alcanza a ver y se golpea de frente. Hay que quitar eso”, advirtió.
Sumado a eso, está la preocupación por parte de la comunidad de adultos mayores, quienes creen que las obras en el paseo peatonal de Barros Arana, deben tener una mirada inclusiva en pos de la tercera edad.
Anita Hernández, presidenta de la Unión Comunal de Adultos Mayores de Concepción, dio cuenta de esta inquietud.
“Nosotros tuvimos varias reuniones en torno al tema de los arreglos en el paseo peatonal y otros lugares del centro, en las cuales afortunadamente tuvimos participación, considerando a las personas con movilidad reducida, para ensanchar por un lado las veredas y de esta manera poder tener una mayor distancia entre los edificios y la calzada”, manifestó.
Además, Hernández valoró que las obras llevadas a cabo en otros puntos del centro penquista, tengan un enfoque e incluyan opciones que faciliten la convivencia de los adultos mayores.
“Los trabajos que se han llevado a cabo, por ejemplo en calle O’Higgins, contempla la instalación de bancas para sentarse. Eso fue lo que se habló en las mesas de conversación. Yo misma he visto ya instaladas las nuevas bancas, que están en los tramos libres, lejos de los paraderos. La idea es que los adultos mayores puedan descansar de un paradero a otro, de esta manera se piensa en la tercera edad”.
En paralelo, otro de los factores que entorpecen la circulación en el paseo es el comercio ambulante, que, aunque responde a una necesidad social y económica, también representa una barrera concreta para quienes requieren espacios despejados y seguros para desplazarse.
“No tengo nada contra quienes venden en la calle, entiendo que están buscando ganarse la vida, pero el problema es que se instalan en cualquier parte. A veces justo en las esquinas donde una persona debe cruzar o guiarse, y te obligan a desviarse”, agrega María José.
Algo similar es lo que piensa Raúl Osorio, quien es una persona en situación de discapacidad, que además trabaja en pleno centro penquista. Enfatiza en que “la situación cuando están los ambulantes, sobre todo en Barros Arana entre Aníbal Pinto y Castellón, se hace muy difícil, uno tiene que acomodarse a los ambulantes, se me hace complicado a veces con mi silla de ruedas”.