
Deslizamientos como el reciente en la Ruta de la Madera y el de Cocholgüe preocupan a autoridades. Casas edilicias trabajan en coordinación con otras entidades públicas y privadas.
Por Hugo Ramos Lagos
Últimamente, en el Gran Concepción se han dado eventos de derrumbe que han afectado a algunos residentes de comunas con geografía accidentada. Durante la semana, una remoción en masa significó severos daños a una vivienda en Cocholgüe (Tomé), y en las últimas horas se registró un derrumbe en la Ruta de la Madera (CH-156) lo cual preocupa a las autoridades locales.
En adición, los pronósticos de 40 mm de lluvia y ráfagas de viento de hasta 70 km/h para este fin de semana agudizan la preocupación al respecto. Es por eso que desde algunos municipios detallaron su planificación preventiva en colaboración con diversas instituciones, sobre todo en vista de lo que serán los próximos meses más lluviosos.
En relación al derrumbe que afectó un tramo de la Ruta de la Madera, el seremi de Obras Públicas del Biobío, Hugo Cautivo (MOP), declaró que “se ha mantenido el accionar de nuestra Dirección de Vialidad para recuperar la operación en ruta en el kilómetro 20. Este ha sido parte de los distintos desafíos que nos ha planteado esta ruta después de los grandes incendios y la gran caída de aguas lluvias que ha significado un grado de precariedad en materia de talud”.
“Hemos desarrollado grandes inversiones en materia de generar muros de contención, pero esto es una labor permanente. Igualmente, se ha propuesto desarrollar un plan integral y estratégico en materia del desarrollo. El lunes vamos a tener una mesa de conversación con el alcalde (Ángel Castro), para involucrar a distintos actores en la toma de decisiones”, anticipó el seremi.
En paralelo, el alcalde, Ángel Castro, aseguró estar preocupado por lo que se viene. “Yo me entrevisté con el seremi de Obras Públicas hace poco, y le manifesté la preocupación respecto a la ruta, ya que todavía existen árboles con riesgo de caída; además, vienen las lluvias”.
“De hecho, apareció un derrumbe en el kilómetro 20; estos son los primeros indicios de lo frágil que es la Ruta de la Madera. Por lo tanto, se requiere más inversión, monitoreo y trabajo permanente”, manifestó.
Con el reciente deslizamiento que afectó a una vivienda en Cocholgüe, desde el municipio de Tomé sostuvieron que para articular los planes de emergencia con Senapred se evalúan constantemente los diferentes eventos que se desarrollan en la comuna. “En cuanto al plan de invierno, existen medidas que el municipio ha adoptado, como la creación de los puntos críticos del Plan de Invierno”, detallaron.
“Dependiendo de la característica de cada punto, en el sistema se les asignan responsables. Dentro de la planilla generamos una jerarquización de criticidad, considerando factores como afectación, repetitividad de eventos en el tiempo, presencia de zona agrícola o infraestructura crítica. Por ejemplo, en el caso del sector de Colina, este se le asigna a la Dirección General de Aguas”, explicó el jefe de la Unidad de Protección Civil y Emergencia de Tomé, Sergio Valenzuela.
En palabras de Valenzuela, la Municipalidad se autoasigna “la gestión de ciertas intervenciones, como la limpieza de esteros y sumideros en sectores estratégicos. La Dirección de Aseo, Medio Ambiente y Ornato ya está implementando un sistema de limpieza de canaletas, esteros, ríos y sistemas de agua lluvia”.
“En el caso específico de Cocholgue, primero determinamos la habitabilidad de las personas, y se identificó que en el sector existía una fractura superior a la zona de la remoción. Por ende, a través de Senapred solicitamos el apoyo de profesionales de Sernageomin, para así evaluar la situación y definir los pasos a seguir. Además, se pidió a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) que operara con Essbio la evaluación de algún nivel de responsabilidad de la empresa en el origen del problema”, afirmó.
El encargado detalló que la comuna cuenta con planes de reducción de desastres con 13 medidas preventivas a corto, mediano y largo plazo. Además, se busca una ordenanza para regular construcciones en tomas irregulares y áreas no habilitadas.
Talcahuano cuenta con un extenso historial de eventos de remoción en masa. Por ello, el jefe del Departamento de Gestión del Riesgo de Desastres del municipio, Boris Sáez, explicó que, a través de diversos estudios de Sernageomin, se identificó que ciertos suelos de la comuna, debido a sus características geológicas y topográficas, junto con la relación con el entorno de ocupación habitacional (regular e irregular), generan una amenaza de riesgo variable.
Al respecto, Sáez nombró los sectores críticos, siendo principalmente estos los cerros Cornou, Alegre, Zaror, San Francisco, Centinela, Buena Vista, Monte Redondo, La U, San Miguel, San Eugenio, Sector Carlos Dittborn, El Guindo, David Fuentes, Bagnara, Santa Julia y Tumbes. En este contexto, los estudios también analizaron la forma de manifestación de los eventos, los cuales se darían mayoritariamente de manera localizada y no como eventos globales.
Es por esto que, desde el 2022, “se implementó una estrategia proactiva presente todo el año. Se construyó una planificación preventiva, organizando el catastro de los eventos históricos y actuales, generando un mapa de eventos de remoción en masa que forma parte de los planes comunales, incorporando esta variable dentro de los anexos del Plan de Emergencia”, aseveró.
El jefe del departamento indicó que se trabaja en conjunto con las direcciones de Aseo y Ornato, Medio Ambiente, Secplan y Serviu para intervenir en la limpieza, mantenimiento de sistemas de aguas lluvias y ejecución de obras. Además, se colabora con Sernageomin, Senapred y las empresas de servicios, como Essbio y CGE, en casos que involucren su infraestructura crítica.
“Ya se han actualizado los puntos críticos en el visor de Senapred y se están realizando medidas de mitigación en puntos críticos. Además, el COGRID Comunal ya da cuenta de dos sesiones para enfrentar el invierno”, adelantó.
Por último, desde la Municipalidad de Talcahuano afirmaron que se diseñó un folleto educativo y se organizaron charlas y talleres comunitarios y escolares. También se creó una maqueta que ilustra el impacto de la intervención humana en las laderas, destacando la protección vegetal y la gestión de lluvias y aguas superficiales.
Para el ingeniero civil y académico de la Uandes, Dr. Francisco Hernández, una posible solución para fortalecer la estabilidad de taludes sería de técnicas de drenaje superficial, ya que sería de lo más eficaz para evitar la infiltración de agua lluvia, esto mediante cunetas perimetrales, canaletas en zig-zag y revestimientos como concreto lanzado o geomembranas.
“En casos donde el refuerzo estructural es necesario, se recurre a muros de contención con drenaje, anclajes al terreno y uso de geotextiles. Además, la geometría del talud puede modificarse, por ejemplo, disminuyendo la pendiente o generando terrazas para reducir los esfuerzos desestabilizantes”, finalizó.