Expertos agregan que es una oportunidad para revitalizar no solo su uso como centro comercial, sino que también como sitio de encuentro social.
Por Leonardo Carrera Zambrano
Los estudios de factibilidad llevados a cabo por el Serviu para verificar la integridad del Mercado Central de Concepción, el cual desde el incendio de 2013 permanece en un estado de ruina, abre la puerta a una serie de propuestas para un nuevo edificio.
Los resultados preliminares del estudio, tal y como detalló el Diario Concepción, sostienen que pese al daño del incendio y el paso del tiempo, la estructura permanece con una solidez suficiente que permite una intervención, buscando de esta forma recuperar un espacio icónico y patrimonial de la ciudad.
Sin embargo, debido a su carácter de monumento histórico y su importancia para la economía local, la principal misión del proyecto de reconstrucción que llegue a presentarse deberá tener, según señalaron una serie de arquitectos de la zona, un equilibro entre una restauración del patrimonio, y la recuperación de un punto neurálgico para el comercio minorista.
La historia del sitio inició con un proyecto que restablecía el anterior mercado central destruido durante el devastador terremoto de 1939. Construido por los arquitectos Tibor Weiner y Ricardo Müller, las obras comenzaron en 1947 y terminaron en 1950, coincidiendo con el aniversario 400 de la fundación de la ciudad.
Desde su inauguración, el Mercado se mantuvo fuerte al soportar exitosamente los terremotos de 1960 y 2010. Sin embargo, su suerte acabaría cuando en abril de 2013 sufrió el incendio que lo dejó en su actual estado de ruina. Su historia y el valor colocado en él por la comunidad son algunos de los puntos que fueron considerados para que en 2014 fuera declarado monumento histórico.
Desde que fue destruido por las llamas, se han presentado una serie de proyectos de intervención, entre presentaciones de tesis, estudios de factibilidad de reconstrucción, diseños arquitectónicos, e incluso propuestas de desmantelación o demolición de la estructura.
Aquí es en donde el Consejo de Monumentos Nacionales marca el límite, pues su carácter patrimonial detiene cualquier intento de destruir los remanentes del Mercado Central o de una intervención a gran escala sin la autorización del ente. Esto, sin embargo, no significa que no se pueda elaborar una construcción en el sitio bajo el aval del CMN.
“El Consejo de Monumentos Nacionales, al tomar una decisión sobre si autorizar o no una intervención en el Mercado, lo hará velando por la no afectación de estos valores y atributos, más que por seguir estrictamente el mismo diseño que tuvo el inmueble cuando se declaró como Monumento”, explicó Orleáns Romero, encargado de la oficina técnica regional del CMN.
“Para lograr un diseño que pueda ser contemporáneo a nuestros días y que respete los valores patrimoniales del Mercado, el Consejo de Monumentos Nacionales se encuentra trabajando coordinadamente con el Serviu Biobío y la Consultora a cargo del proyecto, para reducir las incertidumbres que puedan existir en los procesos propios del CMN”, detalló.
El punto en el que parecen coincidir las opiniones de los especialistas, las autoridades, transeúntes y antiguos locatarios, es que la cuadra que comprende el antiguo edificio se ha convertido en el gran lunar de la ciudad y un espacio poco aprovechado y entregado al deterioro. En ese sentido, los arquitectos se muestran a favor de una intervención que proteja el inmueble y, sobre todo, su bóveda de tipo hangar tan característica.
Donde las ideas comienzan a diferir es en puntos como bajo qué criterio debería concretarse una próxima obra, si debiese ser restaurada a su antiguo estado, o edificar una nueva estructura en base al armazón de hormigón ya existente.
Leonel Pérez, Máster en Urbanismo y profesor de la FAUG de la Universidad de Concepción, puntualiza la necesidad de que la nueva estructura tenga la bóveda como elemento principal y de forma íntegra, evitando que torres o nuevas estructuras obstaculicen la vista dentro y fuera del mercado.
A partir de aquí, el académico señala que hay un gran espacio para innovar, como por ejemplo, añadir nuevos materiales o pisos dentro de la bóveda, “cosa de que mantengan su espacialidad sin compartimentalizar la planta, es decir, sin agregar demasiadas oficinas o tabique entre medio (…) no taparle las vistas hacia la bóveda desde el interior de la primera planta o desde la esquina”, precisó.
El arquitecto de la UdeC refiere además que la nueva edificación haga un contraste entre la estructura original y los materiales nuevos, con tal de mantener su autenticidad. Del mismo modo, expresa la necesidad de que la intervención se haga bajo participación ciudadana. “Que el proyecto sea lo mejor difundido posible, porque así tanto los locatarios, como las autoridades públicas, los vecinos, o los interesados en el patrimonio pueden opinar”.
Por otro lado, para el arquitecto Sergio Baeriswyl, Premio Nacional de Urbanismo 2014 y docente de la Universidad del Bío-Bío, la importancia del mercado radica tanto en su valor arquitectónico -destacando nuevamente la bóveda como elemento icónico- como en su uso de centro comercial y punto de encuentro.
En ese sentido, Baeriswyl sostiene que un nuevo edificio debiese mantener su uso tradicional de centro comercial, al mismo tiempo que funcione como punto de encuentro en un punto neurálgico de la ciudad. “Eso tiene un rol fundamental, sobre todo recordando lo que era hace algunos años el mercado: un lugar donde las personas visitaban cocinería o adquirían algunos productos del campo, por lo que tenía un dinamismo muy notable, y de hecho le daba vida a todo ese entorno”.
Por otro lado, Baeriswyl señala que el subterráneo del Mercado es un elemento que se debería rescatar, así como también hace la preferencia entre hacer una “recuperación” del inmueble, antes que una “restauración” a su estado previo al incendio de 2013.
“Una restauración sería hacer que el mercado sea lo que era hace 40 años, pero sabemos que eso limitaría mucho las posibilidades reales de tener un mercado con los estándares modernos, por lo que el equipo (de arquitectos) va a tener que trabajar para encontrar ese justo equilibrio”, precisó.
Por último, Luis Darmendrail, académico de la Universidad del Desarrollo y fundador de “Historia Arquitectónica de Concepción”, es claro al indicar el valor histórico del edificio, quien detalla que la nueva estructura debería representar el símbolo de superación que significó durante su apertura.
“Qué mejor legado le podemos dejar a los penquistas del futuro que un mercado reconstruido, que aguantó los terremotos del 60 y el 2010, que logró dejar atrás el trauma del incendio del 2013, y que al mismo tiempo representa tanto para la comunidad penquista”, expresó.
Sumado a eso, Darmendrail expresa su preocupación sobre en que la reconstrucción llegue a convertir al mercado en un sitio “pretencioso”, valorando la historia y significado del inmueble para la ciudad por sobre una corriente minimalista que pueda opacar su sentido arquitectónico.
“El mercado debe ser una obra sincera, donde se recupere su arquitectura y su estructura. Donde existan también, incluso como sugerencia, espacios de memoria, recordando la historia de este edificio: los mercados más antiguos o las personas que ya no están con nosotros y que fueron fundamentales para el desarrollo del espacio”, expresó.