Agricultora de la Provincia de Arauco suma dos décadas de cultivos, bajo un estricto apego a técnicas ancestrales que cuidan el medio ambiente. Asegura que la asociatividad es la vía para promover la preservación de la naturaleza.
En medio del silencio y la tranquilidad del Valle de Elicura, comuna de Contulmo, cada vez se potencia más la agricultura con mirada sustentable. Una de las mujeres que más se destaca, en toda zona mencionada, es Iris Fica (48). “No veo televisión”, dice ella, entre risas, para explicar cómo dedica gran parte de sus días a la huerta que tiene en su terreno.
Muchas personas cuando escuchan la palabra “huerta” se imaginarán quizás un pequeño invernadero en el patio de una casa, no obstante, en el caso de Iris, no hay espacios de su tierra que no tengan cultivos. Esto último, a primera vista, es una señal de la total dedicación y preocupación de la emprendedora en su trabajo, lo que posteriormente se ve confirmado con su testimonio.
Iris es madre de tres hijos, cuenta con orgullo, y lleva más de 20 años de labor agrícola, lo que va de la mano con las 50 variedades de plantas, verduras y frutas que cosecha. “Comencé con un invernadero chiquitito”, comienza su relato.
– ¿De dónde surgen sus ganas de trabajar la tierra, de dedicarse a la agricultura?
– “Me gusta trabajar la tierra, me encanta, y también es una forma de sustentabilidad, ya que se venden las verduras y también las consumimos para la casa también. Trabajo todas las variedades, las que corresponden a la temporada en invierno y verano. En invierno trabajo en el invernadero y en verano al aire libre”.
– ¿Qué es lo que cultiva?
– “En este tiempo está el tomate, el ají, el pepino, la acelga, la beterraga, el apio, el ciboulette, el chascú -tomillo-. También está la cebolla, el ajo, y un montón de variedades de temporada. Además, tengo fresones, pero son más para el consumo de la casa y los congelo para el año”.
Si bien para Iris, la venta no es lo más importante de su trabajo como agricultora, explicó que comercializa gran parte de sus productos a través de proveedores de la zona con los que trabaja hace bastante tiempo. Dentro de lo que más vende está el cilantro, el poro, el apio, la acelga y el perejil.
En base a todo el tiempo que en el que se ha dedicado a la agricultura, cuenta que lo esencial es contar con espacio. Asimismo, enfatiza en que uno de los principales beneficios de cultivar sus propias verduras y frutas es que conoce el origen de los alimentos que lleva a su mesa, libres de químicos, y que también vende a la comunidad.
De la mano con esto es que la agricultora releva la necesidad de trabajar la tierra con una mirada sustentable, sana y con cuidado del medioambiente. Para Iris, cultivar y cosechar con una mirada agroecológica es “volver al pasado”, ya que, según cuenta, se vuelven a utilizar métodos y prácticas que aprendió de sus padres y su familia.
“Como yo nací y me crié acá, mis papás, pude ver como toda la gente ha trabajado así antiguamente con aboneras. Antes no había químicos, después empezaron con los abonos de forma artificial. Me acuerdo cuando nos mandaban a buscar a los gallineros y echarles agüita y con esa agüita regar las plantas. Todo natural. Es como volver atrás, sólo que ahora nos enseñan a hacer más abono”, detalló.
– ¿Cuál es la importancia de trabajar de una forma agroecológica?
– “No nos limitamos al químico. Es más lento el proceso, pero sí da buenos resultados. Siempre se ve una planta vigorosa y uno sabe lo que está comiendo, es algo sano. Y eso uno disfruta, de ver sus resultados de los frutos. Todo pasa a través de las aboneras. También está el apoyo de los bocashis que nos enseñan en las capacitaciones que nos da el Programa de Desarrollo Local (Prodesal), al que yo pertenezco. Para el insecticida 100% orgánico también nos hacen capacitaciones, como todo lo relacionado con las plantas”.
Uno de los problemas que tiene el sector y que complica muchas veces a los agricultores del Valle de Elicura es el acceso al agua para el riego. Iris indica que hay períodos en el año donde se detiene la labor en la huelga. “Aquí hay un estanque para la comunidad en general. Y bueno, en este tiempo toda la gente ya está regando y se hace difícil. El agua es la mayor problemática que tenemos”, dijo.
Sin embargo, para tratar de enfrentar el problema de acceso al recurso, la agricultora cuenta con un cosechador de aguas lluvias de 10 mil litros, el que le permite acumular y almacenar la lluvia que cae sobre su hogar, el que le permite regar sus plantas en la temporada de verano. Pudo acceder a este mecanismo mediante el Programa de Restauración de los Servicios Ambientales de los Ecosistemas de la Provincia de Arauco (Prela).
– ¿Cómo distribuye el terreno en el que cultiva?
– “Trato de que el uso del espacio sea todo ordenado, así uno puede trabajar la tierra en todos lados. Hay cualquier espacio y yo pongo plantas. Mi vida está aquí en la huerta, todos los días y todo el día en la huerta”.
– Sobre aquello, ¿cómo es su rutina?
– “Hay que levantarse en la mañana y regar. Porque sin agua no se puede producir. Además, hay que preocuparse de desmalezar. Es mucho el tiempo que se dedica para poder obtener una planta sana, porque el pasto crece rápidamente y hay que estar pendiente de eso, de ir arrancándolo. Después se ve qué se puede hacer, qué se puede plantar. Todo esto es con mucha dedicación y trabajando bien el espacio. Yo trabajo sola en mi huerta y también cuento con la ayuda de mis vecinos, de quienes viven al lado, son adultos mayores y ahí nos ayudamos, nos apoyamos entre nosotros”.
– ¿Qué es lo que más le gusta de dedicarse a la agricultura?
– “Lo que más me gusta es plantar y después ver el resultado. Y después ese momento en que uno ve que está comiendo sus propios alimentos. Eso no tiene precio. Es que a veces todo el almuerzo viene de la huerta. Uno come de la huerta y todo es producido de la casa. Porque ¿qué sacamos con tener tierra y pasto? hay que trabajar para poder ver algo bonito. Por ejemplo, yo no veo televisión, sólo trabajo en mi huerta cuando y es a lo que le dedico todo mi tiempo libre”.
La mirada que tiene Iris de una agricultura sustentable no se queda sólo en su huerta, y es que junto con otras mujeres del sector durante dos años han estado conformando una agrupación de hortaliceras agroecológicas en Contulmo, la que se transformaría en la primera de estas características en la comuna. La organización tiene el objetivo de promover la alimentación limpia y libre de químicos.
Son alrededor de 15 las mujeres que conforman la red y que se encuentran a la espera de poder finalizar el respectivo proceso de tramitación para transformarse en una organización oficial.
“Ha existido una reconversión. Como mencioné, con mis padres y mi familia, todos ellos han trabajado siempre así. El tema es que por muchos años se promovió el uso de químicos, fertilizantes y todos los pesticidas. Hasta que en un momento se dieron cuenta que esto estaba colapsando, que el planeta ya no da más. Y aquí dijimos que tenemos que cambiar la mirada y volver a cómo se trabajaba antes”, explicó la agricultora de Contulmo.
De acuerdo con Iris, el trabajo agroecológico que buscan implementar y promover como red parte desde los propios recursos naturales, como las aboneras y los biopreparados que hacen en base a las mismas técnicas que hacían anteriormente. “Es la misma sabiduría de las personas mayores de la que uno aprende”, dijo.
En lugares como Contulmo, y precisamente como en Valle de Elicura, la protección y vinculación con la tierra es fundamental, lo que se transforma en otro impulso para continuar implementando prácticas que sean amigables con el medioambiente. “El abono inorgánico genera un daño a la tierra donde se trabaja. Ya no se ven las lombrices, se van al fondo de la tierra porque, en algunos lugares, hay muchos químicos”, graficó Iris.
De la misma forma, la agricultora recalcó que aquello también buscan llevarlo a la producción de leche, miel, lana, entre otros productos que salen de la zona.
“Compartimos experiencias y también estamos rescatando las semillas que son nuestras. Hay harta semilla. Hay un tipo de cilantro que todavía estamos rescatándolo. Hay un rescate de semillas de plantas que son antiguas”, complementó Iris.
La agrupación descrita por la agricultora de Contulmo releva el rol, esencialmente femenino, en relación con las prácticas agroecológicas o de una agricultura en completa armonía con la naturaleza en relación con sus características, tiempos y capacidades, y con menor impacto ambiental; así está en sintonía con las necesidades de generar actividades desde la sustentabilidad y sostenibilidad por el escenario de crisis climática y ambientales.
También se reconoce que estas técnicas son la forma tradicional o de antaño de trabajar la tierra, cuando no se usaban productos químicos artificiales creados para combatir plagas o potenciar los cultivos, pero que han generado multitud de impactos ambientales como contribuir en emisiones de carbono a la atmósfera con el calentamiento global que está acelerando al cambio climático o dañar suelos o efectos nocivos sobre polinizadores.
Por lo mismo es que se asume que este tipo de prácticas también son las que han predominado hasta ahora dentro de las comunidades, como las de la Provincia de Arauco, que en muchos casos se sustentan desde sus cultivos.
A su vez, otra parte importante de la vida de Iris es su trabajo con plantas que tienen fines medicinales. Específicamente, en el costado de su casa hay más de una veintena de tipos de plantas, desde Paico, Ortiga, Chilko, Paico, Ruda, Hinojo, Menta, Cedrón, entre otros. Igualmente, ella recalca que en este aspecto ella se preocupa más de compartir sus productos, que de venderlos.
Mientras mostraba el cuarto que dedica como taller para tratar las plantas, Iris agregó que “la medicina se comparte, no se vende. Tengo muchas variedades de plantas, yo mismo las deshidrato y las trato”.