“La gente terminaba tosiendo”: El cambio en el aire de población La Libertad con el cierre de Huachipato

07 de Octubre 2024 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Raphael Sierra P.

El cese de la usina reducirá drásticamente los niveles de material particulado. Se trata de más de 1.100 toneladas al año, según cálculos del Ministerio de Medio Ambiente.

Por Leonardo Carrera Zambrano

El cierre de la Siderúrgica Huachipato de Talcahuano es uno de los temas que se ha tomado la agenda pública de este año.

Conocidas son las consecuencias en el ámbito laboral del puerto y la Región, como también el de carácter emocional de aquellas que pasaron décadas al interior de la usina siendo protagonistas directos de la producción del acero nacional.


Sin embargo los efectos tras el cese de la planta también son ambientales, y es precisamente en las cercanías de las instalaciones “huachipatinas” donde sus habitantes siguen de cerca esta situación.

Los vecinos y vecinas de la población La Libertad de Talcahuano señalan que esto trae consigo una arista beneficiosa para su calidad de vida.


Esto debido a que, según afirman, mientras esta compañía se mantuvo en funcionamiento, las emanaciones de gases tóxicos y otros desechos han provocado una serie de consecuencias en su diario vivir, entre las que mencionan la suciedad constante en sus viviendas y enfermedades respiratorias.

Reducción inmediata de contaminación


Acorde al informe de emisiones que maneja el Ministerio de Medio Ambiente, el cierre de la planta de Huachipato significa el cese inmediato de la emisión anual de más de 1.100 toneladas de material particulado. Es decir, los gases y desechos que acabaron por provocar diversos inconvenientes en los sectores cercanos de La Libertad e Higueras durante décadas, manifestándose en enfermedades respiratorias, cardíacas y neurológicas.

Cabe mencionar que Huachipato estableció un compromiso en 2021 para limitar sus emisiones de contaminantes, los cuales procedían del trabajo de los altos hornos, acería, hornos de cal y planta de coque, a un máximo de 1200 toneladas anuales, esto en el marco del Plan de Prevención/Descontaminación Atmosférica (PPDA).


“El Programa de Prevención/Descontaminación Atmosférica obliga a las empresas a estar constantemente entregando información acerca del impacto que tienen las emisiones dentro del área del plan de descontaminación, y está monitoreado de cerca por la subsecretaría de medioambiente”, explicó el seremi de Medio Ambiente del Biobío, Pablo Pinto.

Consultada al respecto, la académica de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, Dra. Claudia Ulloa Tesser, afirma que el efecto del cierre de la planta para los pobladores circundantes se producirá “prácticamente de manera inmediata, cuyo efecto ya debiera ser observado en los registros de calidad del aire de las estaciones de monitoreo de representatividad poblacional presentes en la zona”.


“Siempre que deja de operar una fuente emisora de contaminantes atmosféricos se verifica una mejora en la calidad del aire, independientemente de la magnitud de la fuente. (…) En el caso de CSH, la información oficial del MMA y los inventarios de emisiones desarrollados para la elaboración del PPDA, muestran que esta gran industria es una de las fuentes más importantes de material particulado en la zona, especialmente desde los procesos centrales de la siderúrgica“, expone Ulloa.

“Lluvia de piedras”


Andrés Muñoz, vecino de La Libertad por 50 años, detalla que los desechos emitidos por Huachipato caían en sus techos y calles para luego ser respirados por los residentes, provocando una serie de patologías respiratorias en la comunidad. “La gente terminaba tosiendo con una mucosidad negra por todo ese hollín, y muchos se morían de enfermedades”, contó.

A su relato se suma Marcia Escare, otra residente del sector, quien señala que desde que se trasladó a vivir hace 12 años, ha sido testigo de cómo los cúmulos de hollín que se generan en el aire caen en lo que ella describe como “una lluvia de piedras”.


“Desde que me vine a vivir al sector, siempre ha sido convivir con ruido y un olor a cementerio que venía de la industria, (…) las cañerías llegaban a colapsar, la última vez fue hace cuatro años, y menos mal que fue solo la matriz de agua”, comentó.

Por otro lado, Ema Roca, quien vive en La Libertad hace 40 años, indicó que la contaminación en el sector se volvía evidente en el color oscuro que adquirían los árboles de las plazas aledañas a su casa. Pese a esto, señala que su calidad de vida se mantendrá sin mayor alteración por el cierre de la usina.


Se espera que Huachipato finalice por completo con el apagado de la planta a fines de este mes, cuando la coquería acabe con la expulsión de los gases restantes.