El jueves 8 de agosto, Japón experimentó un terremoto de magnitud 7,1 en la costa sur, a una profundidad de 25 kilómetros, y durante la jornada de este viernes 9 las autoridades de ese país declararon una alerta temprana ante la “alta probabilidad” de un evento de mayor magnitud.
El académico del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias Químicas, Dr. Andrés Tassara Oddo, señaló que la activación de la alerta en Japón, inusual para gran parte del mundo, podría estar vinculada a la experiencia y conocimiento acumulado por los científicos japoneses desde el terremoto del 11 de marzo de 2011, de magnitud 9,1.
«Dicho terremoto fue precedido por una serie de pequeños sismos, incluyendo un terremoto de magnitud 7,2 ocurrido el 9 de marzo. El análisis posterior del terremoto de 2011 mostró que hubo una serie de movimientos en la zona de subducción, detectados por la red de sismómetros y GPS de Japón. Estos movimientos, aunque no generaron grandes sismos, indicaron un fenómeno conocido como «terremoto lento» o «terremoto silente». Este tipo de actividad ocurre a lo largo de varios días y puede preceder a grandes terremotos», explicó el académico.
Este sistema ha permitido a Japón obtener mayores posibilidades de anticipar eventos mayores. De hecho, el Dr. Andrés Tassara sostuvo que el hecho de que las autoridades japonesas activen una alerta sugiere que han detectado un comportamiento similar al que precedió al gran terremoto de 2011.
Chile y Japón comparten una situación geográfica similar, ambos ubicados en zonas de subducción, donde la placa oceánica se introduce debajo de la placa continental, generando una gran actividad sísmica. Pero Andrés Tassara destacó que, aunque ambos países poseen tecnologías avanzadas para el monitoreo sísmico, Japón ha avanzado significativamente en la implementación de sistemas de alerta temprana y en la capacidad de interpretar datos complejos, como los movimientos lentos de las placas.
«El terremoto de Iquique de 2014 mostró un comportamiento similar al de Japón, con un predecesor de magnitud 6,4 y un evento principal de 8,1. Sin embargo, la diferencia fue el tiempo entre estos eventos, que en Chile fue de varias semanas. Esta variación muestra que, aunque los patrones pueden ser similares, cada evento sísmico es único, y la capacidad para predecir y reaccionar ante estos fenómenos requiere de sistemas altamente sofisticados y un conocimiento profundo de los procesos tectónicos”, añadió el Dr. Tassara.
De todos modos, expresó que no duda de la seriedad con la que Japón evaluó la información disponible para informar y alertar a la población: «No se puede emitir una alarma sin estar completamente seguro de que un terremoto va a ocurrir».
En comparación, el Dr. Tassara señaló que Chile también tiene un buen sistema de monitoreo sísmico y está avanzando en instrumentación, con científicos capacitados para operar con tecnologías modernas, con el desafío de desarrollar sistemas de alerta que eviten falsas alarmas.