A diferencia de sus parientes continentales, el degu de la Reserva Nacional Isla Mocha puede incluso duplicar su tamaño.
Por Eduardo Bascuñán
El hallazgo del endémico roedor Degu en la Isla Mocha ha sido uno de los hitos más importantes de la ciencia y la conservación en lo que va de este año, no solo en el Biobío sino que también en todo el país.
Todo lo anterior nació del trabajo colaborativo entre guardaparques y estudiantes tesistas de la Universidad de Chile, que debido a la relación de sus tesis, se unieron a la búsqueda. El trabajo del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas de Conaf fue clave para la identificación de la especie, y estos son los detalles de la historia tras el particular episodio.
A eso de las 18 horas del 19 de marzo fue observado por primera vez el aparato de captura que contaba con cuatro roedores. Dadas las primeras observaciones, casi se descarta la presencia de degus, por su similitud con el conocido “guarén” pero un segundo vistazo fue el determinante para confirmar el relevante hallazgo.
Julián Reyes García, jefe de la sección de Conservación de la Diversidad Biológica de la oficina regional de Conaf estuvo presente en el momento y narra pormenores detrás del descubrimiento.
“Cuando encontramos la primera trampa creímos que era una rata y después, Francisco Astete, quien es el administrador de la reserva, lo empezó a ver bien, a analizar y ahí se dio cuenta de que no era una rata común, que era el famoso degu, que había caído en la trampa”, comenta Julian, reconociendo una gran sorpresa para todo el equipo.
“Los estudiantes tesistas que estaban revisando otro sector, fueron convocados rápidamente. Ellos tienen conocimiento del degu, porque trabajan con el que está en el continente y analizándolo, corroboramos que sí, era el degu, en este caso”.
El degu pertenece al género Octodon. El que está presente en el continente es el Octodon degu, pero el que se encontró en la reserva es un familiar, el cual está descrito y especificado como Octodon pacíficus únicamente en la Isla Mocha. Osea, es un roedor endémico de este terreno insular de la Región del Biobío.
Para el medioambiente, en general, los roedores cumplen un rol fundamental en la cadena trófica y en la protección de los territorios en los que se ubican. Reyes comenta que la dispersión de semillas y el control de plagas son sólo algunas de las labores que realizan.
“Cuando hay de estas especies que son consideradas raras, y las encontramos en estos ecosistemas, significa que tienen buena salud, porque se dice que es capaz de albergar estas especies que son más bien frágiles”. En ese sentido, “la Reserva Nacional Isla Mocha cumple esa función, de proteger un ecosistema dentro de la isla, donde la protección de ese ecosistema se encarga de las amenazas, por lo tanto, brinda una protección a este roedor endémico”, afirma el experto.
Para la doctora Paula Aravena, directora del Centro de Rehabilitación de la Fauna Silvestre, el encuentro con esta especie puede ser a menudo confuso para la población. La experta comenta un caso particular que ocurre estos días en Quilpué, donde posterior al megaincendio que afectó la zona, muchas personas se han encontrado con degus y debido a la falta de educación, son tratados como plaga o bien, confundidos con otras especies de roedores exóticos. “La principal amenaza es la falta de educación en el ser humano” y afirma que es lo primero que habría que cambiar.
“Es necesario establecer más estudios, ya que las especies que están en vía de extinción, deberían ser prioridad de conservación nacional pero con algún plan estratégico efectivo”. El Octodon costino, el Octodon pacificus, el zorro de Darwin, son algunas de las especies que la doctora enumera como preferencia.
El cambio del ecosistema también es una de las mayores amenazas en las especies endémicas, según comenta la profesional, asegurando que la manera de preservar estos ecosistemas es en primer lugar la educación a la población sobre la identificación y diferenciación de estas especies chilenas, y segundo la concientización del cuidado del medio.
En una línea similar el doctor Flavio Espinoza, académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) afirma que haber encontrado a esta especie abre el desafío de protegerla y evitar su extinción.
“Para ello van a ser importantes los planes de manejo y protección. Una forma de cuidarlas, será mantener a estos ejemplares en cautiverio con el objetivo de reproducirlos, cuidarlos y asegurar su sobrevivencia, para posteriormente proceder a liberarlas, idealmente en la misma isla”.
El experto repara en que la causa que permitió la aparición de estos ejemplares en la isla, es la misma isla como un territorio que “funciona como barrera biogeográfica, que les dio la oportunidad de desarrollarse”.
El desafío principal para el profesional de la UCSC “será aumentar la cantidad de ejemplares de degú y ver cómo se comportan en relación a su entorno, es decir, aspectos como alimentación y depredadores. Sin embargo, el haber encontrado estos cuatro ejemplares es un incentivo para poder seguir protegiendo la biodiversidad endémica”.
Para Julian Reyes de Conaf, contar con una especie que se creía extinta y que no se veía hace más de 50 años es una gran oportunidad para la investigación académica. “Toda esa parte de la investigación, como morfológicamente es más grande, pesa mucho más en relación con sus pares del continente. Significa un amplio campo para la ciencia”, concluye.
La teoría de islas, o bien el gigantismo isleño, esclarece el anormal acontecimiento. Explica que algunas especies al colonizar islas apartadas suelen presentar una respuesta evolutiva que se traduce en un gigantismo y que paulatinamente van variando el tamaño.
“Dentro de las mediciones que se hicieron, que fueron 4 especímenes, todos ellos tenían un tamaño y peso mucho mayor a sus familiares que están en el continente”, comenta el entendido y agrega que, según los datos recopilados por el equipo “los individuos que capturamos pesaron entre 193 gramos y 205 gramos”, mientras que los parientes continentales suelen pesar máximo 90 gramos, eso es casi el doble de sus pares.
El estudio y análisis de degus, en el territorio nacional continental tiene una amplia gama de sectores que pueden llegar a ser muy específicos. Desde el hábitat del pequeño herbívoro, hasta el comportamiento social que sostiene. Si bien, existen muchos estudios que tratan sobre el pequeño roedor, hay muy poca información sobre el roedor endémico de la Isla Mocha.
El representante de Conaf comenta que posterior a la identificación de los roedores, junto a los estudiantes tesistas conversaron sobre el trabajo que ellos mantenían con los degus en la zona central del país. “Y contaban que tenían una especie de estructura social, donde colaboraban, conviven y protegían el nido, la madriguera en este caso, en conjunto como las suricatas o similar”.
Finalmente, reflexiona sobre la oportunidad que queda para el equipo de trabajo. “Estudiar el comportamiento social de los degu de la Mocha porque se desconoce cuál es y sería interesante ver si también, genéticamente tienen ese comportamiento como sus pares en el continente. O, si la evolución y su desarrollo en la isla los llevó a comportarse y trabajar de una manera distinta”, concluye el experto.
Son todas aristas de las posibles investigaciones que nacen con este descubrimiento que emociona y redescubre el ecosistema tan variado y complejo de la Reserva Nacional Isla Mocha.