El climatólogo de la Universidad de Concepción, Dr. Martín Jacques, advierte que pesar del alivio temporal en la megasequía durante el 2023, las predicciones climáticas para los próximos años son inciertas.
En el complejo panorama de la predicción climática, los expertos enfrentan una tarea monumental: prever con precisión los patrones climáticos a largo plazo. Sin embargo, la incertidumbre inherente a la naturaleza misma del clima plantea desafíos significativos a esta área.
En esta región del mundo, periódicamente nos vemos afectados por dos fenómenos climáticos bien conocidos: El Niño y La Niña. Como destaca Oceana, la principal organización internacional dedicada a la conservación de los océanos, El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), popularmente conocido como El Niño y La Niña, son anomalías extremas relacionadas con la temperatura superficial en el Océano Pacífico ecuatorial.
Durante El Niño, la temperatura del mar frente a la costa de América del Sur, principalmente entre Ecuador y el norte de Chile, aumenta, lo que también se asocia con un incremento en las precipitaciones. Por el contrario, durante La Niña, las aguas costeras experimentan un enfriamiento, lo que resulta en una disminución de las precipitaciones.
El climatólogo de la Universidad de Concepción, Dr. Martín Jacques Coper, enfatiza la complejidad del sistema climático y la dificultad de hacer predicciones certeras sobre el clima futuro.
“Estamos en un momento en que es difícil prever lo que va a pasar en el invierno, y aún así, con esa dificultad, la probabilidad de un evento de La Niña para la primavera, y por lo tanto , de precipitaciones bajo lo normal es alta. Sin embargo, no podemos afirmar con certeza en este momento que tendremos a La Niña por los próximos dos o tres años, eso es especulación”, aclara.
La reciente experiencia con la megasequía en Chile subraya esta realidad. Aunque eventos de lluvias puntuales en el año 2023 totalmente fuera del registro de los últimos años, ayudó a aliviar este déficit de precipitaciones que se venía registrando temporada a temporada, incluso en la zona sur de Chile, la persistencia de la sequía en años anteriores ha dejado una marca profunda en la región.
El Dr. Jacques, dice que lo visto el año pasado “no fue suficiente para que tuviéramos un superávit respecto a un año normal en Concepción; en varias estaciones del sur de Chile hubo déficit, pero menor que el de años anteriores. Y como sucede con el ciclo hidrológico, que involucra procesos de escalas temporales mayores a un año, lo que hay que tener en cuenta es que un año con lluvias un poco más altas que los años previos no ayuda a contrarrestar toda esta racha de años muy secos. Es decir, con un año algo más lluvioso no se logra acabar con esta situación de megasequía”.
El académico del Departamento de Geofísica UdeC añade que lo que se está observando es que ese evento de El Niño, causante en parte de las abundantes lluvias de 2023, está decayendo y hay una alta probabilidad de que para la primavera de 2024 se dé la fase opuesta a El Niño, que es la fase de La Niña, que lo que hace es disminuir las probabilidades de una estación lluviosa en el centro-sur de Chile.
El docente de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas UdeC afirma que las probabilidades actualmente muestran que es bastante incierto lo que va a pasar para el invierno, lo que tiene que ver con que en esta fecha del año, ad portas de nuestro otoño en el Hemisferio Sur, es difícil pronosticar la evolución de este modo de variabilidad del clima, que desencadena eventos de El Niño o La Niña.
El experto en climatología, sugiere que la percepción pública sobre eventos climáticos futuros puede estar influenciada por experiencias recientes, como la persistente fase de La Niña entre 2020 y 2022. Esta comparación con un evento climático cercano puede influir en la interpretación de las perspectivas climáticas a largo plazo