Es la primera mujer que asume el principal cargo de una de las facultades históricas de la Universidad de Concepción. Cuenta su experiencia y describe el camino que recorrió para llegar a la cabeza de la repartición académica.
En junio de 2023, la Dra. Ana María Moraga Palacios se inscribió en la historia de los logros femeninos en materia de gestión académica dentro de la UdeC, al ser elegida decana de Medicina.
Nunca antes una mujer había ocupado el cargo más alto en la facultad que este año celebra su centenario.
Con más de dos décadas de experiencia en la educación médica en pre y postgrado, la académica se suma a la senda trazada por Corina Vargas Vargas, la primera mujer en llegar a una decanatura en la UdeC -y en América Latina- al ser elegida en 1948 para dirigir la Facultad de Filosofía y Letras, hoy Educación.
Han pasado casi ocho meses desde que asumió la conducción de una de las facultades más grandes de la UdeC y se siente conforme con lo que ha pasado desde entonces.
Ana María Moraga es médico-cirujana, magíster en Ciencias de la Salud y epidemióloga especializada en registros del cáncer, área en la que ha aportado con estudios poblacionales del Biobío y otras regiones y que han sido validados por la Organización Mundial de la Salud.
Integra, además, el Directorio de la Sociedad Chilena de Epidemiología (Sochepi) y es parte de la Comisión Nacional del Cáncer. Durante la pandemia por Covid-19 participó en el panel de expertos que asesoró Ministerio de Salud en el manejo de la emergencia sanitaria y fue jefa de la carrera de Medicina antes de ser decana.
Es una amplia trayectoria – que cuenta también una experiencia como epidemióloga en la seremi de Salud del Biobío- en la que, dice, no ha vivido barreras.
“Yo diría que la única dificultad que pude haber enfrentado tiene que ver con la maternidad, que significó un esfuerzo importante para mantener mi desarrollo profesional. Yo creo que nos pasa a la mayoría de las mujeres que vivimos la maternidad”, comenta.
Fue una responsabilidad compartida con su esposo, en el tiempo en que estuvieron en Francia haciendo sus especialidades -ella como epidemióloga en cáncer- y los hijos, Andrés de 26 y Ana María de 23, eran muy pequeños.
“Es un periodo de la vida que aunque sea compartido es agotador, porque las mujeres lo asumimos con mayor compromiso”, asevera.
La llegada de la Dra. Moraga al decanato marca un giro en una facultad que tradicionalmente ha sido conducida por hombres. Pero a ella le resulta extraña el binomio mujer-decana y lo explica así: “yo no estoy en el cargo por ser mujer, sino porque la comunidad académica de la Facultad decidió que tengo las competencias para hacerlo”.
Este tema, según la decana, puede ser llamativo fuera de la universidad, pero en el ámbito interno es parte de lo que puede pasar en la trayectoria académica de una mujer que también incluye tareas de liderazgo.
– ¿Qué diferencias observa en su liderazgo como mujer? ¿Considera que existe algún matiz distinto?
-Es verdad que hay una forma de liderazgo femenino que es solo de las mujeres, también hay hombres que lo tienen, y mujeres con liderazgos más bien masculinos. Tiene que ver con estilos y el mío tiene algunas diferencias y es que, aunque mantengo la excelencia académica en la docencia, en la investigación y en la vinculación con el medio, que han siempre objetivos de los liderazgos en la Facultad de Medicina, para mí antes que eso está el tal bienestar de las personas.
Ese bienestar tiene que ver con preocuparse de las personas, identificar sus talentos y potenciarlos y desarrollarlos, señala, aseverando que está convencida de que, en la medida que todas y todos estén bien, la Facultad va a llegar a las metas de excelencia que reclama la academia.
La maternidad sigue siendo para muchas mujeres una realidad que no puede obviarse cuando se evalúa el mundo laboral, porque siempre tiene más impactos sobre la madre.
“Aunque hoy se comparte más con las parejas, la responsabilidad culturalmente aún sigue siendo mayor en las madres y eso significa que por un tiempo las profesionales del área de la salud hacemos menos investigación, salimos menos del extranjero, hacemos menos cursos y participamos menos en congresos”, comenta.
También menciona la participación femenina en la gestión y conducción a nivel clínico y académico. Y eso crea referentes para las futuras generaciones, afirma.
Es en ellas, donde la académica sitúa parte de los desafíos en términos de brechas, poniendo el acento en materia de liderazgo.
“Si miramos los liderazgos o las jefaturas clínicas hoy en su gran mayoría son hombres y lo podemos entender por un tema generacional, porque hace 40 años la mayoría de los médicos eran hombres; pero hay que decir que en la última generación que egresó de Medicina poco más del 60% eran mujeres; por lo tanto aquí a futuro va a ocurrir un cambio natural en la jefaturas”.
Por otro lado anota que desde hace mucho tiempo las alumnas del área de la salud están en posiciones de liderazgo en distintas áreas durante su formación -por ejemplo en los centros de estudiantes- y que el gran reto es potenciar esa inclinación cada vez más patente.
“Hay que propiciar la participación, darles oportunidades, que se reconozcan y se valoren, y enseñar liderazgo, porque también importa el tipo de liderazgo que se ejerce”.
Asimismo, acota que es necesario rescatar e incluir en la formación a los referentes femeninos que han aportado al desarrollo de distintas áreas y que, por cuestiones culturales, no han tenido la misma valoración que sus pares masculinos.